El impulso de querer sentir la aventura de vivir
navegando por la vida.

Viajar, la expresión del tiempo que pasa.

domingo, 13 de octubre de 2013

61.- Afrodita y Atenea en el Peloponeso, de Killini a Methoni

Castillo de Killini



Rik aparejó a Telémaco a son de mar y puso a bordo sus amarras de popa.
Dio atrás y empezó a apartarlo del muelle de Killini,
largó definitivamente su amarra de proa y procuró la bocana acercándose a la farola verde,
apartándose de los bajos, para ir a penetrar el Peloponeso. Un Rik serio, pensativo, concentrado en los comentarios que le hizo Afrodita a Telémaco.
–Cuidado con los bajos, apartémonos de la costa –avisó Telémaco a Rik.
–Tranqui, daremos resguardo; ahora hemos de estar atentos a los ferries que es un sin parar. En el cabo ya pondremos sur –le respondió Rik.
–Rik, Afrodita insiste que la lleves a bordo –insistió el barco.
–¿Todavía está ahí? Telémaco, ¿qué pasará si viene? Habrá rollo y no veremos el Peloponeso. Además, no quiero quedar enganchado y melancólico cuando desembarque –argumentó Rik.
–Joer, Rik, ¡eres un poeta! Pero un poeta plasta. Lo podemos pasar teta, ¡con la de cosas que nos contará y todo lo que sabe! –dijo Telémaco.
–Tio, a lo mejor ni hablamos. ¡Que como no sepa poner el freno…! –contestó Rik.


El día prometía una navegación placentera.
Cielo descepado. Mar rizado. Soplaba un norte de fuerza 4, que pronto subió a 5,
sol y calor –30ºC a la sombra–.

Cuando apenas habían navegado 25 millas a Telémaco se le soltó la escota de estribor de su puño de escota quedando la vela de proa flameando, lo que obligó a cambiar de bordo para poder trincarla y afirmarla de nuevo sin necesidad de arriarla.

Seis horas más tarde dejaron por su través de babor a Katakolo, cuando el cielo amenazaba con un chubasco. Katakolo no era objetivoa visitar este año ya que recalaron allí el pasado para visitar las ruinas de Olimpia y consultar el oráculo.

–Telémaco, ¿recuerdas el oráculo del año pasado? ¡Vaya pifia! No acertó ni una –provocó Rik.
–Joer, Rik, habrá que esperar o hacer otro –dijo Telémaco cabeceando las olas en su rumbo.
–Pues esta vez no volveremos a Olimpia ni ningún templo. Como no vengan a visitarnos… jeje–rió Rik–.
–No lo digas en alto, Rik, que Atenea ya quiso acercarse el otro día pero al ver a Afrodita le dejó campo libre.
–¡Coño Telémaco! Atenea sí que es interesante. Protegió a Ulises al volver de Troya; si no hubiese sido por ella Ulises lo habría pasado más puta todavía.
–Si protegió a Ulises también lo haría con su hijo Telémaco –dijo muy alegre el barco.
–Pues sí, estás de suerte. ¿Sabe esta Atenea quién eres? –le preguntó Rik.
–Sí, vi el otro día que Afrodita se lo dijo.
–¡Vaya fiesta que tendremos! Afrodita y ahora Palas Atenea. ¡Tendré que sacar los cohetes y hacer fiesta. Jeje –rió Rik y mantuvo la sonrisa durante buena parte del trayecto.

Quince minutos más tardes el chubasco les pilló,
sopló fuerza 6 –con racha máxima de 42,1 nudos–,  y llegó la tormenta eléctrica.
Una importante tromba de agua y viento racheado hicieron que Rik y Telémaco se concentraran en cómo sortear mejor las condiciones para avanzar en su rumbo.

Dos horas más tarde ya pasó el chubasco, cayó el viento y roló de inmediato a un SE de fuerza 3 y poco a poco fue entrando la calma.
Se hizo de noche cuando atracaron en Kiparissia.



En Kiparissia se puede repostar agua pero la toma sólo está cerca de donde hay normáis.
Rik ya conoció esta ciudad el año pasado y visitó su castillo,
que tiene unas maravillosas vistas de esa parte del Peloponeso.

Isla de Proti, parada para baño, camino de Pilos
Al día siguiente, al despuntar el día, pusieron rumbo a Pilos.
Con un NW de fuerza 5 llegaron a la bahía de Navarones y poco después atracaron en su puerto de Pilos –totalmente gratis–.
Pilos es una ciudad agradable, con su alboroto veraniego de turistas en la plaza –casi todos griegos–, frente al mar y su rosario de tabernas contorneando la ribera.

De Pilos a Methoni.
Impresionante su fortaleza, como otras muchas,
pero ésta impactó más a Rik porque aquí dicen que estuvo prisionero durante dos años
Miguel de Cervantes.
Y también cuenta la Odisea
que aquí fue donde Telémaco desembarcó –viniendo de Itaka–
buscando información sobre el paradero de su padre.
Aquí se encontraba el rey Néstor –el rey anciano de Pilos–,
que luchó con Ulises en la guerra de Troya y que le dio referencias de su padre,
de que vivía y que volvería a Itaka.


–Telémaco, aquí estamos. Ya sé que no te suena porque tú no estuviste aquí. Pero tenías que venir –le dijo Rik.
–No te enrolles, Rik. Vigila el fondeo, que está lleno de barcos –le contestó Telémaco.
–Barcos y tabernas. Está lleno. Se ve animado –le dijo Rik.
–Es arena, Rik. Tenemos sonda de 4 metros y es fondo regular. ¿Nos quedamos aquí? –sugirió Telémaco.
 
Fondeadero de Methoni

Vista parcial del castillo de Methoni

Y Rik largó la cadena y fondeó.
Tranquilamente.




domingo, 15 de septiembre de 2013

60.- De Kefalonia a la puerta del Peloponeso.




Rik sacó de la bitácora su diario de navegación y anotó:
“Me dice Telémaco que nos acompaña Afrodita,
 que la ha visto en el mar y le pide subir a bordo.
Me da miedo esa mujer a bordo. ¿Es mitológica, una diosa?
Yo sé que en realidad a lo único que debo tenerle miedo es al miedo mismo.

No sé qué hacer. Lo mejor será no decidir nada y dejarme llevar.
En momentos de problemas lo mejor es no tomar decisiones.
He de transitar, espera. Vivir sin protección, quitarme la coraza.
Pero debo ser cabal. Vivo una contradicción continua.
¿Qué hacer? Lo mejor es avanzar.
Si Afrodita quiere venir con nosotros, ¿por qué negarme? ¿Por qué cerrar las puertas del destino? También a mi me apetece su compañía. Mejor avanzar en sintonía, en armonía. ¿Es quizás más importante la reflexión que la pasión de vivir? Voy a dejarme llevar.”

Fiesta de la Virgen en Stavros (Itaka)


Acabó de escribir en su cuaderno, lo releyó, y en ese momento Telémaco le insistió:
–Rik me dice que sólo quiere estar contigo unos días, que quiere conocerte y compartir con nosotros esta experiencia.
–Telémaco, sólo el tiempo dirá lo que tenga que ser y la brisa será nuestro testigo –le respondió Rik–. ¡Vamos! Dile a Afrodita que venga, la espero. También yo me impaciento. Estamos a merced del destino en esta vida que es un barquito de papel. ¡Vamos!
De esta forma, y bien acompañado,
Rik y Telémaco navegaron toda la semana la costa de Kefalonia
y la de poniente de Itaka.
Y el canal de Ítaka con viento dominante de poniente sobre todo a partir del medio día.



En el puerto de Sami Rik pudo llevar la ropa a la lavandería, aprovisionarse de frutas y verduras, abastecer a Telémaco de agua dulce y limpiar su cubierta a placer, dialogar con otros españoles, e incluso alquilar un coche para visitar lo que no podría hacer navegando: Argostoli –donde encontró otros españoles amigos–, Asos, Fiskardo, calas y playas a cual más bella.

El encantador puertecito de Asos


Después de unos días marcharon rumbo a Poros,
primero el fondeo, luego el puerto.
Unos días fantásticos antes de poner rumbo a la puerta del Peloponeso, a Killini.
–¿Estás seguro que no era una sirena? –le preguntó Rik a Telémaco, una vez que se quedaron solos en Killini.
–Rik, Afrodita quiere volver a su isla, a Kithira, donde nació y nosotros vamos hacia allá.
–Poco a poco, Telémaco. En esta parte del Peloponeso las distancias son largas y tenemos mucho por hacer.
Anotó Rik en su cuaderno:
“quiero poner paz en mi interior. Las lagrimitas de los deseos deben caen al mar.”

Killini acogió a Telémaco cuatro días, primero fondeado y luego en el puerto. Aparte de su impresionante castillo, a unos 8 km de distancia, como ciudad tiene poco atractivo. Algunas tabernas, las buenas difícil de localizar.

domingo, 1 de septiembre de 2013

59.- Nos vamos al sur del Jónico.


Pasar el puente de acceso a Levkada con viento y varios barcos esperando
es diferente a pasarlo en calma o sin barcos.
La poca sonda en su proximidad y el desconcierto de boyas que marcan la sonda en la entrada norte hacen ser muy cauto a Rik, conteniendo a Telémaco, que está ansioso por entrar en la dársena.

Una vez dentro, a cada hora, ni antes ni después –minuto arriba, nunca abajo–,
el puente comienza abrirse –¡ahí está!–
y se produce el desfile de barcos que entran y salen, parece que ansiosos,
para continuar sus derrotas.

Levkada es para Telémaco un sitio conocido.
Atracó esta vez en su muelle público –gratuito– y no en la marina.
Aquí hay una de las mayores tiendas de aprovisionamiento de recambios y efectos náuticos de la zona, y también un sitio fácil donde proveerse de butano, agua o alimentos u otros menesteres, como repostar combustible –aunque esto también puede hacerse en la marina, antes de enfilar el canal hacia el sur– o lavandería.

Telémaco estuvo en Levkada el tiempo preciso, ansioso por fondear en Meganissi
y antes, en su camino, hacerlo en Skorpio.

En Skorpio –¡novedad!– puedes pisar la tierra,
cosa vetada hasta ahora al tratarse de una isla privada.
Cuando al día siguiente llegaron otros barcos y pequeñas motoras a tomar posesión de parcelas de arena en su playa, Rik decidió que era la hora de marchar a cala Abelike en Meganissi.

Nada más llegar a la “Taverna Abelike”,
el tabernero dijo “hasta la vista” –lo único que sabe decir en castellano–
y se fundió en un abrazo con Rik.

Parece que fue ayer cuando marchó de aquí y ha pasado nada menos que un año.
Este tío es encantador, se acuerda de mi desde el año pasado –pensó Rik–.
Allí Rik utilizó las lavadoras y duchas por un precio simbólico,
mientras degustó una cerveza a la sombra de sus olivos, esta vez con ausencia de avispas.

Tras disfrutar del fondeo en Abelike, y visitar Vathy a pie, Rik y Telémaco marcharon hacia Itaka.



El viento era propicio. Velas arriba, rumbo al norte de Frikes, al fondeo de Áy Nikoláou donde Rik vivió tan gratos recuerdos del año pasado.


–Rik, veo una sirena. A mi babor –avisó Telémaco.
–No puede ser, Telémaco. Será un delfín o una foca monje, que hay una colonia por aquí –respondió Rik.
–No, Rik. Sé distinguir bien. Es una sirena y te está mirando, viene a por ti. Tienes suerte que te proteja Atenea.
–Tontería, Telémaco –dijo Rik.
–Rik, es Pandora. –Ja, ja, ja –rió Rik–. Pandora fue la primera mujer, Telémaco, aquella que crearon con la ayuda de los dioses.
–No rías, que es verdad. Es ella. Ya lo sé, se le escaparon todas las gracias de la caja.
–Todas no, Telémaco, tapó la caja pronto pero sólo pudo quedarse con la esperanza.
–Rik, dile que sí. Te conviene.
–Por eso se dice que la esperanza es lo último que se pierde –comentó Rik desoyendo a Telémaco–. Esperanza por vivir, aceptar lo que eres. Olvidarte de lo que tienes. Esperanza a no ser utilizado, a esperar el día con optimismo.
–Rik, me dice que quiere estar contigo, que le digas algo.

Navegar Ítaka y Kefalonia con sus múltiples calas y puertos fue una experiencia que dejó huella.
Ya el año pasado en estos mares estuvieron muy presente en Telémaco y Rik.



En Kioni, Frikis o Vathy,
Rik conversó allí en castellano con griegos de la zona –mayores–,
igual que hizo el año pasado, pero también con jóvenes que lo están estudiando en Patras o Atenas. 

Como en las fiesta popular de Stavros.  

En Kioni departió en varias ocasiones con los propietarios de una taberna deliciosa y de buen trato como es Calypso.

– Rik, me dice que quiere verte, que quiere ir contigo. 
Rik ignoró el comentario de Telémaco y éste prosiguió:
–Rik, me dice que es Afrodita, que quiere que la lleves a Kithira.
–¿En qué quedamos, no era Pandora? –cuestionó Rik.
–No, es Afrodita, que la lleves –dijo Telémaco.
–Pregúntale si tiene FaceBook. 

Rik se dirigió a Samien Kefalonia,un puerto desconocido todavía por Telémaco,con los servicios necesarios para hacer agradable la estancia en tierray visitar partes desconocidas del interior de la isla.

lunes, 5 de agosto de 2013

58.- El mar interior de Preveza. Basilico para los mosquitos.



–Rik, veo delfines. Me han pasado casi rozando –avisó Telémaco.
–¿Ya los has visto, Telémaco? No creo que lo sean porque donde dicen que están no es aquí sino en el mar interior –matizó Rik.
–Te digo que los he visto. Hay poco fondo por toda esta parte que vamos, pero llevan el mismo rumbo que nosotros.
–Telémaco, estoy divisando las boyas de entrada a Preveza. Están muy afuera.
–Con este viento portante llegaremos pronto. ¿Seguiremos a vela? –preguntó Telémaco a Rik.
–Vamos a ver cómo nos va. No quisiera comprometerme mucho porque desconociendo esta entrada quiero evitar sorpresas.
–Pues Rik, lo mejor es que me pongas el motor y arries velas al enfilar el canal.
–Primero enfilaremos. Luego ya decidiremos –contestó Rik.

De esta forma entraron en el canal hacia Preveza.
Rik arrió las velas en el mismo canal y entró navegando a motor,
con una corriente en contra de un nudo.


Gracias a las recomendaciones del amigo Ralip,
Rik y Telémaco pudieron gozar en pocos días de lo que este mar podía darles.



–¿Por qué le llaman mar de Preveza? –preguntó Rik.
AmvrakikosKolpós es su nombre –contestó Telémaco– aunque en castellano se lo conoce como Golfo de Arta. Aquí es donde están los delfines. Nos cansaremos de verlos.
–¿Los veré yo, Telémaco?
–No lo sé. Yo sí, Rik. Ya los vi por aquí abajo.

Vónitsa es un pueblecito pequeño, casi sin turistas;
prácticamente los únicos eran de los pocos barcos amarrados en su puertecito.
Rik y Telémaco se prepararon para amarrar.
El viento soplaba poniente con fuerza 6.
Una vez puestas las defensas, preparados los cabos largos para dar amarra a tierra, el ancla y cadena para darla a pique, puesto en el agua el dingui y amarrado para que no estorbase ni a la cadena ni a los ya amarrados, Rik analizó la situación de los otros barcos para decidir su mejor opción.

El viento siguió soplando.
Telémaco entró en la dársena de entrada, Rik estudió las sondas y eligió su sitio.
Largó ancla y cadena. Dio máquina atrás. Más cadena.
Lentamente atrás sin perder arrancada ni gobierno y recibiendo viento por popa.
Poco a poco fue Telémaco entrando procurando muelle.

Al poco, el viento paró. La fuerza 6 se transformó en 4 y quince minutos después, en apenas 3.

Rik saltó a tierra una vez terminada la maniobra de atraque
y paseó por el pueblo para tomar conciencia de la situación.
Lo primero que le llamó la atención fue observar la escasez de turistas extranjeros;
los que había parece que eran turistas locales.
Luego, todos los rótulos de comercios estaban rotulados sólo en griego.


Un pueblecito que parecía había salido de la ocupación en una guerra,
con sus suelos levantados, casas y paredes derruidas,
los cafés con sólo hombres charlando acaloradamente, solares abandonados.
En las tiendas hablan poco inglés, salvo los jóvenes.


En lo alto, es estupendo el castillo veneciano
que preside el pueblo con unas vistas estupendas.
Los niños jugando en las calles, los mayores paseando a la fresca,
las bicicletas con niños o mayores como medio de locomoción,
pocos coches, un pueblo relajante.

–¡Hola! Hola, ¿eres español? –le pregunta un desconocido que se acerca a Rik desde una taberna cercana.
–Hola. sí, soy español –contestó Rik.
–Hola, me llamo Joan. Vivo aquí desde hace unos años.
–Ah, hola. Me llamo Rik. Acabo de llegar en un velero –le contestó.
–Sí, me lo han dicho en la taberna. “Acaba de llegar un barco español ahora mismo” –contestó Joan.
–¿Necesitas alguna cosa, puedo ayudarte en algo? –preguntó Joan.
De esta forma Rik supo dónde estaba el supermercado mejor, una buena taberna con precios correctos, una ferretería, etc.
–Yo trabajo en un proyecto con delfines.
–¿Hay delfines aquí? –preguntó Rik, recordando los comentarios que le hizo Telémaco.
–uf, muchísimos. Yo trabajo en el Jonian Dolphin Project 
Y Joan le explicó a Rik en qué consistía su trabajo y la actividad que allí ejercía.

El puerto de Vónitsa dispone de agua abundante y buena gratis en los amarres,
por lo que Rik aprovechó para limpiar la cara de Telémaco, quitarle la sal y cargar los tanques.

Rik compró una planta de basílico para ahuyentar los mosquitos en Telémaco.


Rik fondeó al otro lado del islote de Kokouvitsa.
Desde allí también se puede acceder fácilmente a Vónitsa.

Navegaron hasta O Rougas fondeando en una playita desierta.
Encantador.

Luego, rumbo a Loutraki.
Al final de la cala, Rik fondeó a Telémaco en la ensenada frente a la única taberna,
protegidos de vientos de poniente.
Una vez asegurado el fondeo, Rik bajó a tierra para conocer la taberna.


Sólo hablaban griego.
Pidió una cerveza y se la sirvieron acompañada con cinco albóndigas con salsita de tomate.
¡Exquisitas!
La dueña le explicó a Rik cosas y cosas que no entendió.
Telémaco sonreía y se balanceaba suavemente en aguas tranquilas mientras les observaba.

Rik volvió a desembarcar para cenar en la taberna.
Todos los hombres le saludaron al llegar. En griego, claro.
Contestarles fue fácil para Rik, pero no supo llevar una conversación.
Los niños de la taberna, una niña y un niño de unos siete años le siguieron.
Fue la atracción.
Le dieron clases de vocabulario.
Le enseñaron en griego bicicleta, patinete, grande, pequeño.
Se rieron de la ignorancia de Rik con el idioma.
En la taberna había ocho mesas con clientes, pero sólo en tres comían; 
en las otras sólo charlaban. A media noche todavía estaban charlando.

Había luna creciente; en unos días habría luna llena.
El agua del mar no estaba fría, no es transparente y cristalina pero agradable.
Los niños continuaron jugando con sus bicicletas.


De allí marcharon a Anfiloquia.
No le gustó a Rik.
El puerto está poco protegido de los vientos dominantes.
Soplaba fuerza 6, ningún velero, pocos barcos de pescadores, y mucha sonda.
El único sitio con menor sonda, unos 6 metros, es fondeando sobre un antiguo volcán en las proximidad del pueblo.
Rik pensó que el pueblo no necesita el mar, no lo vive.
Así que decidió darle a Telémaco mejor noche volviendo al inicio de la rada.
Allí había visto una cala resguardada, al sur de Ak Dhervisi, y hacia allí puso rumbo.

Y de allí a Preveza para poner rumbo a Levkada.


martes, 30 de julio de 2013

57.- De Parga a Preveza. Manantial de agua dulce.


–Telémaco vamos a irnos de aquí, que este fondeo está lleno de barcos –dijo Rik.
–¿Otra vez? ¿Para dónde quieres que vayamos? –contestó Telémaco.
–Vamos a levantar el fondeo y nos iremos para Parga.  –Bueno, navegar también me gusta. ¿Has mirado el viento? –se interesó Telémaco por la meteorología.
–Sí, hay previsto un fuerza 3 y 4 de largos en las últimas cinco millas y hasta entonces fuerza 2 ó 3 de través.
–Si nos vamos pronto podremos llegar a la hora del almuerzo –sugirió Telémaco.

Una vez levantado el fondeo en Antipaxos,
y sorteados los barcos de la cala,
Rik hizo que Telémaco tomara rumbo a Parga, en el continente,
y portara las velas con el viento por su costado de babor en una cómoda navegación de través.

Fondeados en la gran ensenada de Parga, bajo su castillo veneciano

Rik recordó las experiencias del año pasado,
pareciéndole que sólo habían pasado pocos días desde entonces.
Allí estaba el mismo barquero, Giannis, que con su barco-taxi le transportó a la ciudad.


 Cobró 10,00€ la ida y vuelta, sólo que ahora da un recibo;
en muchos sitios dan recibo,
sugiriendo al público que no paguen si no lo tienen,
presionados por recaudar el 23% de impuestos en todas las actividades.



–Rik, ¿recuerdas que aquí te compraste la pulsera de cuero que llevas? –recordó Telémaco a Rik.
–Sí, Telémaco. Creí que se me caería antes, que no la tendría tantos meses. Ahora hace justo un año que la compré y todavía la llevo.
–Tírala ya de una vez y ponte otra nueva. Visita nueva, pulsera nueva.
–No, Telémaco. Lo que tenga que ser será. En su momento. Todo tiene su momento.
–Es la pulsera de Parga, Rik. Lo fue, Telémaco, lo fue.

Un par de días estuvieron Telémaco y Rik en Parga para, saliendo de allí, poner rumbo hacia Preveza 
siguiendo los contornos del continente. Rik quiso descubrir las calas y pueblos en dirección a Preveza.


La primera cala fue la de Athanasiou, a 1,8 nM al sur de Parga, frente a un islote con una iglesia.
Una cala solitaria.
La segunda, media milla más al sur –Ormos Ay Kiriakis–, una ensenada de arena,
pero con explotación de playa, sombrillas, hoteles, apartamentos.
Marcharon de allá.
La tercera fue fantástica: Ay Ioannou. Una cala solitaria, de aguas cristalinas, toda rodeada de vegetación, acompañada por el constante canto de las cigarras.
A la entrada, en medio de la cala, un manantial muy caudaloso de agua dulce.
Espectacular.



Aquí se encontraron con otro barco sueco con el que coincidieron en Malta, el SHA’SA.



En esta tercera cala Rik y Telémaco pasaron un par de días.
Luego pusieron rumbo al pueblecito de Ligiá.


La entrada a Ligiá es comprometida por la existencia de bajos.
Hay que estudiar bien la carta y estar muy pendientes de la sonda.
Pero una vez sorteados los bajos y dentro del puerto los mismos pescadores sugirieron un sitio para amarrar y se hicieron cargo de las amarras en tierra. Tiene el puerto tomas de agua gratis. Y electricidad, aunque Telémaco no lo necesita ya que se alimenta sobradamente con placas solares. La sonda marca 2,5 metros.



El puerto de Ligiá no tiene gran atractivo; sólo es un puerto, la ciudad, pequeña, está en otro sitio. A 30 metros hay una taberna con bar musical –Taverna Skáloma 
(en griego Taberna se escribe con uve)– con muy buena música, pero el WiFi no llega al puerto.



Tomando una cerveza se pone el sol en el mar.


Se pone el sol, pasa el día.
En la melancolía del ocaso, cuando Rik regresó de nuevo a Telémaco,
éste le preguntó:
–Rik, ¿por qué me pusiste este nombre de Telémaco?
–Vaya, ¿ahora sales con ésta? Ya te lo conté hace tiempo. Casi al principio del blog.
–¿Qué pasó?
–Estaba comprandote cuando murió mi padre. Y entonces, mirando sus cosas, descubrí cosas de su vida que yo desconocía. Es lo que en la Odisea de Homero le pasó a Telémaco con su padre, Odiseo –Ulises–, que marchó a la guerra de Troya y no lo conoció. Al tardar tantos años en volver, y tener su madre Penélope tantos pretendientes, decidió salir de Ítaka a ver si le daban referencias de su padre. Y fue entonces cuando en los reinos que visitó le explicaron cómo era su padre y cómo se encontraba.
–¿Y por eso me pusiste este nombre?
–Por eso, Telémaco. Ese es tu nombre. Mira lo que me ha enviado un seguidor del blogsobre tu nombre: dice que significa “el que está preparado para combatir, que es un nombre de origen griego”
–Claro, eso ya lo sabía, Rik –protestó Telémaco.
–Dice que eres intuitivo, sensato y algo orgulloso. Que tienes una gran voluntad que hace que puedas concretar tus proyectos. Que eres atento y generoso con tus afectos, a los que les das una gran importancia. Que tienes facilidad para aprender cosas nuevas ya que te interesas por todo.
–Rik, ¿seguro que es de Telémaco todo eso?
–Mira, Telémaco, sobre el amor te dice que “necesitas una pareja estable para ser completamente feliz”.
–tonterías, Rik –dijo Telémaco contrariado.

Saliendo de Ligiá, Rik puso a Telémaco rumbo sur.
Dudaba si buscar un nuevo fondeo o entrar en el mar de Preveza.
A Rik no le gustó el fondeo de Tanai porque lo vio poco protegido y con muchas sombrillas y autocaravanas; una playa de arena. Tampoco le gustó el de Two Rocks por ser pequeño, poco protegido.
Navegando un poco más al sur ya divisó las boyas de entrada al canal de Preveza,
canal que se ha de enfilar bastante mar adentro.

–Rik, nosotros somos una pareja de hecho –dijo Telémaco a Rik.
–¿Qué es una pareja, Telémaco? Cada uno lo entiende a su manera. Yo creo que tú y yo tenemos un rollete, no somos pareja de nada.
–¿Un rollete? ¡Qué feo suena, Rik!
–¿Qué entiendes tú por rollete, Telémaco?
–¡Eso! Es mejor aclararlo.
–Tú siempre estás ahí, esperándome. Estás a mi disposición. No te vas con otros patrones. Participas en todo cuanto te digo, me eres fiel.
–Claro, estoy contigo –matizó Telémaco.
–Pero sin embargo yo no estoy siempre contigo. Vengo a ti cuando me interesa, cuando quiero navegar, o pasar unas vacaciones juntos, o disfrutar de ti y tu compañía –insistió Rik–. Entonces estoy bien contigo. Pero cuando pienso en el día a día, entonces quiero hacer cosas en las que no quiero que participes, o a las que tú no puedes ir.
–¡Vaya! –repondió Telémaco.
–Y un día me cansaré de ti y ya no navegaré más –sentenció Rik.
–Lo sé. Sé que te cansarás de mí, Rik. Veo lo que les ha pasado a los otros barcos. Cuando hablo con ellos en los puertos o en los fondeos todos me dicen que han tenido varios dueños. Yo siempre estaré aquí para ti hasta que me abandones. Entonces no sentiré frustración ni tendré odio o rencor. No porque ahora ya lo sé. Serás tú quien decida, yo no lo podré hacer.
–Sé que me amas, Telémaco.

miércoles, 17 de julio de 2013

56.- De Corfú, Paxoi, Antipaxoi.


A Rik y Telémaco les fue bien entrar en la Marina de Gouviá.

En ella aprovechó para formalizar la entrada en Grecia –la DEKPA ya la tramitó el año pasado en Zakinthós–, la lavandería después de casi un mes navegando, repostar combustible, cargar de agua potable, limpiar el barco por fuera y por dentro, comprar lo necesario porque hay varias tiendas de acastillajevelería y supermercados, la piscina, entre otros.

Y los precios de la marina, más baratos que en España.
Después de tanto tiempo navegando para trasladar el barco una buena recompensa se agradece.

Al lado de la marina hay un autobús – el número 7 (1,50€/trayecto)– directo con la capital, Corfú.


Fondeo en Ag. Stephano


En Corfú Rik compró varias tarjetas quicenales para segiuir disponiendo de Internet a bordo.

Uno de los muchos rincones
entrañables de Corfu


Decidieron fondear en la isla de Vido, en su cala del NW, un parque tranquilo y acogedor frente a Corfú. Un enclave del asentamiento inglés en su época, ahora unas formidables playitas casi desiertas, pinares, y restaurante frente al castillo en la parte S de la isla.

–¿Nos vamos de aquí, Telémaco? Esta isla no tiene mucho para disfrutar una vez lo que hemos visto –preguntó Rik.
–Tú mandas, jefe –respondió Telémaco, muy de quedo.
–Estás cansado, amigo. Veo que te gustaría quedarte. No sufras. Ahora nos quedan por delante sólo pequeñas travesías.
–Sí, siempre dices que estamos en el paraíso, Rik, pero nos ha costado mucho  llegar.
–Como todo lo que vale, Telémaco. Sin esfuerzo y sacrificio no hay felicidad. Lo que cuesta, vale –le respondió Rik–. Si algo queremos en la vida hemos de esforzarnos y entregarnos. Como decía Joan Maragall …”como si de tu esfuerzo dependiera la salvación de la humanidad…”, no valen las medianías, Telémaco.

De esta guisa decidieron poner rumbo a la isla de Paxos, al sur de Corfu.
Rik había previsto tres fondeos en la costa de levante de la isla: Laka, Gaios y Mongonissi.
En toda la isla hay miles de gatos.
Rik sabe que en Laka hay ratas y por eso no es conveniente fondear cerca de las rocas.
Porque las ratas nadan.
Y es conveniente poner protecciones en la cadena,
y si se amarra a tierra también en los cabos, para las ratas.
Telémaco tiene unos discos para los cabos de amarre y otros especiales, hechos con bases para las macetas, para la cadena, que Rik colocó más abajo del estrobo del fondeo.

A Lakka hay que llegar pronto
si se quiere tener un buen fondeo porque van muchos barcos.
Cerca de las tabernas hay algas, por lo que para muchos no es un buen tenedero,
y más afuera arena.
Las tabernas tienen WiFi.

Rik aprovechó para enviar postales por correo porque sabe que quien las recibe se alegra en estos tiempos en los que pocos escriben de forma tradicional.

Fondeado en Laka

–“Kalispera. Mia bira, parakaló” (buenas tardes. Una cerveza, por favor).
–¿Tú italiano? –le preguntó la camarera.
–No, español. ¿De dónde eres tú? ¿Eres griega?
–Yo búlgara. Hablo español poquito –le dijo la camarera de la taberna–. No hablo griego. Aquí sólo inglés.
–¿Dónde has aprendido el español? –le preguntó Rik.
–En televisión. Telenovelas. Hablan español, abajo título –le respondió.
           
Rik pensó que España también era diferente en eso.
La protección de un gremio y una industria de doblajes,
junto con cuestiones políticas,
van en detrimento de la cultura, en este caso los idiomas.

Rik ya conoció el año pasado a otras de Rumanía y Albania,
quienes le dijeron que también aprendieron español con el mismo método.

–Telémaco, ¿tú crees que algún día se cambiará en España? –le preguntó Rik mientras puso rumbo a Gaios. 
–Rik, me preocupa el fondeo de Gaios. 
–No quiero estar donde el año pasado, dentro del pueblo. ¿Por qué no lo hacemos fuera, en el fondeadero de SE? –protestó Telémaco.
–Pues no me parece mal, Telémaco. Así no evitamos todo el lío de las defensas, amarras y cadena y podemos bañarnos tranquilamente. Luego es un paseo con el dingui ir al pueblo –le respondió Rik.

Gaios


A Rik le pareció buena idea porque en el canal siempre suele haber algo de caos con muchos barcos, cruzando las cadenas, y además en el verano pasa la “Port Police” a cobrar. Es poco lo que cobran pero sólo lo hacen si encuentran alguien a bordo y si no, pasan de largo. La única ventaja de entrar en el canal del pueblo es que se puede disponer de agua y luz previo pago en la taberna que los administra, la Yacht Taverna.

La camarera de la Yacht Taverna –de Albania– saludó a Rik efusivamente y con alegría.
Se acordaba que estuvo el año pasado.
Ahora, allí mismo, Rik aprovechó el wifi para enviar mensajes y telefonear.

–Has hablado una hora por teléfono –le comentó sorprendida la albanesa.
Rik pensó que gracias a las tecnologías puedes ahorrar mucho en las comunicaciones.

Desde Gaios, Rik y Telémaco marcharon a Mongonissi.
Allí fondearon amarrados a tierra y de esta forma evitaron los otros barcos cuando bornearon y a las temibles flotillas del Jónico. Esta vez tocó la visita de Sailing Holidays.


Fondeo en Mongonissi

En el fondeo hay un restaurante y una bar de copas –Carnayo Gold, regentado por Dimitris–.
En el restaurante se reunió la flotilla para cenar y les amenizaron con música y bailes griegos.
Tocaron la misma música que el año pasado y, cuando terminaron con las canciones y bailes griegos, empezaron con música disco, incluida la Macarena.


En Carnayo vale la pena tomar un mojito especial,
hecho con granizado de limón y sin soda, a la puesta del sol.
Con la buena música ambiental, en el ocaso, relaja el espíritu después de un día de mar.

Es Antipaxos un verdadero placer contemplar y bañarse en sus aguas azul turquesas,
en un fondeo de arena limpia.
Pero cuando empiezan a llegar barcos es mejor marchar.
La noche es encantadora y tranquila con muy pocos barcos en el fondeo.
Cuando llega el día y empiezan a aparecer barcos de todos los tamaños y tipos,
es mejor tener previsto otro sito.

