El impulso de querer sentir la aventura de vivir
navegando por la vida.

Viajar, la expresión del tiempo que pasa.

martes, 7 de febrero de 2012

30.- Marseille – Les Hyères - Nice.

He recorrido Marseille, sus calles, sus iglesias, su puerto, sus plazas, su gente.
Hasta que los pies me han dicho basta.
Supermercado para los productos frescos de los próximos días.
E Internet, que me supuso una frustración. Contraté el servicio de una compañía francesa con la garantía de poder conectar durante un mes pero que habría de recargar después de la cuarta conexión, pero sólo con tarjeta de crédito. Una vez para probar, otra para la familia al regresar al barco, otra para la meteo antes de zarpar de nuevo, y otra que fue la última.
No pude recargar porque necesitaba una tarjeta de crédito francesa. No tuve Internet.

A las 6.15 horas largué amarras y salí del Vieux Port de Marseille rumbo a Les Hyères. Viento fuerza 0, por lo que tuve que mantener el motor. A mi estribor dejo la isla de If:


El cielo está despejado. A las 7 de la mañana empieza a entrar viento de poniente, primero fuerza 2, 3.
Y va arreciando. La meteo ya lo previno.
Quito motor y saco las velas. Sigue subiendo. Rizo.
Navego a 6 y 7 nudos. Fuerza 5, fuerza 6. Fuerza 7, rachas de 8. Rizo más.
Hay marejada intensa. Tengo el viento por mi aleta de estribor.


Navego con una sonda entre 500 y algo más de 1000 metros.
Es incómodo el balanceo del barco por lo que opto por modificar algo el rumbo y cambiar el génova por la trinqueta. Navego así, con la trinqueta y apenas mayor pero a 6 nudos.
Veo barcos, muchos barcos a mi alrededor.
Cuento hasta 35 veleros, unos navegando a favor, otros en ceñida.


Paso a una sonda de 20 a 50 metros, desde los 500 que llevaba hace un rato.
A las 16 horas entro en Les Hyères por el “Petit Passe”, entre la Ile du Grand Ribaud y Porquerolles. Navego a 5 nudos, viento de W, F5. Navego a la rueda, procurando un fondeo. Lo hago en Porquerolles.


Posteriormente decido entrar en el puerto por unas horas. Gratis, no me cobran. Los marineros me ayudan con su auxiliar y me facilitan la maniobra que con el viento reinante la hace difícil.




Bajo a tierra para visitar el asentamiento.
Está lleno de turistas, bañistas que han venido a pasar el día con un transporte público desde Toulon. Encontrar estas avalanchas de gente no resulta agradable, pero curioso de ver la homogeneidad con otros lugares de nuestras costas.







Unas horas más tarde, antes de que anochezca, salgo del puerto para fondear. Despacito.
Un tercio de la mayor y trinqueta otra vez.
Pongo rumbo hacia el Cap des Medes, el extremo de levante de Porquerolles.

Porquerolles tiene buenos fondeos tanto en su vertiente norte, los que más, como en el sur.
Es posible encontrar buenos refugios para casi cualquier viento.
Así navego la Ile de Bagaud y Ile de Port-Cros donde llego por el Cap Nord de la primera.
Y luego, Ile de Levant. Esta última apenas puede disfrutarse porque casi toda ella es zona militar.
Pero en Ile de Port-Cros también hay estupendos fondeos.


Levanto fondeo y pongo rumbo a Nice. Tengo viento fuerte hasta Saint Michel y me sigue entrando de NW, F5. Navego a 6 kn. Sigue la marejada.

Pero pasado Saint Michel cae el viento a F2 y la mar llana. Quito la trinqueta y saco el génova y la mayor “a tope”. Navego a 4 kn.

A la vista de Nice he de poner el motor y procuro puerto. Aquí se combinan los grandes yates, con veleros, que son capaces de maniobrar el milímetro para entrar en amarres muy precisos.



El puerto está “a tope”, sin un simple espacio. Estoy más de una hora en la primera dársena porque me han prometido un sitio en breve.

Finalmente, atraco en una plataforma flotante a continuación de un pantalán flotante, en el extremo interior del puerto, pero muy bien comunicado con los servicios de tierra. Aquí tenemos a Telémaco:



Nice tiene su encanto.









Calles, plazas, tiendas, gente. Paseo y paseo. Visito sus playas, y el Hotel Negresco:



Al Negresco hay que visitar su magno salón, y otros sitios.



 Visitad aquí el Negresco.


En el Negresco entro en su cafetería, donde Ana, una mulata delgada y esbelta toca al piano y canta en inglés. Disfruté de una sesión de jazz cubano con un sabroso café y “delicatessen”. El público, cuatro mesas, ocho clientes. Luego, quedamos cinco. Ana pregunta de dónde somos, de dónde venimos. Unos, dicen que de Francia, una pareja de unos setenta años. Otros, una pareja de hombres Argentinos. Y yo, un español de España. Con eso, el castellano pasa a ser el idioma. Y dedica a España. Y aquí nos tiene a los tres cantando el estribillo...

