El impulso de querer sentir la aventura de vivir
navegando por la vida.

Viajar, la expresión del tiempo que pasa.

miércoles, 4 de julio de 2012

39.- De Palaiokastritsa a las puertas de Corfú



El fondeo en Palaiokastritsa ha sido “justito”:
piedras por aquí a menos de una eslora, acantilado allá a unas seis esloras.
He tenido un poco de todo.
Relax, pero también un día de fuerte viento.


Estoy en el barco. No me atrevo a ir a tierra.
Sopla fuerte, NW de fuerza 6, con puntas de 32 nudos.
Telémaco aguanta bien.
Fondo de arena y el ancla, tipo “Rocna” ni inmutarse, tensa, pero aguanta.

Se ha descosido toda la cremallera de un toldo. Del otro toldo se ha roto un tensor. Los quito.
Hace calor. Estoy en la cabina y aprovecho para leer y escribir.
Espero que pase esta mala racha de hoy, ya prevista en la meteo.
Parece que durará todo el día, pero seguro que volverá el buen tiempo, tarde o temprano.

Pienso si cambiar el fondeo, pero con tanto viento y tan poco espacio –tengo piedras y rocas por todos lados– no me atrevo. He subido el dingui y me he preparado por si tengo que salir de aquí.

El viento es racheado, pero las puntas vienen ahora más seguidas.
Oigo ruidos y golpes a veces, y pienso qué podrá ser.
He de relajarme, quedar tranquilo. Siento preocupación interior, he de esperar que pase.
¿Tengo miedo? No. Estoy preocupado y atento.

A la noche, calmó. La luna y las estrellas me relajaron.
Levanté el fondeo al tercer día y puse rumbo a la bahía de Yeoryios.
Una playa extensa. Solitario en toda la bahía. Las mismas aguas cristalinas.


Y de allí a Porto Timoni.
Impresionante. Precioso. Enfilo despacito la ensenada, dos nudos, un nudo.
Fondeo en 4 metros de sonda. Solitario. Siento la paz de vivir la naturaleza.

Oigo cigarras contínuamente, su sonido se va acercando al barco poco a poco.
El mar, llano, no levanta olas. En la orilla apenas rompe nada.

Decido bajar a tierra remando. En silencio para no herir nada.


Método "vavi". Me lo explicó Fernando, del "Ralip".
Con este procedimiento evito "cargar" con el dingui.
Lo fondeo con un ancla y llego un cabo a tierra,
cabo que en un chicote está atado a un punto del dingui y el otro
–una vez pasado por la boya del ancla– a otra parte.
Por un lado "va" y cobrando del otro "viene"

Otro fondeo me espera.
Pongo rumbo al norte de la isla.
Paso de largo Kassiopi, y fondeo a resguardo de la punta de Akra Psaromita, al E de Órmos Vroulia. Es una ensenada preciosa, tranquila, toda bordeada de bosque.
También aquí estoy solo. Más cigarras. Paso la noche.


Sí, pero a la mañana siguiente llegan dos “golondrinas” cargadas de turistas.
Les alquilan sombrillas, esterillas, toallas, gafas para bucear.

Y el fondeo se convierte en una feria.
Organizan barbacoa. Colas y platos y vasos de plásticos por todas partes.

Quiero marchar, pero no puedo.
Una embarcación ha tirado su pesada cadena por encima de la mía.
He de esperar, sé que marcharán en un par de horas, porque el “programa” les lleva a otras partes, lo sé.


El asunto de los enredos de las cadenas en los fondeos es asunto serio.
Hay que estar atento. Necesito disponer de un artilugio que me permita liberar la mayoría de situaciones. Lo anoto para cuando entre en una marina.

Siento paz.
Hace ya unas semanas que estoy solo, y siento que no me pesa.
Me siento relacionado personalmente con los lugareños, con los otros barcos, y a través de Internet con los amigos y los míos.
Y me siento acompañado de mí mismo,
un encuentro interior que me da tranquilidad y harmonía.

Marcho al sur de Akra Psaromita, para fondear en Kalami. Apenas a tres millas.
Aquí es una ensenada con playa, igualmente con turistas.
Veo que es un sitio “movido”.
Llegaron tres megayates, dos super-motoras y un enorme velero de dos palos y seis crucetas.

En un megayate están intentando botar una lancha “auxiliar”,
labor en la que están involucrado cinco marineros.
Me doy cuenta que es un sitio que, una vez visto, invita a marchar.



De esta guisa pongo rumbo a Agni, la cala contigua, apenas a una milla.
Órmos Agni.
La previsión de vientos para la noche es de SE y cinco nudos.
Así, que procuro un resguardo a estribor en 5 metros de sonda.


Al fondear pregunto en inglés a un grupo de unas diez personas, que me observaban a bordo de un charter con bandera griega, cuántos metros de cadena han tirado, para prever el borneo.
Me contestan en inglés que 15.

