Estar en Kassiopi y encontrar personas con quien entenderme
ha sido un bonito regalo que me ha traído la vida.
Al día siguiente cogí el
autobús interurbano hacia Ajarabi por 1,60€.
Me impresionó el conductor, que
iba hablando con los pasajeros y mirando para atrás cuando se dirigía a uno de
ellos. Me cortan el pelo por 9,00€. Me informé de las conexiones posibles a
Internet. Pasé el día allí, playa, restaurante.
Esperando el autobús de regreso
me invitaron los taxistas a sentarme en su banco y participar de su tertulia.
Me ponen al día: su economía, su turismo, los inviernos, la vida, las
costumbres. Disfruto.
En esta tienda compré especies para la cocina. Tienda
naturalista, un verdadero museo-exposición
Especies de todo tipo y lugar, artísticamente expuestas. Una delicia de establecimiento, |
Mi profesor de griego estudió economía, contabilidad, etc. y
trabajó de ayudante de camarero hasta que cerró el restaurante, y luego en la
construcción –donde lo dejó porque no hay ya y porque le dejaron de pagar aquí
y allí, un total de 8.000,00€, a razón de 50€/día– ahora trabaja, cuando le
llaman, como ayudante del oficial limpiando fosas asépticas o pintando casas.
La juventud no ve las cosas claras.
Los mayores tampoco.
Mientras, van pasando los días.
En todo el pueblo no hay red de alcantarillado:
Casa con su letrina |
Una de sus varias calitas |
La estancia en Kassiopi es difícil de olvidar.
He pasado una
semana allí.
El contacto con la gente, sus playas, su naturaleza.
Al partir me
decían “vuelve, este conocimiento no se puede acabar aquí”.
La preciosidad de mi profesor de griego:
Una mujercita que no llega a tres añitos |
He disfrutado de las playas de Kassiopi, su castillo.
Me han
acompañado los trinos de los gorriones,
que cantan igual que en España, como
las tórtolas.
Y las gallinas. En las casas oigo gallinas.
Los caminos a las
playas están cargados de jazmines que, como las sirenas de Ulises,
me van
atrayendo sin cesar e hipnotizando los sentidos de tan bien que huelen.
Los
pinos llegan al mar.
He oído cantar las cigarras por primera vez desde que salí
de España.
En el silencio de la noche,
sentado en la bañera repasando
el día y observando la proliferación de luces de Albania,
con su faro, y el
manto de estrellas en el firmamento, huelo a pino.
La ligera brisa nocturna me
trae olor de pinos.
Los olores a pino y jazmín, el de la hierbabuena,
el canto
de los gorriones, las tórtolas y las cigarras
me trasladan a mi juventud en los
campos de Cádiz,
en esas tardes de solana, con calor veraniego,
donde el tiempo
todavía no transcurría y todo, todavía, parecía eterno.
Al salir del fondeo tuve que solucionar otro problema con el
ancla.
Mi vecino, un francés hablando inglés, con un barco de hierro de seguro
más de 40 Tn,
había largado 60 metros de cadena y había pasado por encima de la
mía. Enredo.
Otros navegantes ingleses se apresuraron a ayudarme con su
auxiliar y quedé libre.
Es la solidaridad del mar.
Navegando las 25 millas hacia Palaiokastritsa me crucé con el barco de un amigo, el “Ralip”.
Él se dio cuenta e inmediatamente maniobró para ir a mi encuentro.
Quedamos los dos barcos al pairo dialogando un rato
y haciendo planes para
volvernos a encontrar en Corfú dentro de unos días.
Palaiokastritsa es una maravilla.
Dicen que es uno de los
fondeos más bonitos del Jónico. Tiene 16 playas.
Telémaco, procurando el fondeo |
Fondeé donde me pareció más tranquilo, aunque flanqueado por
muy cerca de piedras.
Pero el ancla agarró bien y vi que el fondeo era seguro.
Al fondo, Telémaco en el fondeo |
Palaiokastritsa está lleno de turistas, demasiado bullicioso
para mi gusto y voy cambiando de fondeos para conocerlos y disfrutarlos todos.
He subido a pie al monasterio de “Theotókos”, del siglo XII,
aunque restaurado en el XVIII.
Y visité su colección de iconos del siglo XVII.
Extraordinario. Como las vistas desde allí.
Y las vistas desde el monasterio, maravillosas:
Aguas turquesas, transparentes.
Veo en el fondo los peces,
que se bañan conmigo a menos de 20 centímetros.
Desde Telémaco veo los peces en
el fondo, y el ancla, y la cadena.
El ancla está casi totalmente enterrada en
la arena.
El Capitán Teach me dijo “has llegado al paraíso”
Y ahora, momento de relax.
Una cervecita, por favor.
“Ena bira,
paracaló” Aquí 3,50€.
1 comentario:
Una birra palacaló!
Que bien se entiende el griego :)
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