Siempre que te pregunto
¿Que? ¿Cuándo? ¿Cómo? y ¿Dónde?
Tú siempre me respondes:
Quizás, Quizás, Quizás

Así pasan los días
Y voy desesperando
Y tú vas contestando:
Quizás, Quizás, Quizás

Estás perdiendo el tiempo
Pensando, pensando
Y por lo que más tú quieras
¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo?

Y así pasan los días
Y voy desesperando
Y tú vas contestando:









jueves, 2 de febrero de 2012

29.- De Barcelona a Marsella.


El temporal del norte ha remitido.
Espero que se calmen las aguas, y espero que entre la previsión de vientos del sur.
Ya he preparado el plan de comidas, y realizado el aprovisionamiento y la estiba. Todo está en su sitio. Y así, un par de días después, zarpo. Es el 2 de julio.

El sol estará en su cénit dentro de un par de horas. Quiero que me coja en el mar cuando pase por el meridiano. He cargado agua en los depósitos, y combustible.
Pongo las amarras a bordo, y no dejo ningún recuerdo en el pantalán. Todo lo llevo conmigo.
El día está despejado y el sol brilla con alegría.
En mi alma siento la alegría del día, del sol, del mar, de la libertad. Confío en Telémaco.
Sopla viento del sur, de fuerza 4 a 5. Navego a 5 y 6 nudos. Rumbo 090º, procuro el cabo de San Sebastián para entregarme al Golfo de León.



Antes del ocaso he cenado.
Reviso las jarcias, las velas, la electrónica, todo lo que la rutina me pide antes de aceptar la noche. Todo correcto, todo en orden, nada anormal. Pongo el radar y sus alarmas. coompruebo el AIS.

A las 02.30 horas de la madrugada entro en el Golfo de León, dejando el Cabo de San Sebastián por la popa. Atrás quedan 73 millas. Ahora navego a 4 nudos. El viento ha rolado a poniente, y luego lo hace a NW. Modifico el rumbo, 100º, para aprovechar el viento.

A las 04.45 sube el viento y rola a NW. Pongo un rizo a la mayor. Fuerza 5.
Quiero descansar tranquilo y no cansarme, que me quedan muchas millas y días por delante.

A las 06.00 h amanece. Rola de nuevo, ahora a ENE. Cambio el rumbo al 356º para entrar más en el golfo. Llevo 82 millas. Un par de hora más tarde, nuevo role al N y nuevo cambio de rumbo al 083º y cambio de bordo.

Los cambios de bordo siempre son laboriosos porque me obliga a enrollar el génova ya que llevo un enrollador de trinqueta. Y me gusta hacerlo así, a pesar que algunas veces, cuando el viento es benévolo, podría pasar la vela ayudado con la mano. Pero lo considero una imprudencia ir a la proa a luchar con la vela y un desgaste innecesario para la vela.

Después del almuerzo, a primera hora de la tarde, baja el viento a fuerza 3, y rola a E.
Entra marejadilla. Navego a 4 nudos. No tengo prisa, nada de impaciencia, sólo navego.
Y pienso. Y me empapo de paz. No he visto barcos. Ni aves. Ni peces. Nada. Sólo Telémaco.
La marejadilla remite, llevo 158 millas. Anochece.
Al alba del día siguiente distingo el resplandor del faro de Marsella en el horizonte.



A las 07.15 h del día 4, con 191 millas atrás, estoy al través del faro de Marsella.
Está a mi babor, “La Pierre à la Bagne”. Es un faro de enfilación al canal del dispositivo de tráfico de Marsella. Es un faro que está en “Ile de Planier”.
Llovizna. Tengo viento de NE, de fuerza 4. Mar rizada. Navego a 4 nudos.



Arrumbo a Marsella.
La isla de If, cuántos fondeos, cuántos barcos navegando y fondeados por todas partes.
En la misma isla de If, dos puertos deportivos y varios fondeos.
La isla de If me viene a la mente el Conde de Montecristo, que estuvo prisionero aquí.



La entrada a Marsella es encantadora.
Super protegida de vientos y mar.


Son las 09.30 h y amarro en el “Centre Nautique et Turistique du Lacydon (CNTL)”, en un pantalán flotante.
En el mismo “Vieux Port” de Marsella.


Una vista de la ciudad de Marsella, el paseo principal:

No se ve ningún ciudadano chino o de oriente, ni sus comercios, ni nada de "todo a 100".
Sólo marroquíes abundan.
Me dicen que como hay marroquíes ya no caben de otro lugar.

Y el "negocio" de las bicicletas,
que cada municipio se cree que es un “invento y modernidad” suyo:

El puerto de Marsella:



Algunas joyas, atracadas en punta: