El impulso de querer sentir la aventura de vivir
navegando por la vida.

Viajar, la expresión del tiempo que pasa.

viernes, 27 de julio de 2012

41.- Andipaxoi, Levkas.


Después de Paxoí (Gaios y Mongonisi), Andipaxoi.
Y de ahí, a Lefkada, calculando el tiempo para la apertura del puente.


– ¡Hombre, un compatriota!

Estaba fondeado en Mongonisi, una vez abandonado Gaios, al sur de Paxoí. Fondeado, pero evitando el borneo amarrado a tierra.

Y en el relax de la tarde veo entrar un Bavaria con bandera española, el “Presto”. ¡Un compatriota!

      Te he visto por tu blog– me dice el patrón evolucionando en mi proa y me saludan con la mano. 

Veo que atraca en el embarcadero. Luego se acerca con su “dingui” y tenemos tiempo para hablar y tomar esas cervecitas en la taberna de tierra.


En la taberna de tierra degustamos del placer del ocaso. Y van llegando turistas de los “charters” para una cena de grupo. Y la taberna os obsequia con bailes típicos griegos, incluido, claro, el sirtaki.


En la taberna bailaron todo tipo de bailes griegos y, al final, “música disco” para turistas,
¡y no faltó “Macarena”!:

Dice el patrón del “Presto” que me localizó por Internet,
buscando información sobre navegar en Grecia.
No lo sabía, pero tampoco creo que Telémaco sea referente sobre eso como para ofrecerse en primera línea del buscador.
¡Cosas de Internet, que no todo lo que dice o sale es real!

Al día siguiente pongo rumbo a Andipaxoi, y fondeo pasado Órmos Agrapidhia, en una cala pequeña, a unos 200 metros al norte de la cala del faro, donde apenas entran dos barcos pequeños.
También aquí seguro el fondeo amarrándome a una roca de la orilla.
Es una delicia estar solo aquí, sin bullicio de turistas, charters y megabytes.

Del fondeo de Andipaxoi, rumbo a Lefkas.
Calculé rumbo y velocidad para llegar a la apertura del puente de las 14 horas.
Salí con ESE de 1 nudo, mar llana, o sea que no me resultó difícil calcularlo.
A media mañana roló a SW3 y a SW4 justo cuando enfilé las boyas del canal de Levkas a pocos metros de la orilla.

Por desconocimiento del puerto y de la ciudad de Lefkada,  decidí entrar en la Marina para disponer de electricidad y poder cargar baterías ya que había tenido caídas importantes que me inquietaban. Error.
La Marina no me gustó nada, nada, nada. Ni la infraestructura ni el trato.


Como suele ocurrir con frecuencia, me dirigen a un amarre súper-lejos de todo, las duchas a casi mil metros de distancia (con una temperatura en el ambiente de 32ºC) –con lo que usé las del barco, claro– las basuras a 400 metros del amarre… y pagué cerca de 60,00€ por todo ese “nada”. Y “charters”, abarrotada de ellos, y un traj´çin de clientes que van y vienen… Regresaré a Lefkada, sí, pero no a la Marina, no.


Navegué el canal, de aproximadamente una milla, con barcos que me adelantaban a más de 6 nudos cuando las indicaciones dicen que se navegue a 4.
Cinco barcos me adelantaron en escasamente media milla de recorrido.




En Lefkada disfruté de sus casitas e intrincadas callecitas, estrechas, con flores, con sillas para la tertulia vespertina, niños en la calle, y solitarias. Sin embargo, otra principal llena de turistas, la mayoría italianos. Me llamó la atención sus casas bajitas, y de construcciones livianas después del devastador terremoto que sufrieron en los años sesenta.


De nuevo enfilé el canal para poner rumbo sur. Rumbo a Nidrí. Llegué a Nidrí, pero mi sorpresa fue mayçuscula al ver la gran densidad de barcos en la zona. ¿Doscientos, trescientos? ¡Yo qué sé. Fondeados, atracados, en varaderos. No, en Nidrí no me gustó estar todo abarrotado de barcos y driblando los fondeados y los que navegaban para llegar al fondeo.

Seguí navegando para procurar el fondeo de Órmos Vlikho, donde también había muchos barcos pero menos. Y en la orilla de levante había menor  densidad que en la orilla cercana al pueblo, con tres o cuatro tabernas.

Y de allí, navegando Skorpio, rumbo a Órmos Rouda y Sívota.



Y de Sívota a Vassilikí. En Vassilikí no fue un fondeo cómodo hasta bien entrada la noche ya que soplaba fuerza 5 y el mar entraba directo a la bahía. Pero a medida que entraba la noche el viento roló a W y el mar calmando.

Enfrente tengo Ítaca. Me espera. No tengo prisa, pero sé que ya estoy en su puerta. Mañana levantaré el fondeo y pondré rumbo Frikes. La meteo da una previsión para el fin de semana de vientos NW y N de fuerza 5 y 6 y me gustará estar a resguardo. Veré si puedo estar entonces en Ítaca:



Recuerdo. ¡Recuerdo tantas y tantas cosas! He vivido. 
Recuerdo el Canto XVI de la Odisea: Telémaco reconoce a Odiseo.

Estoy a punto de comprender los secretos que leí aquella tarde noche en los documentos que mi padre, al morir, había dejado.
Aquella tarde en Cádiz, en la soledad del piso que había dejado mi padre, repasando documento a documento, libros, fichas, legajos, cartas, anotaciones, libretas, descubrí lo que había estado oculto tanto y tanto tiempo.
En aquellos días, que habían coincidido con las gestiones para la compra de mi barco, pasé tiempo en su casa. Abrí aquellos armarios y cajones y empecé a leer. 




jueves, 19 de julio de 2012

40.- Kerkira, Moúrtos, Parga, Paxoí



Me despedí de los últimos fondeos de Kerkira, para poner rumbo a la costa continental enfrente y luego, visitado Moúrtos y Parga, navegar las 12 millas hasta la isla de Paxoí.

En Corfu había fondeado a resguardo del castillo veneciano.
Allí compartimos unas cervecitas con Fernando y Lidia del Ralip.


Kerkira, Corfu.
No sé por qué han de llamarle “Corfu” –dicen aquí que es su nombre en inglés–
cuando en griego se llama Kerkira.
Si estamos en Grecia, digo yo que se llamará Kerkira.
Me sorprende que los nativos lo digan tan natural, y lo acepten como tal. Corfu o Kerkira, les da igual. Desde luego, ha sido la influencia de la etapa de protectorado inglés de la isla.

Todo el mundo habla inglés. E italiano.
Hay turistas ingleses e italianos por todas partes, es lo que más abunda.
También alemanes y rusos.

Hay rincones encantadores. Como éste, con la isla de Vidho enfrente.


Después de un vivir algo la ciudad, embarcar Pat, que vino a compartir sus vacaciones conmigo, degustar de sus tabernas populares, no para turistas, sus comercios y lugares –supermercados, frutería, óptica, papelería– donde todos te asesoran, te preguntan por España, te dicen que griegos y españoles están muy próximos, y todas esas cosas que te hacen sentir acogido y muy bien, Telémaco decide que es necesario despedirse, por mucho que te cueste, y que hay que navegar a otros sitios.

Por la mañana levantamos fondeo para visitar Petriti al sur de Kerkira,
y luego poner rumbo al continente.
Allí, Platarias –casi todo charters– y las islas de Mourtos –más charters–.

La zona de Moúrtos, preciosa.
Pero más charters. Mucho barco “suelto”.
Y no es que tenga nada contra los “charteristas” en general, pero es frecuente origen de problemas cuando sólo se coge un barco que desconoces durante una semana de año en año.
O peor, cuando un grupo de amigos decide tomarse unas vacaciones a bordo de un velero.
La velocidad, las maniobras en puertos, el poco cálculo en los fondeos, la no previsión de los borneos, los problemas amarrando a tierra, los enredos de las anclas y cadenas, los gritos en las maniobras, son una pequeña muestra de cosas que pasan.

No me gustó el fondeo frente a Moúrtos
ni en el mismo puerto por la cantidad de turistas pero pasé la primera noche.
Telémaco recorrió las islas de Áy Nikólaos, Sivota, Mavros.
Fondeo al NE de Mavros.

En el fondeo al NE de Mavros otros tres barcos más estaban firmes con un cabo a tierra.
Pensé que tocaba hacer lo mismo y evitar el borneo. Telémaco también. Fue mi primera experiencia y pude resolverla sin problema, aunque lenta por la falta de hábito y tomé nota para próximas ocasiones.


Todo este trozo de costa hasta Parga presenta muchos tranquilos fondeos protegidos de los vientos dominantes en esta época del año.

En Parga Telémaco compartió fondeo en Órmos Valtou con más de 40 barcos, 30 de ellos “charters”. Joanis, barquero, con su barco-taxis lleva y trae contínuamente a navegantes y turistas de Valtou a Parga y decidimos usar sus servicios para conocer algo más directamente la vida de la ciudad.


Cerca de 40 años lleva Joanis haciendo lo mismo todos los días.


Lo mejor de todo, su gente.
Su hospitalidad, su apertura, su proximidad.
Me confunden con “italianos”, pero cuando digo que soy español, vuelven los abrazos, los apretones, las risas. Y el fútbol.
Como en esta tienda, donde llama a su hijo, que fue de turismo a Barcelona, para que conociera a los españoles:

Parga es una ciudad encantadora, con un castillo de la época veneciana muy bien conservado.
Tiene su “Café del Mar”, y sus múltiples terracitas, y callecitas intrincadas e íntimas sin turistas, sus iglesitas, sus patios. 


La señora del supermercado enseñan las fotos de la boda de su hija que vive en Atenas, casada con un piloto de aviación también de Parga, y los viajes de Atenas a Parga,… explica, comparte, disfruta.
E invita a unos dulces caseros.

Desde Parga, rumbo a Paxoí.
Doce millas. Fuerza 2, mar rizada. Brumas.
Temperaturas en aumento hasta los 32ºC.
No hay viento para las velas.
Así entramos en Lakka a fondear en esa preciosa e inmensa bahía de apenas 3 metros de sonda.

Una tarde observo numeroso público expectante de algo.
Es un triatlón y pasaron nadando los muchos participantes por medio del fondeo.


Las tardes en el fondeo transcurren plácidamente.
Me gusta ver cómo se posa el sol suave y dulcemente en la montaña, detrás de los olivos y cipreses, con el constante sonar de las cigarras, y con los edificios que poco a poco van tomando color pastel.

Los barcos bornean sobre sus anclas, la brisa va de NW al NE.
Balanceo suave sobre la mar rizada.


Ya la ribera está sin sol, que apenas se despide de las laderas de levante del fondeo.
Hay silencio. Algún grillo empieza a cantar.
Se oye alguna voz infantil en la lejanía.

La mayoría de barcos han borneado y ahora miran a levante.
Telémaco no, mira todavía a poniente.
Se despide del ocaso.
Sabe que cambiará de posición, que también borneará, se hace el remolón.
Cree que no ha llegado su momento.
Mira las proas de todos los demás.
Es presumido.

Sabe que también borneará y quedará delante de todos, y le estarán mirando.
Apenas con el resplandor del ocaso, todos los “dinguis” empiezan a moverse y a navegar hacia tierra. Abandonan sus barcos, y llevan su tripulación bien arreglada, las señoras maquilladas.
Cenarán en cualquiera de las múltiples tabernas.
Me quedo en Telémaco.
Disfruto pudiendo observar las evoluciones del fondeo y su gente.

Mientras entra la noche, espero el cambio.
Bueno, no lo espero porque soy consciente que el cambio es connatural de la vida, que la transitoriedad de todo es lo que permite abrir la mente a la receptividad del día y del momento.

En la lejanía, no se ve pero se percibe el “rum-rum” de un motor que se va acercando.
Ya empieza a encenderse el farolillo de fondeo que llevo en la popa.
¿Estás bien, Telémaco? –le pregunto.
Se balance, no me responde esta vez.
Pero yo sé que este movimiento rítmico, suave, pausado, acompasado, es su manera de decirme que se siente feliz.
Le noto inquieto, he de tranquilizarlo.
Sé que nota en su interior un deseo de no para y seguir navegando para llegar a Ítaca.
Ulises tardó veinte años, diez en Troya y diez navegando aventuras, nosotros sólo doce.
Pero ya llegamos, Telémaco. ¡Ya falta menos!
Iremos, sí, iremos.

¡Telémaco está girando, bornea! Está ya alineado con los otros barcos.
Anastasia, Mediterránea II, Lupa, Shamir, Naomi, Elena, y no sé cuántos más.

Telémaco cambia de fondeo para entrar en Gaios.
La previsión meteorológica para el lunes y martes es de NW fuerza 6.
Decido amarrar al muelle y asegurar amarras, ya que el viento vendrá de tierra.
Encuentro un sitio, mido distancias, y largo ancla y cadena para hacer la maniobra con holgura.
Doy máquina atrás hasta amarrar a tierra.
Todo a la primera.
No hay, de momento, problemas de cadenas y anclas.
El único problema que observo es que hay ratas. Así que decido protegerme:

Otros han optado por una solución más sencilla y económica, lo que copio para otras amarras:

Y aquí vivo las primeras experiencias de aprovisionamiento de agua y gasoil.
Aunque para electricidad y agua hay una instalación de torretas que facilita todo por un precio módico. Por 8€ tienes 400 l. de agua potable y electricidad a abordo.
El de la cuba te llena los depósitos por 5€:

La pescadería, donde puedes comprar el pescado del día a las 8 de la mañana:

Las ocas por la calle:

De esta guisa, con el autobús urbano, que une Laka, Logos y Gaios,
se puede visitar el interior de la isla por 2,5€.

Logos es pequeño, pero encantadoras sus terracitas al mar, su demolida fábrica de jabones, y la inquietud por proteger los gatos en inviernos.
Porque hay gatos, muchos gatos en todas partes.


miércoles, 4 de julio de 2012

39.- De Palaiokastritsa a las puertas de Corfú



El fondeo en Palaiokastritsa ha sido “justito”:
piedras por aquí a menos de una eslora, acantilado allá a unas seis esloras.
He tenido un poco de todo.
Relax, pero también un día de fuerte viento.


Estoy en el barco. No me atrevo a ir a tierra.
Sopla fuerte, NW de fuerza 6, con puntas de 32 nudos.
Telémaco aguanta bien.
Fondo de arena y el ancla, tipo “Rocna” ni inmutarse, tensa, pero aguanta.

Se ha descosido toda la cremallera de un toldo. Del otro toldo se ha roto un tensor. Los quito.
Hace calor. Estoy en la cabina y aprovecho para leer y escribir.
Espero que pase esta mala racha de hoy, ya prevista en la meteo.
Parece que durará todo el día, pero seguro que volverá el buen tiempo, tarde o temprano.

Pienso si cambiar el fondeo, pero con tanto viento y tan poco espacio –tengo piedras y rocas por todos lados– no me atrevo. He subido el dingui y me he preparado por si tengo que salir de aquí.

El viento es racheado, pero las puntas vienen ahora más seguidas.
Oigo ruidos y golpes a veces, y pienso qué podrá ser.
He de relajarme, quedar tranquilo. Siento preocupación interior, he de esperar que pase.
¿Tengo miedo? No. Estoy preocupado y atento.

A la noche, calmó. La luna y las estrellas me relajaron.
Levanté el fondeo al tercer día y puse rumbo a la bahía de Yeoryios.
Una playa extensa. Solitario en toda la bahía. Las mismas aguas cristalinas.


Y de allí a Porto Timoni.
Impresionante. Precioso. Enfilo despacito la ensenada, dos nudos, un nudo.
Fondeo en 4 metros de sonda. Solitario. Siento la paz de vivir la naturaleza.

Oigo cigarras contínuamente, su sonido se va acercando al barco poco a poco.
El mar, llano, no levanta olas. En la orilla apenas rompe nada.

Decido bajar a tierra remando. En silencio para no herir nada.


Método "vavi". Me lo explicó Fernando, del "Ralip".
Con este procedimiento evito "cargar" con el dingui.
Lo fondeo con un ancla y llego un cabo a tierra,
cabo que en un chicote está atado a un punto del dingui y el otro
–una vez pasado por la boya del ancla– a otra parte.
Por un lado "va" y cobrando del otro "viene"

Otro fondeo me espera.
Pongo rumbo al norte de la isla.
Paso de largo Kassiopi, y fondeo a resguardo de la punta de Akra Psaromita, al E de Órmos Vroulia. Es una ensenada preciosa, tranquila, toda bordeada de bosque.
También aquí estoy solo. Más cigarras. Paso la noche.


Sí, pero a la mañana siguiente llegan dos “golondrinas” cargadas de turistas.
Les alquilan sombrillas, esterillas, toallas, gafas para bucear.

Y el fondeo se convierte en una feria.
Organizan barbacoa. Colas y platos y vasos de plásticos por todas partes.

Quiero marchar, pero no puedo.
Una embarcación ha tirado su pesada cadena por encima de la mía.
He de esperar, sé que marcharán en un par de horas, porque el “programa” les lleva a otras partes, lo sé.


El asunto de los enredos de las cadenas en los fondeos es asunto serio.
Hay que estar atento. Necesito disponer de un artilugio que me permita liberar la mayoría de situaciones. Lo anoto para cuando entre en una marina.

Siento paz.
Hace ya unas semanas que estoy solo, y siento que no me pesa.
Me siento relacionado personalmente con los lugareños, con los otros barcos, y a través de Internet con los amigos y los míos.
Y me siento acompañado de mí mismo,
un encuentro interior que me da tranquilidad y harmonía.

Marcho al sur de Akra Psaromita, para fondear en Kalami. Apenas a tres millas.
Aquí es una ensenada con playa, igualmente con turistas.
Veo que es un sitio “movido”.
Llegaron tres megayates, dos super-motoras y un enorme velero de dos palos y seis crucetas.

En un megayate están intentando botar una lancha “auxiliar”,
labor en la que están involucrado cinco marineros.
Me doy cuenta que es un sitio que, una vez visto, invita a marchar.



De esta guisa pongo rumbo a Agni, la cala contigua, apenas a una milla.
Órmos Agni.
La previsión de vientos para la noche es de SE y cinco nudos.
Así, que procuro un resguardo a estribor en 5 metros de sonda.


Al fondear pregunto en inglés a un grupo de unas diez personas, que me observaban a bordo de un charter con bandera griega, cuántos metros de cadena han tirado, para prever el borneo.
Me contestan en inglés que 15.

Desde otro barco con bandera francesa, que ya nos habíamos encontrado en otra cala, me dicen en castellano “son españoles, háblales en español”.
Y entonces todo se volvieron saludos,
y al poco me ofrecieron ir a almorzar con ellos cosa que acepté.


Gente joven, trabajando en Ginebra y,
tomándose una semana de vacaciones por aquí, habían alquilado un barco con patrón griego.

De esta guisa, en pleno almuerzo me incitan a acudir a Corfú para poder ver el final del partido de fútbol España-Italia en la televisión.
Ah –pensé– ¿por qué no?
No soy aficionado al fútbol ni entiendo mucho, pero me gusta vivir estas experiencias.

Y así pusimos rumbos allá nada más almorzar.


Quedé impresionado al ver el fondeo al pie del castillo veneciano de Corfú. 
Cuántos barcos! Todavía no había visto tantos barcos juntos en Grecia.

