El impulso de querer sentir la aventura de vivir
navegando por la vida.

Viajar, la expresión del tiempo que pasa.

lunes, 26 de noviembre de 2012

53.- De Carloforte a Barcelona.


La meteo, la meteo.
Esta dichosa previsión meteorológica que retrasó el partir de Kefalonia.
Faltó arrojo para salir. Pero sobró prudencia, nunca de más en el mar.
Y menos en una travesía tan larga como la que esperaba hasta España de más de 1.000 millas.
Ya en Argostoli vi una meteo muy cambiante y con pocas oportunidades para hacer una travesía con vientos y mar favorables.

Aprovechando “ventanas” salté a Sicilia. Y con otra, lo hice hasta Cerdeña. Ahora intentaba encontrarla para, rumbo directo, poder saltar hasta Barcelona.

Antes de salir de Grecia la previsión fue buena hasta estas fechas.
Vientos portantes para llegar a Argostoli por levante de Kefalonia:

La situación fue mala para salir de Argostoli el 14.
Vientos y lluvias en Menorca, y otros frentes que se avecinaban por el Golfo de León.
Vi que venían fuertes vientos en Argostoli, como así fue, donde sufrimos el temporal de fuerza 9 en el puerto, como ya narré, con naufragio de otro barco amigo incluido.
Y, aunque estos vientos no se veían muy importantes en los mapas, entraban encañonados en la depresión donde se encuentra el puerto:

Había tocado esperar.
Y nunca vi bien el momento de salir, sea por exceso como por escasez de vientos. 
Pero salí.
Recorrí el sur de Sicilia y salté a Cerdeña, a Carloforte,
como narré anteriormente, pasando algún chubasco, y vientos no favorables.
Al final, Telémaco pudo descansar en puerto.

El día 29 de septiembre largué amarras en Carloforte.
Eran las 18.30 horas. El sol se puso a las 19 horas.
Calculé una navegación a 4,5 ó 5 nudos y una hora estimada de llegada (ETA) a Barcelona
a partir de las 9 de la mañana.
Fue una travesía larga, de tres días con sus noches.

No faltó la mojama, preparada desde días atrás,
que permitió improvisar sabrosos aperitivos.
Muchos días se estuvo secando al sol los lomos,
por lo que resultó una mojama bien seca y sabrosa, como me gusta.

La situación meteorológica había montado mar con olas de 2 metros.
Los pantocazos fueron frecuentes,
debiendo modificar rumbo para hacer la travesía más llevadera.

El viento sopló norte, de fuerza 3.
Había un importante mar de leva,
originado por los fuertes vientos de NW
que estuvieron soplando en toda la zona de Baleares durante los días anteriores,
y que significó un fetch importante.

Dudé si entrar en Menorca a descansar, en Fornells,
haciendo la travesía más corta, o si seguir rumbo directo a Barcelona.
Tenía ganas de llegar y abrazar a los míos.
Así que decidí seguir rumbo directo a Barcelona.

Y fue la mejor opción. Dos frentes amenazaban la travesía.
Cada singladura sería diferente.
Las altas presiones trajeron vientos de morro, y la baja posterior también.
Tenía ganas de llegar, de terminar la experiencia.

El día 30 de septiembre y el 1 de octubre seguí navegando sin novedades.
El viento sopló de W, fuerza 2 rolando luego a NW 2 y luego fuerza 1.
Al bajar tanto el viento tuve que navegar a motor.
El 30 subí de paralelo buscando un viento que no encontré,
aunque la previsión lo había sugerido.

A las 19.30 llegó el primer frente, y comenzó a llover copiosamente.
Pasó el chubasco.
Navegué lento, apenas llegué a los 4 nudos.
Vi que las previsiones de ETA no se iban a cumplir. Volví a calcular.

El día 1, al alba, lloviznó.
Faltaban todavía 165 millas por delante.
El viento comenzó a soplar de NW fuerza 4 y estableciéndose en fuerza 5.

Otros problemas dificultaron la vida a bordo.
El inodoro de popa estaba  estropeado.
Como consecuencia del temporal de Argostoli había entrado suciedad del mar
y atascó las tuberías y la bomba.

También dejó de funcionar el inodoro de proa, por la misma causa.

Una vez superado Menorca, y en Baleares todavía,
pude recibir viento que permitió poner rumbo directo a Barcelona
navegando de través primero y a un largo luego por la aleta de estribor.

El día 2 de octubre, a las 03.15 horas navego con el génova a 3,5 nudos.
El viento rola de NW fuerza 3 a E fuerza 4 y 5.
Gano velocidad y Telémaco comenzó a navegar a 6,5 y 7 nudos.

Sentí una ligera molestia en el brazo derecho primero,
y más tarde en el izquierdo, de tanto trajinar con las velas y escotas.

Finalmente, diviso Barcelona.
El perfil de la costa se distingue perfectamente.
Es una sensación especial, después de tantos días,
que parece que ha “aparecido” pronto.

La botavara lleva todavía otro lomo secándose en la red amarilla,
para hacer más mojama:

A las 16 horas entré en el puerto.
Lo primero que hice fue repostar.
Llené el tanque de gasoil  —es el más barato desde Grecia, a 1,40€/l—.
Y lo hice porque es mucho mejor tener el depósito con poco aire
para evitar la condensación que tantos disgustos da
debido a las bacterias que genera
y que luego obstruyen los conductos del combustible.

Una vez en tierra,
lo primero, una vez amarrado el barco en su puesto de atraque y asegurado,
sentarme en la bañera a contemplar.
A pensar. Respirar.

Me sentí en una “nube”,
como si todo lo pasado hubiese sido un sueño.
Pero no, otra vez aquí, y ahora con una lista grande
de cosas a reparar o perfeccionar para tener el barco a son de mar,
y prepararlo para el año próximo.

Y después fui a ver qué era el dolor del brazo. 
Resultó ser una lesión de los tendones, el “supraespinoso”.
Me tocó largas sesiones de traumatólogos, radiografías, resonancia, ecografía y rehabilitación.
Ahora estoy a la espera de saber si es o no conveniente una intervención.
“¿Pongo un winche eléctrico o me vendo el barco?” le pregunté al médico.
“Nada de eso, esperemos que puedas volver a navegar la próxima temporada” me contestó.

viernes, 28 de septiembre de 2012

52.- El sur de Sicilia hasta Carloforte


Partir de Siracusa costó tiempo.
Los trámites para devolver el coche y los de la marina impidió salir antes de las 10 de la mañana.

Salí del atraque con un SE de fuerza 4 que permitió navegar a vela a velocidades entre 5,5 y 7 nudos. Costó pasar Cabo Passero sin tener que hacer bordo.


El plan de navegación en el sur de Sicilia era navegar con luz y descansar por la noche.
Tenía previstas tres noches hasta llegar a la isla de Favignana, desde donde haría el salto a Cerdeña.
No quería navegar de noche porque ya me tocaría hacerlo en los saltos a las islas de Cerdeña y Menorca y finalmente a Barcelona y quería hacerlo relajado y tranquilo.

La primera noche sólo navegué 50 millas para fondear en Pozzallo,
a resguardo del puerto, en fondo de arena de 2,5 m.


Al día siguiente levanté el fondeo a las 5,45 horas y puse rumbo a Empedocle.
Serían unas 75 millas y quería llegar antes del anochecer.

No hay nada de viento.
Al amanecer un NE de fuerza 3 pero que apenas duró una hora.
La previsión era de no viento.
No mar. Motor.






La costa es monótona, con pocos sitios donde recalar.
Curiosas las dos plataformas petroleras que encuentro en la derrota.







En las montañas veo los generadores eólicos que sí reciben viento, sin embargo en la superficie, donde navego, no hay nada. El anemómetro marca cero nudos.

Al llegar al puerto de Empedocle, a pesar de haberlo visto y leído en el derrotero,
no veo ningún sitio adecuado y con sonda suficiente como para atracar y pasar la noche.
Por eso decido hacerlo en la dársena del antepuerto, donde también había fondeado un catamarán. Largué allí la cadena en una sonda de 3 metros de lodos.
Lodos que al día siguiente costó mucho limpiar de la cadena y el ancla.

Había preparado dos espléndidos lomos de atún para hacer mojama. Después de algunos días en sal decidí exponerlos a secar en la popa.


A las 6 de la mañana levanté el fondeo y puse rumbo a Marsala.
Navegué con viente de E y SE de fuerza 3 y 45 que fue arreciando hasta un fuerza 6 al llegar al puerto, donde atraqué.

La ciudad de Marsala vale la pena visitar.
Arquitectónica, con historia, población activa, joven y elegante.

La puerta Garibaldi

Tratorías para disfrutar. Música en las calles. Animación en las terrazas.

Su mercado. Pescados, verduras, y arte durante el día. De noche, bares de copa.


Tras un par de días de descanso en Marsala, y arreglar algunas cosas del barco,
decidí marchar y poner rumbo a Carloforte.
Quise visitar Favignana y navegar hasta Vilasimius por hacer el trayecto más corto.
Pero viendo la meteo y el mal tiempo presente y el que se avecinaba, decidí aprovechar una “ventana” de mejor tiempo y marchar directamente a Carloforte.

Después de repostar combustible, a las 16 horas,
pongo rumbo a Carloforte donde preveo llegar sobre las 12 del mediodía, dos días después.

En la popa queda Marsala,
con un cielo gris presagio del tiempo que se avecina:



Efectivamente no me equivoqué.
Navegué con mar de leva de W y viento de N de fuerza 4
y recibí algún chubasco y continuos roles de viento.
Hasta que se estabilizó y pude hacer casi toda la travesía a vela.

Las islas de Marettimo y Favignana, destinos para otra ocasión:

La navegación ha sido algo dura por el mar, pero gratificante al poder navegar a vela.
Una noche, otra noche, y al alba ya pude divisar costa,
y las famosas islas de Toro y Vaca,
en las proximidades al canal de Isola San Pietro para entrar en Carloforte:


Carloforte ya es conocido.
Cuatro veces estuve en este puerto.
El marinero ya me conoce y saluda efusivamente.
Todo son atenciones y bienestar en este entrañador pueblecito.


Aquí preparo el último salto hacia España.
Las compras para los últimos días, planificar la ruta, decidir si entrar en Menorca o no por aquello de hacer la travesía más corta y descansar o hacerlo directamente navegando directo rumbo a Barcelona.


 Pienso qué quiero hacer. Qué debo hacer. Qué me pide mi mente.
Tengo ganas de volver.

Pienso que ahora estoy viviendo una situación
a como si volviese del supermercado con las bolsas de la compra hacia casa.
Ya he vivido Grecia, hace unos días. Ahora vuelvo.

Analizo cada día la previsión meteorológica.
Veo mal tiempo en Baleares.

Pero observo que hay una posibilidad de navegar de través o a un descuartelar
a partir de la madrugada del domingo.
Y he decidido partir un poco antes del ocaso del sábado. Serán tres días de navegación, pero así el martes podría estar en Barcelona.
Veo posibilidad de vientos favorables,
y unas últimas 30 ó 40 millas de calmas donde tendré que poner el motor.

Me saltaré Menorca, sí.
Ahora no me interesan los sitios del camino.
Este regreso, largo regreso de casi mil millas, no forma parte de mis intereses.
Pero he de vivirlo.

Es largo el camino, pero es potente la vivencia.
Descanso donde descanso, donde estoy. Si navego, allí. Si en puerto o fondeado, también.
Noto que el barco me pide llegar, y yo también.
En el libro de bitácora leo que llevo navegadas este verano
2.769 millas, en 81 singladuras.

