El impulso de querer sentir la aventura de vivir
navegando por la vida.

Viajar, la expresión del tiempo que pasa.

domingo, 15 de septiembre de 2013

60.- De Kefalonia a la puerta del Peloponeso.




Rik sacó de la bitácora su diario de navegación y anotó:
“Me dice Telémaco que nos acompaña Afrodita,
 que la ha visto en el mar y le pide subir a bordo.
Me da miedo esa mujer a bordo. ¿Es mitológica, una diosa?
Yo sé que en realidad a lo único que debo tenerle miedo es al miedo mismo.

No sé qué hacer. Lo mejor será no decidir nada y dejarme llevar.
En momentos de problemas lo mejor es no tomar decisiones.
He de transitar, espera. Vivir sin protección, quitarme la coraza.
Pero debo ser cabal. Vivo una contradicción continua.
¿Qué hacer? Lo mejor es avanzar.
Si Afrodita quiere venir con nosotros, ¿por qué negarme? ¿Por qué cerrar las puertas del destino? También a mi me apetece su compañía. Mejor avanzar en sintonía, en armonía. ¿Es quizás más importante la reflexión que la pasión de vivir? Voy a dejarme llevar.”

Fiesta de la Virgen en Stavros (Itaka)


Acabó de escribir en su cuaderno, lo releyó, y en ese momento Telémaco le insistió:
–Rik me dice que sólo quiere estar contigo unos días, que quiere conocerte y compartir con nosotros esta experiencia.
–Telémaco, sólo el tiempo dirá lo que tenga que ser y la brisa será nuestro testigo –le respondió Rik–. ¡Vamos! Dile a Afrodita que venga, la espero. También yo me impaciento. Estamos a merced del destino en esta vida que es un barquito de papel. ¡Vamos!
De esta forma, y bien acompañado,
Rik y Telémaco navegaron toda la semana la costa de Kefalonia
y la de poniente de Itaka.
Y el canal de Ítaka con viento dominante de poniente sobre todo a partir del medio día.



En el puerto de Sami Rik pudo llevar la ropa a la lavandería, aprovisionarse de frutas y verduras, abastecer a Telémaco de agua dulce y limpiar su cubierta a placer, dialogar con otros españoles, e incluso alquilar un coche para visitar lo que no podría hacer navegando: Argostoli –donde encontró otros españoles amigos–, Asos, Fiskardo, calas y playas a cual más bella.

El encantador puertecito de Asos


Después de unos días marcharon rumbo a Poros,
primero el fondeo, luego el puerto.
Unos días fantásticos antes de poner rumbo a la puerta del Peloponeso, a Killini.
–¿Estás seguro que no era una sirena? –le preguntó Rik a Telémaco, una vez que se quedaron solos en Killini.
–Rik, Afrodita quiere volver a su isla, a Kithira, donde nació y nosotros vamos hacia allá.
–Poco a poco, Telémaco. En esta parte del Peloponeso las distancias son largas y tenemos mucho por hacer.
Anotó Rik en su cuaderno:
“quiero poner paz en mi interior. Las lagrimitas de los deseos deben caen al mar.”

Killini acogió a Telémaco cuatro días, primero fondeado y luego en el puerto. Aparte de su impresionante castillo, a unos 8 km de distancia, como ciudad tiene poco atractivo. Algunas tabernas, las buenas difícil de localizar.

domingo, 1 de septiembre de 2013

59.- Nos vamos al sur del Jónico.


Pasar el puente de acceso a Levkada con viento y varios barcos esperando
es diferente a pasarlo en calma o sin barcos.
La poca sonda en su proximidad y el desconcierto de boyas que marcan la sonda en la entrada norte hacen ser muy cauto a Rik, conteniendo a Telémaco, que está ansioso por entrar en la dársena.

Una vez dentro, a cada hora, ni antes ni después –minuto arriba, nunca abajo–,
el puente comienza abrirse –¡ahí está!–
y se produce el desfile de barcos que entran y salen, parece que ansiosos,
para continuar sus derrotas.

Levkada es para Telémaco un sitio conocido.
Atracó esta vez en su muelle público –gratuito– y no en la marina.
Aquí hay una de las mayores tiendas de aprovisionamiento de recambios y efectos náuticos de la zona, y también un sitio fácil donde proveerse de butano, agua o alimentos u otros menesteres, como repostar combustible –aunque esto también puede hacerse en la marina, antes de enfilar el canal hacia el sur– o lavandería.

Telémaco estuvo en Levkada el tiempo preciso, ansioso por fondear en Meganissi
y antes, en su camino, hacerlo en Skorpio.

En Skorpio –¡novedad!– puedes pisar la tierra,
cosa vetada hasta ahora al tratarse de una isla privada.
Cuando al día siguiente llegaron otros barcos y pequeñas motoras a tomar posesión de parcelas de arena en su playa, Rik decidió que era la hora de marchar a cala Abelike en Meganissi.

Nada más llegar a la “Taverna Abelike”,
el tabernero dijo “hasta la vista” –lo único que sabe decir en castellano–
y se fundió en un abrazo con Rik.

Parece que fue ayer cuando marchó de aquí y ha pasado nada menos que un año.
Este tío es encantador, se acuerda de mi desde el año pasado –pensó Rik–.
Allí Rik utilizó las lavadoras y duchas por un precio simbólico,
mientras degustó una cerveza a la sombra de sus olivos, esta vez con ausencia de avispas.

Tras disfrutar del fondeo en Abelike, y visitar Vathy a pie, Rik y Telémaco marcharon hacia Itaka.



El viento era propicio. Velas arriba, rumbo al norte de Frikes, al fondeo de Áy Nikoláou donde Rik vivió tan gratos recuerdos del año pasado.


–Rik, veo una sirena. A mi babor –avisó Telémaco.
–No puede ser, Telémaco. Será un delfín o una foca monje, que hay una colonia por aquí –respondió Rik.
–No, Rik. Sé distinguir bien. Es una sirena y te está mirando, viene a por ti. Tienes suerte que te proteja Atenea.
–Tontería, Telémaco –dijo Rik.
–Rik, es Pandora. –Ja, ja, ja –rió Rik–. Pandora fue la primera mujer, Telémaco, aquella que crearon con la ayuda de los dioses.
–No rías, que es verdad. Es ella. Ya lo sé, se le escaparon todas las gracias de la caja.
–Todas no, Telémaco, tapó la caja pronto pero sólo pudo quedarse con la esperanza.
–Rik, dile que sí. Te conviene.
–Por eso se dice que la esperanza es lo último que se pierde –comentó Rik desoyendo a Telémaco–. Esperanza por vivir, aceptar lo que eres. Olvidarte de lo que tienes. Esperanza a no ser utilizado, a esperar el día con optimismo.
–Rik, me dice que quiere estar contigo, que le digas algo.

Navegar Ítaka y Kefalonia con sus múltiples calas y puertos fue una experiencia que dejó huella.
Ya el año pasado en estos mares estuvieron muy presente en Telémaco y Rik.



En Kioni, Frikis o Vathy,
Rik conversó allí en castellano con griegos de la zona –mayores–,
igual que hizo el año pasado, pero también con jóvenes que lo están estudiando en Patras o Atenas. 

Como en las fiesta popular de Stavros.  

En Kioni departió en varias ocasiones con los propietarios de una taberna deliciosa y de buen trato como es Calypso.

– Rik, me dice que quiere verte, que quiere ir contigo. 
Rik ignoró el comentario de Telémaco y éste prosiguió:
–Rik, me dice que es Afrodita, que quiere que la lleves a Kithira.
–¿En qué quedamos, no era Pandora? –cuestionó Rik.
–No, es Afrodita, que la lleves –dijo Telémaco.
–Pregúntale si tiene FaceBook. 

Rik se dirigió a Samien Kefalonia,un puerto desconocido todavía por Telémaco,con los servicios necesarios para hacer agradable la estancia en tierray visitar partes desconocidas del interior de la isla.