Fondeo en Antipaxos

–Qué, Telémaco, ¿nos vamos de aquí?
–¿Bueno, ¿hacia dónde? –preguntó Telémaco sumiso.
–Vámonos para Parga, Telémaco.



lunes, 8 de julio de 2013

55.- Palaokastritsa.


Palaokastritsa es un lugar que hay visitar.
Seis pequeñas bahías arenosas rodeada de rocas rojizas.
Es una de las calas más bonitas del Jónico con sus aguas azul turquesa.
En el cabo de Paleokastritsa se encuentra el monasterio de Panagía Theotókos,


 del siglo XIII, que fue reconstruido en el siglo XVIII y conserva en su interior iconos del siglo XVII. Durante la época estival recibe unos cinco mil visitantes diarios,
según comentó el Pope Makarios a Rik.


El Sacro Monasterio de la Virgen de Paleokastritsa, habitado por nueve religiosos. Uno de ellos, Archimandrita Makarios, –según dijo, amigo del Papa Francisco– de origen argentino
y que lleva en este monasterio trece años,
departió explicando y dando detalles sobre el mismo y su tradición,
la situación de la iglesia, el Vaticano, la prelatura personal del Opus Dei,
la situación griega, los jóvenes, la crisis, los precios y los restaurantes.

Como restaurantes, destacar un par de ellos. IDEA, italiano, con las mejores pizzas de la zona, regentado por una familia italiana desde hace tres años
y unas vistas espectaculares a un par de las calas.

Otro restaurante típico griego es LIMANI BAR, regentado por Kostas Sarakinos.
Tiene bonita vista al fondeo, delante del puerto principal de Paleokastritsa.

Ambos disponen, como casi todos, de conexión wifi
y se desviven por facilitar cualquier necesidad.
“Te recuerdo, eres español y estuviste aquí el año pasado”
–le comenta Kostas a Rik– y se funden en abrazos.
–Telémaco, vamos a irnos para el norte –dijo Rik.
–¿No es mejor el sur? –le responde Telémaco.
–Quiero visitar Kassiopi y recordar el año pasado, que se portaron muy bien conmigo, y volver a saludar a los conocidos –le respondió Rik.
Telémaco levantó el fondeo y navegó al norte,
pasando por Porto Timoni, situado a pocas millas al norte de Paleokastritsa,
una pequeña ensenada donde apenas caben dos barcos,
una vez rebasada la bahía de Georgios, gran bahía de arena fina,
frecuentada por turistas alemanes.

Kassiopi es un pequeño puerto (39º 47,5’N 019º 55,4’E). 

En su muelle de abrigo apenas cabe media docena de barcos.
Muchas cosas han cambiado en Kassiopi en estos meses.
Hay menos turistas, más desempleo, las playas vacías.
Angeliki ya no trabaja aquí, regresó a Venezuela con su familia ante la falta de trabajo.
Rik se desplazó en autobús a Acharavi, donde compró en año pasado la conexión con Internet;
pero la tienda había cerrado hacía un par de meses por la crisis.
La única tienda en toda la isla está ahora en Corfu

–Telémaco, voy a tierra a ver si conecto con un red wifi.
–¿Otra vez, Rik? –pregunta Telémaco.
–Sí. No hay otra forma. No podemos comunicar con los seres queridos ni actualizar el blog –responde Rik.
–¡Pues deja el blog! –protesta Telémaco.
–Jo, sería una cosa menos en que pensar; pero mira cuántas personas me han escrito reclamándome que escriba y cuente –responde Rik enseñándole la lista de mensajes recibidos por Internet.
El peregrinar en tierra,
buscando una de las muchas redes wifi que tienen sus tabernas,
se convirtió en una actividad rutinaria.

El día a día de Telémaco y Rik se llenó de actividad.
La mentalidad de desplazamiento y traslado para llegar a Grecia
se transformó poco a poco en otra de crucero, relax y placer para disfrutar de su gente y paisaje.

Las actividades en torno al mantenimiento de Telémaco, el mercado, las compras, la restauración, abrieron la relación social de Rik con el pueblo y su entorno.
–Gracias, Rik. Me gusta que estés por mí y me cuides. Estoy orgulloso de ti y de cómo me miran y aprecian los otros barcos –dice Telémaco.
–Te amo, me sale de dentro. Tú me das muchas cosas sin saberlo. Yo te entrego lo que soy y tengo –le responde Rik.
–Me gusta verte alegre. No pienses tanto en Barcelona; aquello quedó en otro sitio, Rik.
–No, Telémaco. Sabes que dejé querencias allí y no puedo dejar de pensar en ello. Sé que la vida pone las cosas en su sitio.
–Rik, lo que tenga que ser será –sentencia Telémaco, y Rik le sonríe en silencio.
Cuando llegó la noche Rik observó las montañas de Albania
y sus caseríos con sus lucecitas tintineantes,
a penas a una milla y media de la isla de Corfú.
Rik pensó en los jóvenes que emigran, aquí y allí, buscando vida.

De día las cigarras empezaron a tener calor y se pusieron a cantar.
El agua del mar todavía está fría.