Menorca y los amigos de allí,
que conocí en Argostoli con el Ralip,
no serán un algo de paso,
sino algo importante que vivir y disfrutar como se merecen pero en otra ocasión.

sábado, 22 de septiembre de 2012

51.- Adiós Grecia. Travesía de Argostoli a Siracusa en Sicilia.


“El barco se hace pequeño cuando navega en el mar…”

Llegó el día de partir.
La previsión meteorológica ofrecía unos pocos días buenos
para permitir hacer la travesía hasta Siracusa.

Quise hacer rumbo directo desde Kefalonia porque mi intención es conocer el sur de Sicilia, pero también disfrutar al máximo de la estancia en el Jónico, y llegar a Barcelona para finales de septiembre.

Esas 265 millas desde Argostoli hasta Siracusa iban a ser casi tres días navegando,
así que la previsión meteorológica pasó a ser una consulta frecuente sobre todo después del tremendo temporal sufrido en Argostoli.


Marchar de Grecia fue como cerrar un libro.
Fue como leer los últimos capítulos de un libro lleno de ilusiones y bienestar.
Cuesta dejar esas cosas,
pero es necesario no aferrarse a ellas porque la vida va pasando con las huellas que deje
y sólo lo que estoy viviendo ahora cuenta.

Yo sé que este libro de Grecia está en mi vida,
tan importante como mi cuaderno de bitácora.
Este cuaderno que quiero deleitar llegando a mi puerto.

La melancolía llega.
Las querencias de amigos, sitios, situaciones, temporal, están presentes.

Recuerdo de aquella sevillana “cuando un amigo se va, algo se pierde en el alma…”
en aquella parte que dice
“el barco se hace pequeño cuando navega en el mar…”

Puse las amarras a bordo de Telémaco a las 05.30 horas.
Quise que el alba me saludara buscando las aguas libres.
Una vez allí, rumbo 250º.
El viento empezó a soplar a favor, fuerza 3 y 4, lo que permitió apagar el motor y navegar la mayor parte del trayecto a vela.


A media mañana recibo un par de chubascos, con rachas fuertes de NW,
que me obligan a poner la trinqueta. El mar sube. Las olas barren la cubierta.
Los fuertes vientos de estos días pasados han montado un mar incómodo.

La navegación transcurre sin problemas.
Pero me permite observar algunas averías originadas por el temporal en puerto.
Detecto agua abundante en la sentina, y descubro que viene de la tubería de desagüe del inodoro de popa. Se atascó con la suciedad del mar y se reparó deficientemente.
Nada preocupante.


Al aproximarnos a Messina Telémaco se cruza con varios barcos que o bien han salido del estrecho o van hacia él. Una vez más aquí hay que reconocer la importancia y la tranquilidad del AIS.
Han pasado a 0,9 nM de Telémaco, todos a igual distancia.

Y la pesca.
Un atún mediano y caballa de ración.
El atún pasó por la “conservera” con la habilidad de Iván y la caballa al “papillote” para la cena.

Las comidas es una cuestión fundamental en Telémaco.
Si se come bien y se duerme bien, estamos preparados para muchas cosas.
Y así fue.
El menú comprendió estofado de carne, sepia con patatas, verduras, tortilla española, entre otros.

Telémaco navegó de través y a un descuartelar. Una escora de 15º.
Recibió mucho mar por la amura de estribor.
Pero su cabecear era rítmico, seguro y potente restando millas a la derrota.

Cuando estuve a 15 millas de Siracusa procuré “Porto Marmoreo”.
Mi primera intención fue atracar en un espigón público, al norte, pero al llegar ví que no había ningún barco atracado y dudé que fuese una buena idea.
Así, que decidí ir al “Gran Puerto”, también en su muelle público.

