De Vassiliki salí rumbo a Ítaca con una previsión de viento
NW fuerza 5 y rachas de 6 a partir de la tarde. Pensé que podría estar amarrado
en el puerto de Frikes para entonces.
Salí de la bahía de Vassiliki con viento portante de F3, mar
rizada, así que decidí subir las velas y entrar en Ítaca al ritmo que viento y
mar me marcasen. En silencio, con un suave cabecear, poco a poco.
Veo Ítaca enfrente. Es muy montañosa. De hecho, todo el
Jónico lo veo muy montañoso, no lo imaginé así. Lo había leído en la Odisea
aquella tarde, en una de las muchas versiones que tenía mi padre: Ulises no
acepta un regalo de caballos de un rey porque le dice que su isla es montañosa
y no hay sitio para los caballos.
Recuerdo aquella tarde en Cádiz, hace 12 años, leyendo los
escritos de mi padre, sus vicisitudes y lucha por la vida. Su vida familiar, su
universidad truncada por la guerra. ¡Esa maldita guerra que truncó tantas y
tantas cosas no sólo en tres años, sino en muchos, muchos más! Fue esa carta.
La recuerdo.
Ahora estoy delante de Ítaca. Decido poner rumbo a Frikes.
Navego con la mayor rizada y todo el génova. El viento ha arreciado. Sigue
entrando por la aleta de estribor. Telémaco navega alegre a 6 nudos.
Al entrar en
Frikes observo que todos los barcos, excepto uno, están abarloados a los
muelles impidiendo que puedan amarrar más barcos como no sean abarloándose.
Algunos son de “flotillas”.
¡Tremendas flotillas, que quitan el encanto a estos
mares! Son empresas que hacen “charters” y organizan grupos de navegantes. A
algunos les dan unas pequeñas nociones de cómo funcionan las velas y el ancla
antes de salir, como vi en Sívota.
Al navegar en la dársena de Frikes veo que un barco
abarloado va a salir y me preparo para largar el ancla, filar cadena y atracar
de popa, porque haciéndolo así dejo espacio para que otro barco, incluso dos
más, pueda atracar también. Pero un alemán entra por la bocana a no menos de 5
nudos e, ignorándome, se abarloa en el espacio que había dejado libre el que
marchaba. Cuando le llamo la atención me dice que él lo ha sido más rápido y
que yo me abarloe a él. No quiero discutir. No deseo que me afecte esa forma de
ser y marcho del puerto. Seguramente es una persona negativa, como negativa
será también su vida. Vivirá con su desgraciada forma de convivir y no pensar
en el respeto a los demás. Marcho rumbo a Kioni.
En Kioni había una densidad tremenda de barcos, por lo que
no me apeteció participar de la “fiesta” y marché a una cala a la entrada de
Órmos Vathi. Allí encontré una cala flanqueada por una ermita y protegida de
mar aunque no de viento de NW.
Allí estaba el barco solo, pero con mucha sonda. Las
profundidades en Ítaca son considerables. El viento seguía soplando “mistral”
fuerza 5, con rachas de 6. Telémaco pasó la noche allí, pero decidí marchar el
día siguiente a Kastós. Ítaca no deseaba recibirme todavía. Pensé que no era el
momento de entrar en Ítaca. Marché. Rumbo a Kastós.
Aquella tarde en casa de mi difunto padre leí en una de sus
Odiseas que Telémaco no aceptaba que su padre desapareciera, se enfrentaba
continuamente a los pretendientes de su madre, Penélope, y necesitaba saber de
su padre. Y por eso marchó de Ítaca, en busca de su padre. Y yo mismo también
deseaba saber. Cuanto más leía sus papeles más aceleraba mi deseo de
conocimiento.
Ahora yo también marcho de Ítaca, sin apenas haber estado.
Volveré. Pongo rumbo a la isla de Kastós, pasando por la de Átokos. En Kastós
atraco popa al muelle, debajo de la farola roja de su bocana.
Kastós es una isla con poca población, apenas 25 habitantes.
Después de un par de días allí sus habitantes ya saludan.
El pueblo de Kastós, con uno de sus antiguos molinos frente
al mar en una espléndida y relajan vista a la caída del día.
Conocí a Τάσος, al
pasar por su casa, obsequia con un par de kilos de peras, y una planta de
basilisco. ¡Incluso ofrecía cervezas! Τ ά σ ο ς había marchado a New York de joven y volvió a la isla, dijo, para morir aquí.
Dice que en América llevaba mala vida y gastaba mucho, y aquí está radiante de
alegría:
De charla en casa de Τασος |
En Kastós coincidí con “La Maga”. Trabaja aquí desde hace
tiempo y tiene un blog encantador : “Navegando por Grecia”, que recomiendo. http://navegandoporgrecia.blogspot.gr/
De Kastós puse rumbo a Kálamos.
Pueblo de Kálamos |
Antes de entrar en el puerto de Kálamos decidí pasar un día
fondeado en Port Leone, un pueblo abandonado después de haber sufrido un
terrible terremoto en 1.953. Ese año el terremoto causó verdaderos estragos en
varias de estas islas.
(Fondeo de Port Leone):
Fondeo de Port Leone |
Al día siguiente decidí entrar en puerto. ¡Error! Entraron
posteriormente cerca de cincuenta barcos de cuatro flotillas diferentes, más
los que navegaban como yo. Tuve la suerte de que entré antes que ellos y pude
escoger sitio para el atraque, al que acudió veloz George dueño de una de sus
tabernas.
Visita de la ciudad, súper empinada, de su playa, y uno de
sus supermercados:
Uno de los súper de Kálamos, con su balanza y recuerdos |
Largo amarras para poner rumbo a Meganisi, pero antes fondeo
en el norte de la isla de Kálamos en parajes tranquilos y nada concurridos,
donde el paisaje y los múltiples tonos verdes de su vegetación hacen una de las
pinturas más bonitas que haya podido contemplar.
Fondeo al norte de Kálamos |
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