Partir de Siracusa costó tiempo.
Los trámites para devolver
el coche y los de la marina impidió salir antes de las 10 de la mañana.
Salí del atraque con un SE de fuerza 4 que permitió navegar
a vela a velocidades entre 5,5 y 7 nudos. Costó pasar Cabo Passero sin tener
que hacer bordo.
El plan de navegación en el sur de Sicilia era navegar con
luz y descansar por la noche.
Tenía previstas tres noches hasta llegar a la isla
de Favignana, desde donde haría el salto a Cerdeña.
No quería navegar de noche
porque ya me tocaría hacerlo en los saltos a las islas de Cerdeña y Menorca y
finalmente a Barcelona y quería hacerlo relajado y tranquilo.
La primera noche sólo navegué 50 millas para fondear en
Pozzallo,
a resguardo del puerto, en fondo de arena de 2,5 m.
Al día siguiente levanté el fondeo a las 5,45 horas y puse
rumbo a Empedocle.
Serían unas 75 millas y quería llegar antes del anochecer.
No hay nada de viento.
Al amanecer un NE de fuerza 3 pero que
apenas duró una hora.
La previsión era de no viento.
No mar. Motor.
La costa es monótona, con pocos sitios donde recalar.
Curiosas las dos plataformas petroleras que encuentro en la derrota.
En las
montañas veo los generadores eólicos que sí reciben viento, sin embargo en la
superficie, donde navego, no hay nada. El anemómetro marca cero nudos.
Al llegar al puerto de Empedocle, a pesar de haberlo visto y
leído en el derrotero,
no veo ningún sitio adecuado y con sonda suficiente como
para atracar y pasar la noche.
Por eso decido hacerlo en la dársena del
antepuerto, donde también había fondeado un catamarán. Largué allí la cadena en
una sonda de 3 metros de lodos.
Lodos que al día siguiente costó mucho limpiar
de la cadena y el ancla.
Había preparado dos espléndidos lomos de atún para hacer
mojama. Después de algunos días en sal decidí exponerlos a secar en la popa.
A las 6 de la mañana levanté el fondeo y puse rumbo a
Marsala.
Navegué con viente de E y SE de fuerza 3 y 45 que fue arreciando hasta
un fuerza 6 al llegar al puerto, donde atraqué.
La ciudad de Marsala vale la pena visitar.
Arquitectónica,
con historia, población activa, joven y elegante.
La puerta Garibaldi |
Tratorías para disfrutar. Música en las calles. Animación en
las terrazas.
Su mercado. Pescados, verduras, y arte durante el día. De noche, bares de copa. |
Tras un par de días de descanso en Marsala, y arreglar
algunas cosas del barco,
decidí marchar y poner rumbo a Carloforte.
Quise visitar Favignana y navegar hasta Vilasimius por hacer el trayecto más corto.
Pero viendo la meteo y el mal tiempo presente y el que se avecinaba, decidí
aprovechar una “ventana” de mejor tiempo y marchar directamente a Carloforte.
Después de repostar combustible, a las 16 horas,
pongo rumbo
a Carloforte donde preveo llegar sobre las 12 del mediodía, dos días después.
En la popa queda Marsala,
con un cielo gris presagio del tiempo que se avecina:
Efectivamente no me equivoqué.
Navegué con mar de leva de W
y viento de N de fuerza 4
y recibí algún chubasco y continuos roles de viento.
Hasta que se estabilizó y pude hacer casi toda la travesía a vela.
Las islas de Marettimo y Favignana, destinos para otra
ocasión:
La navegación ha sido algo dura por el mar, pero
gratificante al poder navegar a vela.
Una noche, otra noche, y al alba ya pude
divisar costa,
y las famosas islas de Toro y Vaca,
en las proximidades al canal
de Isola San Pietro para entrar en Carloforte:
Carloforte ya es conocido.
Cuatro veces estuve en este
puerto.
El marinero ya me conoce y saluda efusivamente.
Todo son atenciones y
bienestar en este entrañador pueblecito.
Aquí preparo el último salto hacia España.
Las compras para
los últimos días, planificar la ruta, decidir si entrar en Menorca o no por
aquello de hacer la travesía más corta y descansar o hacerlo directamente
navegando directo rumbo a Barcelona.
Pienso qué quiero hacer. Qué debo hacer. Qué me pide mi mente.
Tengo ganas de volver.
Pienso que ahora estoy viviendo una situación
a como
si volviese del supermercado con las bolsas de la compra hacia casa.
Ya he
vivido Grecia, hace unos días. Ahora vuelvo.
Analizo cada día la previsión meteorológica.
Veo mal tiempo
en Baleares.
Pero observo que hay una posibilidad de navegar de través o a un
descuartelar
a partir de la madrugada del domingo.
Y he decidido partir un poco
antes del ocaso del sábado. Serán tres días de navegación, pero así el martes podría estar en Barcelona.
Veo
posibilidad de vientos favorables,
y unas últimas 30 ó 40 millas de calmas
donde tendré que poner el motor.
Me saltaré Menorca, sí.
Ahora no me interesan los sitios del
camino.
Este regreso, largo regreso de casi mil millas, no forma parte de mis
intereses.
Pero he de vivirlo.
Es largo el camino, pero es potente la vivencia.
Descanso donde descanso, donde estoy. Si navego, allí. Si en puerto o fondeado,
también.
Noto que el barco me pide llegar, y yo también.
En el libro de
bitácora leo que llevo navegadas este verano
2.769 millas, en 81 singladuras.
Menorca y los amigos de allí,
que conocí en Argostoli con el
Ralip,
no serán un algo de paso,
sino algo importante que vivir y disfrutar
como se merecen pero en otra ocasión.
1 comentario:
Que tu regreso sea tan gratificante como el camino.
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