Cuando estaba llegando detecté en la proa multitud de manchas de tinta de calamar,
lo mismo que en el casco por la banda de babor.
Parece que con la marejada del primer día pasaría un banco de calamares que se defenderían con sus artes. No podía limpiarlas con agua, ni con detergente, ni desengrasante, sólo salieron con lejía, una vez atracado.

Al llegar al muelle del “Gran Puerto”, al sur, preparé la maniobra de fondeo,
tantas veces utilizada en Grecia. Allí había cuatro veleros.
Largué el ancla y filé cadena. Realicé la operación si demora y con precisión.

Por la tarde empezó a soplar con fuerza 5 de SW
y noté que el barco garreaba peligrosamente y a punto de pegar contra el muelle.
Me percaté que no había filado suficiente cadena.
Allí noté que la cornamusa de babor en popa se movía, otra avería del temporal de Argostoli.

Ante la situación decidí largar amarras y hacerme a la mar, mucho más segura.
Pero como al día siguiente deseaba visitar Taormina y Catania alquilando un vehículo, pensé que era más prudente entrar en la marina. Todos los barcos atracados se hicieron a la mar inmediatamente al ver mi maniobra. No quedó ninguno.

La marina de Siracusa deja mucho que desear. Ya tiene duchas, aunque muy pobres.
Lo mejor, su personal. Las dársenas, muy estrechas, difíciles de gobernar con vientos de F5.
Pero pude atracar de popa sin problemas.

Al día siguiente hice turismo en Taormina y Catania, y luego ya pondría rumbo al sur de Sicilia para saltar luego hacia Cerdeña. Tengo ganas de llegar, sí.

Han sido 260 millas desde Argostoli y unas 55 horas.
Grecia es ahora un recuerdo. Y una vivencia.

“El barco se hace pequeño cuando navega en el mar…”
Yo vivo la ilusión del encuentro. Y volver.
Quiero ver a los míos. Y abrazarlos.

domingo, 16 de septiembre de 2012

50.- Temporal en Argostoli, antes de zarpar


Nunca antes lo había vivido.

La previsión del tiempo nos avisó de fuertes vientos en la zona.
Se preveían vientos de fuerza 7 y 8 en el puerto.

Así fue. A partir de las 3 de la madrugada el viento empezó a entrar y a subir rápidamente con fuerza. El mar empezó a levantarse.
El viento entraba encañonado por el valle.

El anemómetro registró fuerza 8 y rachas de 9.
Sólo cuatro veleros y dos catamaranes en el muelle.
Uno de los veleros decidió cambiar el atraque por otro que él creyó más seguro.
Y naufragó.
Naufragó pero gracias a la colaboración de todos, y especialmente a los miembros de la tripulación del Queen Aida el barco “resucitó”
pero puedo asegurar que fue una pesadilla y llanto para todos.

Telémaco sufrió, aunque fue de los que resistió bien las embestidas.
Difícil permanecer a bordo,
sobre todo por lo necesario de estar todo el tiempo controlando las defensas.
El mar embravecido las subía con furia al muelle dejándolo desprotegido.
Había que bajarlas.

El mar subía y bajaba de nivel con frecuencia,
por lo que era necesario estar adaptando las defensas continuamente.
Varias de ellas reventaron. No podían contener la presión.
Ocho defensas grandes y dos bolas también grandes. No tenía más.

A las 08.30 horas el viento subió. Rachas de fuerza 9.
Abrían las tiendas, y rápido todos los barcos a comprar defensas. Se agotaron.
No importaba el precio. 37€, 90€, había que actuar.
El mar barría la calzada y la calle.

Nunca había visto nada igual.
Los del lugar tampoco.
Al día siguiente fue noticia de todos los diarios y de Internet.

Telémaco tuvo pequeñas heridas.

Dos fuertes golpes en su costado al golpear con un noray por unas olas terribles que provocaron una escora increíble.
Y otro percance, el inodoro. Todo el mar era una capa de basuras, hierbas, plásticos, y se usó. Y eso provocó atasco en las tuberías. Nada que no tenga remedio, aunque ha llevado todo un día repararlo.