Desde otro barco con bandera francesa, que ya nos habíamos encontrado en otra cala, me dicen en castellano “son españoles, háblales en español”.
Y entonces todo se volvieron saludos,
y al poco me ofrecieron ir a almorzar con ellos cosa que acepté.


Gente joven, trabajando en Ginebra y,
tomándose una semana de vacaciones por aquí, habían alquilado un barco con patrón griego.

De esta guisa, en pleno almuerzo me incitan a acudir a Corfú para poder ver el final del partido de fútbol España-Italia en la televisión.
Ah –pensé– ¿por qué no?
No soy aficionado al fútbol ni entiendo mucho, pero me gusta vivir estas experiencias.

Y así pusimos rumbos allá nada más almorzar.


Quedé impresionado al ver el fondeo al pie del castillo veneciano de Corfú. 
Cuántos barcos! Todavía no había visto tantos barcos juntos en Grecia.

La experiencia valió la pena.
Fue una tarde-noche distraída, divertida, y ganada por 4 a cero.

Levanté el fondeo con la intención de entrar en Marina Gouvia para formalizar la entrada en Grecia, reparar algunas cosas, darle un repaso al barco, lavandería, butano, y aprovisionarme en una tienda náutica de artilugios para los fondeos y sus cadenas y anclas.

Puse rumbo norte otra vez, y aproveché para inspeccionar más detenidamente la isla de Vidho (Nisís Vidho). “saliendo de la Marina, vendré a fondear aquí”, pensé.

Y llegando al canal de entrada de la Marina pensé que mejor fondear fuera y dedicar este día a actualizar el blog y escribir algo a la memoria de Enrique, un amigo fallecido en accidente laboral, con quien iba a compartir unos días en Grecia.

Gouvia Marina

Permitidme que reflexione un poco sobre mi amigo.

Esta semana recibí la noticia: fallece en accidente laboral.
Cae desde 25 metros de altura de una grúa en el puerto de Barcelona.
¡Qué mala noticia!
Me sentí mal. Me ha afectado mucho. Intento superarlo.

La vida es efímera. Habíamos hecho planes.
El lunes anterior al accidente habíamos hablado por Skype.
Iba a venirse con Olga, su pareja, el 3 de septiembre a pasar unos días conmigo a Grecia y hasta se planteó ayudarme a volver con el barco hacia Barcelona.

Ahora, ya nos ha dejado.
Me gustaría tener un pensamiento y transmitirle energías y paz a Olga.
Si alguno de vosotros visteis el programa de televisión "Respira", lo recordaréis.
Aquél programa que trataba sobre "Vivir en un barco".
¡Cuánta ilusión le hizo participar en ese programa, y cuán intensamente lo vivió!

Haya paz para él.
Haya paz y fortaleza para Olga, su familia, sus amigos.

Olga me preguntaba por teléfono "Rik, ¿por qué a él, por qué ahora?"
Olga, porque esta, desgraciadamente, es la incongruencia de la vida que vivimos.
Nos hemos imaginamos la vida de una forma pero no nos damos cuenta que realmente es de otra, de que todo cambia, y nada está en nuestra mano.

Porque, Olga, amigos, la vida es eso, un problema detrás de otro.
La vida sin problema es un "cuento de hadas".
La vida es respirar en cada momento y darnos cuenta que lo hacemos.
E ir superando los problemas, por fuerte que sean, como éste.
Y mientras, vivir en paz con nosotros, y los demás.

Todos marcharemos de aquí, la vida es puro tránsito.
No permanece.
No somos eternos.
Todo fluye y cambia.

La vida no se acaba.
Sólo se transforma.
Es una energía que no se pierde.
Lo material caduca.
La mente, el espíritu, se va.


Donde quiera que ahora esté, Enrique quiere vernos bien y fuertes.
Olga, a ti y a todos.

Quiere que miremos adelante y guardemos de él un bonito recuerdo.
No quiere vernos hundidos.
Quiere que, como hacía él, luchemos, miremos adelante, nos entreguemos a los demás.
Quiere que pasemos por esta vida habiendo hecho bien, y dejando también un bonito recuerdo.
No quiere vernos tristes, no.

Sabe que es una situación dura, pero quiere que comprendamos que son cosas de la vida, y que lo aceptemos.

La vida es transitoria.
No permanece ni somos sus dueños.
Todo cambia. Nada nos pertenece.

Comprendamos que un problema nos traerá otra dicha.
Los problemas nos deben hacer comprender la realidad de las cosas.
Nos deben hacer fuertes porque llegamos a comprender que es necesario aceptar esa realidad.
Y entonces, tenemos la obligación de seguir para delante.

Y así, en paz, con el pensamiento capturado, llega la luna llena.


Toda nuestra vida es una estela en el mar. ¡Buena proa Enrique!

Volviendo de Columbretes con Enrique.
Así era: con los brazos abiertos para todos.
Así quiere que seamos nosotros.

No hay comentarios: