“El barco se hace pequeño cuando navega en el mar…”
Llegó el día de partir.
La previsión meteorológica ofrecía
unos pocos días buenos
para permitir hacer la travesía hasta Siracusa.
Quise hacer
rumbo directo desde Kefalonia porque mi intención es conocer el sur de Sicilia,
pero también disfrutar al máximo de la estancia en el Jónico, y llegar a
Barcelona para finales de septiembre.
Esas 265 millas desde Argostoli hasta Siracusa iban a ser casi
tres días navegando,
así que la previsión meteorológica pasó a ser una consulta
frecuente sobre todo después del tremendo temporal sufrido en Argostoli.
Marchar de Grecia fue como cerrar un libro.
Fue como leer
los últimos capítulos de un libro lleno de ilusiones y bienestar.
Cuesta dejar
esas cosas,
pero es necesario no aferrarse a ellas porque la vida va pasando
con las huellas que deje
y sólo lo que estoy viviendo ahora cuenta.
Yo sé que este libro de Grecia está en mi vida,
tan
importante como mi cuaderno de bitácora.
Este cuaderno que quiero deleitar
llegando a mi puerto.
La melancolía llega.
Las querencias de amigos, sitios,
situaciones, temporal, están presentes.
Recuerdo de aquella sevillana “cuando
un amigo se va, algo se pierde en el alma…”
en aquella parte que dice
“el barco
se hace pequeño cuando navega en el mar…”
Puse las amarras a bordo de Telémaco a las 05.30 horas.
Quise que el alba me saludara buscando las aguas libres.
Una vez allí, rumbo
250º.
El viento empezó a soplar a favor, fuerza 3 y 4, lo que permitió apagar
el motor y navegar la mayor parte del trayecto a vela.
A media mañana recibo un par de chubascos, con rachas
fuertes de NW,
que me obligan a poner la trinqueta. El mar sube. Las olas
barren la cubierta.
Los fuertes vientos de estos días pasados han montado un
mar incómodo.
La navegación transcurre sin problemas.
Pero me permite
observar algunas averías originadas por el temporal en puerto.
Detecto agua
abundante en la sentina, y descubro que viene de la tubería de desagüe del
inodoro de popa. Se atascó con la suciedad del mar y se reparó deficientemente.
Nada preocupante.
Al aproximarnos a Messina Telémaco se cruza con varios
barcos que o bien han salido del estrecho o van hacia él. Una vez más aquí hay
que reconocer la importancia y la tranquilidad del AIS.
Han pasado a 0,9 nM de
Telémaco, todos a igual distancia.
Y la pesca.
Un atún mediano y caballa de ración.
El atún
pasó por la “conservera” con la habilidad de Iván y la caballa al “papillote”
para la cena.
Las comidas es una cuestión fundamental en Telémaco.
Si se
come bien y se duerme bien, estamos preparados para muchas cosas.
Y así fue.
El
menú comprendió estofado de carne, sepia con patatas, verduras, tortilla
española, entre otros.
Telémaco navegó de través y a un descuartelar. Una
escora de 15º.
Recibió mucho mar por la amura de estribor.
Pero su cabecear era
rítmico, seguro y potente restando millas a la derrota.
Cuando estuve a 15 millas de Siracusa procuré “Porto
Marmoreo”.
Mi primera intención fue atracar en un espigón público, al norte,
pero al llegar ví que no había ningún barco atracado y dudé que fuese una buena
idea.
Así, que decidí ir al “Gran Puerto”, también en su muelle público.
Cuando estaba llegando detecté en la proa multitud de
manchas de tinta de calamar,
lo mismo que en el casco por la banda de babor.
Parece que con la marejada del primer día pasaría un banco de calamares que se
defenderían con sus artes. No podía limpiarlas con agua, ni con detergente, ni
desengrasante, sólo salieron con lejía, una vez atracado.
Al llegar al muelle del “Gran Puerto”, al sur, preparé la
maniobra de fondeo,
tantas veces utilizada en Grecia. Allí había cuatro veleros.
Largué el ancla y filé cadena. Realicé la operación si demora y con precisión.
Por la tarde empezó a soplar con fuerza 5 de SW
y noté que
el barco garreaba peligrosamente y a punto de pegar contra el muelle.
Me
percaté que no había filado suficiente cadena.
Allí noté que la cornamusa de
babor en popa se movía, otra avería del temporal de Argostoli.
Ante la situación decidí largar amarras y hacerme a la mar,
mucho más segura.
Pero como al día siguiente deseaba visitar Taormina y Catania
alquilando un vehículo, pensé que era más prudente entrar en la marina. Todos
los barcos atracados se hicieron a la mar inmediatamente al ver mi maniobra. No
quedó ninguno.
La marina de Siracusa deja mucho que desear. Ya tiene
duchas, aunque muy pobres.
Lo mejor, su personal. Las dársenas, muy estrechas,
difíciles de gobernar con vientos de F5.
Pero pude atracar de popa sin
problemas.
Al día siguiente hice turismo en Taormina y Catania, y luego
ya pondría rumbo al sur de Sicilia para saltar luego hacia Cerdeña. Tengo ganas
de llegar, sí.
Han sido 260 millas desde Argostoli y unas 55 horas.
Grecia
es ahora un recuerdo. Y una vivencia.
“El barco se hace pequeño cuando navega en el mar…”
Yo vivo la ilusión del encuentro. Y volver.
Quiero ver a los míos. Y abrazarlos.
1 comentario:
"Un simple abrazo nos enternece el corazón;
nos da la bienvenida y nos hace más llevadera la vida.
Un abrazo es una forma de compartir alegrías
así como también los momentos tristes que se nos presentan.
Es tan solo una manera de decir a nuestros amigos
que los queremos y que nos preocupamos uno por el otro
porque los abrazos fueron hechos para darlos a quienes queremos.
El abrazo es algo grandioso.
Es la manera perfecta para demostrar el amor que sentimos
cuando no conseguimos la palabra justa.
Es maravilloso porque tan sólo un abrazo dado con mucho cariño,
hace sentir bien a quien se lo damos, sin importar el lugar ni el idioma
porque siempre es entendido.
Por estas razones y por muchas más…
hoy te envío mi más cálido abrazo."
Esas palabras no son mías, las copié, pero el abrazo que te mando sí que es genuino y sentido ;-)
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