Ahora ya ha pasado todo. Limpiamos la cubierta, secamos el interior, limpieza, aseo, cargar agua,
poner el barco a son de mar.

Mañana, a las 05.00 Telémaco largará amarras rumbo a Siracusa, dispuesto a volver a casa.
La previsión de tiempo es buena, aunque casi todo el tiempo preveo navegar con una ceñida de 60º por estribor, y a un descuartelar.
A la llegada a Sicilia se esperan calmas.

sábado, 15 de septiembre de 2012

49.- Poros, Sami, Efimia, Assos, Argostoli


Partí de Poros a media mañana, rumbo a Sami y Efimia, al norte de Kefalonia,
después de consultar la meteo y poner el barco a son de mar.

Quería conocer esta zona de la isla y los puertos de Sami, Efimia y Fiskardo.

Parto con viento flojo de fuerza 2 que paulatinamente fue subiendo hasta estabilizarse en fuerza 4.
Por el camino descubro media docena de calas, algunas para un solo barco y amarrado a tierra, protegidas todas para vientos del tercer y cuarto cuadrante.

Sami es un puerto pequeño, pero bien resguardado.
Agua gratis a discreción como también gratis el puerto.

Efimia tiene un buen fondeo dentro del puerto,
y en éste se ha de pagar a razón de 1,00€ por metro de eslora.
Agua y electricidad se paga separadamente, a razón de 4,00€ la electricidad y 5,00€ el agua.
Nada de eso necesité. Decidí poner gasoil, a 1,64€/l, para preparar la travesía hacia Sicilia, prevista para la semana siguiente.

Al día siguiente puse rumbo a Fiscardo.
Quería conocer este puerto. Para mi fue interesante conocerlo para no volver más.

Fiscardo es una construcción orientada al turismo.
Del pueblo antiguo no queda prácticamente nada.
El museo, tomado por vagabundos durmiendo en sus resguardos.
Los precios, para turistas. Restaurantes y tiendas de “abalorios”.
Los supermercados con precios 60% por encima de los habituales.
Nada, que para mi no vale la pena volver.
Me ha gustado conocerlo para evitarlo en el futuro.
Sin embargo los fondeos en sus alrededores son preciosos.

De Fiskardo puse rumbo al día siguiente a Assos, en la costa de poniente.
Estuve navegando hasta doblar el cabo y luego rumbo a Assos.

Cuando llegué,  el mar entraba de fuerza 3 del NW y la previsión era de subir hasta 4,
lo que no era de mi gusto ya que el puertecito es muy pequeño, apenas para tres barcos,  y decidí intentar fondear a sotavento del castillo.
Pero tampoco allí, ya que había sonda de más de 30 metros.
Así que decidí, mal que me pesara, poner rumbo a Argostoli, donde estimé llegar pasadas las nueve de la noche. Pero como ya conocía ese puerto no me preocupaba.

El viento soplaba de NW fuerza 4, y la navegación a vela fue todo un placer.
Esta costa de poniente de Kefalonia no tiene muchos sitios para fondear donde estés protegido de vientos y mar del tercer y cuarto cuadrante.

El rumbo a Argostoli fue todo un placer.
Con la vela arriba, sólo el génova, el barco navegó con alegría y decisión.
Y así enfoqué el canal de entrada, a la caída del sol.

Ya entrada la noche llegué a Argostoli,
y cuál no sería mi sorpresa cuando aprecié que sólo había 4 barcos amarrados abarloados al muelle, cuando el mes pasado no había sitio para amarrar.
Decidí abarloar yo también.
Como era de noche no puede apreciar bien el sitio al aproximarme y lo hice en la parte que hay menos sonda, aunque sin problema.

Argostoli es un puerto donde quise entrar para preparar la partida hacia España, ya que hay un buen mercado de frutas, verduras, y carne y pescado, a un precio “normal”, y que tiene aeropuerto donde esperé a Iván quien me acompañaría en la travesía de regreso.

Al día siguiente ví las tortugas que todavía no había visto en Kely.
Se trata de un par de tortugas “afincadas” en el puerto de Argostoli y que es atracción de turistas.

domingo, 9 de septiembre de 2012

48.- Adiós, Ítaca. Me voy a Kefaloniá


Los dos barcos, Telémaco y Ralip, salimos de Vathy (Itaca) rumbo al sur.
Habíamos decidido ir a fondear en Órmos Pera Pigadhi,
el último fondeo en Itaca.
Y al día siguiente ya seguiríamos para Kefaloniá.

No tuvimos apenas viento, W fuerza 1, rolando a un SE fuerza 2.


La experiencia del fondeo en Pera Pigadhi valió la pena vivirlo.
Fondeamos a escasos dos metros de la orilla, con una sonda de 3 metros.

Los dos barcos solitarios.
No se oía nada, ni siquiera las cigarras que han dejado de cantar.
A la caída del sol entró viento racheado, catabático, que duró apenas una hora.


Unas cuevas espectaculares.
Un mar azul, cristalino, turquesa.
Peces, muchos peces que nadaban con nosotros, incluso rozaban.
No se asustaban en absoluto.

Al día siguiente pusimos rumbo a Poros, ya en Kefaloniá.
Poros es agradable,
con abundancia de agua gratis con mangueras ya instaladas en el mismo muelle.
Pero se sufre las llegadas y salidas de los ferries, lo que significa coches, camiones, gente.
Muy puntual, sí. Pero es lo que hay un par de veces al día.

Navegamos rumbo a Poros con un viento largo, de N y rolando a NW,
que fue creciendo, sobre todo al llegar al canal entre Itaca y Cefalonia,
hasta recibir fuerza 5 y 6 que nos obligó a rizar.

En Poros marchó Rafael hacia Almería.
Y también en Poros Telémaco se separó de Ralip,
quien seguía rumbo sur.
Telémaco, al norte

En Telémaco seguí navegando en solitario.
Siento paz interior.
Empecé a hacer planes para la travesía de vuelta a España
que preveo para la semana próxima.
Consulté la meteo, planifiqué los posibles bordos con la información que tenía.
Reflexioné sobre el posible mejor puerto para aprovisionar y partir.
Pensé, y dejé trabajar al subconsciente.
Faltan días.

De momento, decidí limpiar el barco, baldear,
y largar amarras el día siguiente rumbo al norte de la isla, a Sami y Eufimia.
Luego subiré hasta Fiscardo.


La travesía de regreso a España habré de analizarla y actualizarla en función de la previsión meteorológica que iré recibiendo.

sábado, 8 de septiembre de 2012

47.- Zakynthos de nuevo, costa de levante


Salir de Katakolo rumbo a Zakynthós me preocupaba.
Venía mal tiempo, vientos de N y NW de fuerza 6 a 8 a partir de las 14 horas.

La opciones eran o esperar en Katakolo un par de días a que pasara
o llegar a Zakynthós antes de que llegara y aguardar allá.

Decidí marchar.
A las cinco de la mañana largué amarras.

En la singladura pensaba en el oráculo de Olympia.
El oráculo me dijo lo que presentía.
Olympia era sede importante de oráculos.
Olympia, en Elis, en el Peloponeso oriental, en el santuario dedicado a Zeus.

El oráculo se recibía a través de una mujer que se llamaba pitia o pitonisa,
en estado de éxtasis frenético.
Mi consulta ya la había hecho tiempo atrás,
y al visitar ahora el templo de Zeus, lo que queda de él,
presentí, viví, la paz que nace en la soledad de la persona.
La que vivifica el ser.

Y el oráculo me dijo
que el libro de bitácora que hace tres años encontré me dará las pautas del encuentro
y del futuro.

Y será así, con la luna llena, que podría contemplar de nuevo las costas peninsulares.
Y, después de la lluvia de octubre, seguiría viviendo la alegría de sentirme yo,
como ser que sabe vivir en solitario pero que desea compartir el placer de sentirse con otros.
El oráculo lo dijo, y navegando rumbo a Zakynthós lo pensaba.

Con poco viento, que fué subiendo, arrumbé la costa de la isla
y entré en la dársena del puerto, con viento ya establecido de NW fuerza 4.

Zakynthós es una ciudad curiosa, de claro corte veneciano, fruto de su época de esplendor.

Deambulé por sus calles, sus arcadas, sus plazas y jardines.
Y sus iglesias. Pocas cosas se salvaron aquí del terremoto de 1953.




Me llamó la atención las colas para pagar el recibo de la energía eléctrica, donde además se pagan también otras tasas e impuestos.


Como también me llamó la atención cómo los vecinos se anexionan las aceras para otros menesteres, a los que ya no estaba acostumbrado. Esto hace difícil, si no imposible, transitar por las aceras.


Después de remitir el temporal, abandoné el puerto
para poner rumbo al norte de la isla, a Ay Nikolaos
(hay infinidad de sitios que se llaman igual en varias de las islas del Jónico, por lo que hay que concretar siempre).
En esta ocasión, los navegantes conocemos la isla donde está la taberna de “Dimitri”.

Dimitri, de 27 años, pertenece a una familia de emprendedores y regenta la taberna, la estación de servicio, proviene de combustible a los barcos, y de agua y electricidad, lavandería, supermercado, y tiene unos barcos para llevar turistas a las Cuevas Azules del norte, apenas a dos millas.



Dimitri me suministró gasoil, a 1,64€/l. El consumo de Telémaco,
desde la última vez que reposté, fué de 1,60 l/h.

Después de Ay Nikolaos, puse rumbo a Ítaca. Pero antes, visité las Cuevas Azules.



Y ya, rumbo a Ítaca. Fondeé en la playa de Kardara para tomar el baño y almorzar, al sur del cabo Ioannis de Ítaca. Donde proliferan las serpientes de agua.



A la caída del día entré en el puerto de Poros, donde ya estuve días atrás.
Y al día siguiente, otra vez al mar.

Navegando hacia el norte, contacté con otro barco español, el “Ralip”, que me pasó su posición.
Así, que puse rumbo al fondeo que me dio, y donde pasamos un par de noches.

En el fondeo recibí la luna llena,
y también la ví en mi cuaderno de bitácora.
El oráculo tuvo razón.


Rumbo a Kuoni. Un pueblo “monada”, circular en torno al puerto. Pocos barcos. Ya casi no hay “flotillas”.



Con aguas transparentes, que hacen la delicia de los sentidos.

Y para Órmos Kritami.
otra vez. Es la tercera vez que me deleito en esta recóndita cala.
y pasamos solitarios los dos barcos varios días amarrados por popa a tierra.

Silencio absoluto.
Ninguna comunicación, ni teléfono, ni Internet, ni wifi, nada.
Nada.

Incluso las cigarras callaron.
Sí, las cigarras ya no cantaron, señal de que había cambiado el tiempo, que el calor había bajado.

En esta cala fué enternecedor oír el balar de unos cabretillos llamando a su madre.
Era la caída del día.
Se oyeron un par de cencerros de los machos.
Todas las cabras dispersas por la ladera tupida de rocas y arbustos bajos.

Y hacia Vathy de nuevo.
También aquí menos barcos que la vez anterior.

Pero el mismo viento racheado, que impidió incluso bajar a tierra sin mojarnos.
Fuerza 5 y 6

Aquí aproveché para hacer compras.
Y me regalaron una hermosa planta de basilisco,
que llevo a bordo desde entonces y ahuyenta los mosquitos, los que no hay, pero los ahuyenta.