La experiencia valió la pena.
Fue una tarde-noche distraída, divertida, y ganada por 4 a cero.

Levanté el fondeo con la intención de entrar en Marina Gouvia para formalizar la entrada en Grecia, reparar algunas cosas, darle un repaso al barco, lavandería, butano, y aprovisionarme en una tienda náutica de artilugios para los fondeos y sus cadenas y anclas.

Puse rumbo norte otra vez, y aproveché para inspeccionar más detenidamente la isla de Vidho (Nisís Vidho). “saliendo de la Marina, vendré a fondear aquí”, pensé.

Y llegando al canal de entrada de la Marina pensé que mejor fondear fuera y dedicar este día a actualizar el blog y escribir algo a la memoria de Enrique, un amigo fallecido en accidente laboral, con quien iba a compartir unos días en Grecia.

Gouvia Marina

Permitidme que reflexione un poco sobre mi amigo.

Esta semana recibí la noticia: fallece en accidente laboral.
Cae desde 25 metros de altura de una grúa en el puerto de Barcelona.
¡Qué mala noticia!
Me sentí mal. Me ha afectado mucho. Intento superarlo.

La vida es efímera. Habíamos hecho planes.
El lunes anterior al accidente habíamos hablado por Skype.
Iba a venirse con Olga, su pareja, el 3 de septiembre a pasar unos días conmigo a Grecia y hasta se planteó ayudarme a volver con el barco hacia Barcelona.

Ahora, ya nos ha dejado.
Me gustaría tener un pensamiento y transmitirle energías y paz a Olga.
Si alguno de vosotros visteis el programa de televisión "Respira", lo recordaréis.
Aquél programa que trataba sobre "Vivir en un barco".
¡Cuánta ilusión le hizo participar en ese programa, y cuán intensamente lo vivió!

Haya paz para él.
Haya paz y fortaleza para Olga, su familia, sus amigos.

Olga me preguntaba por teléfono "Rik, ¿por qué a él, por qué ahora?"
Olga, porque esta, desgraciadamente, es la incongruencia de la vida que vivimos.
Nos hemos imaginamos la vida de una forma pero no nos damos cuenta que realmente es de otra, de que todo cambia, y nada está en nuestra mano.

Porque, Olga, amigos, la vida es eso, un problema detrás de otro.
La vida sin problema es un "cuento de hadas".
La vida es respirar en cada momento y darnos cuenta que lo hacemos.
E ir superando los problemas, por fuerte que sean, como éste.
Y mientras, vivir en paz con nosotros, y los demás.

Todos marcharemos de aquí, la vida es puro tránsito.
No permanece.
No somos eternos.
Todo fluye y cambia.

La vida no se acaba.
Sólo se transforma.
Es una energía que no se pierde.
Lo material caduca.
La mente, el espíritu, se va.


Donde quiera que ahora esté, Enrique quiere vernos bien y fuertes.
Olga, a ti y a todos.

Quiere que miremos adelante y guardemos de él un bonito recuerdo.
No quiere vernos hundidos.
Quiere que, como hacía él, luchemos, miremos adelante, nos entreguemos a los demás.
Quiere que pasemos por esta vida habiendo hecho bien, y dejando también un bonito recuerdo.
No quiere vernos tristes, no.

Sabe que es una situación dura, pero quiere que comprendamos que son cosas de la vida, y que lo aceptemos.

La vida es transitoria.
No permanece ni somos sus dueños.
Todo cambia. Nada nos pertenece.

Comprendamos que un problema nos traerá otra dicha.
Los problemas nos deben hacer comprender la realidad de las cosas.
Nos deben hacer fuertes porque llegamos a comprender que es necesario aceptar esa realidad.
Y entonces, tenemos la obligación de seguir para delante.

Y así, en paz, con el pensamiento capturado, llega la luna llena.


Toda nuestra vida es una estela en el mar. ¡Buena proa Enrique!

Volviendo de Columbretes con Enrique.
Así era: con los brazos abiertos para todos.
Así quiere que seamos nosotros.