El impulso de querer sentir la aventura de vivir
navegando por la vida.

Viajar, la expresión del tiempo que pasa.

sábado, 15 de mayo de 2010

18.- En Barcelona.

Estar en Barcelona es estar en casa. Como cuando estás donde estés, que siempre debes sentirte “en casa”. Claro, que hoy domingo es Santa Mafalda. He de darle gracias a Mafalda por estar donde estoy y sentirme como me siento.

He de dar gracias al destino. El destino es mi llanto, el destino es mi canto. Es mi sino. El destino es mi suerte de vivir. Sé que me depara buenas cosas, y quiero estar preparado para ello.
De momento, un encuentro entrañable y cariñoso con mis nietas. Inés me quiso obsequiar con una “reina maga” que me traería suerte:



Y quiso que les acompañase al oficio religioso del domingo, cosa que hice gustoso. “Tú me lo explicas todo”, me decían tanto Inés como María. Aunque María estaba más pendiente de su “hijito”.



...”Hay mil millones de estrellas
en esta noche que ahora negra ves
en el desierto un oasis te espera
aunque sólo arena veas.

No existirá sonrisa sin llanto
Y sin guerra una paz.
No habrá una esperanza si no existe el dolor
Sin lucha no hay amor...”
Laaa, laraláaa, laralaraláaa, …





Los días son espléndidos en Sitges. Sus terracitas, sus paseos, su ribera. La primavera ya está aquí. Pienso en los sentimientos del mar. Pienso en lo que dice Eva:

“...El mar es un lugar misterioso y frío,
para mí el mayor misterio es
el cálido y enorme corazón
que tienen las gentes de mar.”


Eso es. Eso es lo que quiso decir ese primer Rik entregando el corazón al mar, borracho de literatura, pasional. Pero olvidó la vida, la vida misma que ahora recupera con plenitud, con más, mucha más plenitud.

Los días acompañan, a ratos. La temperatura, que va subiendo, dista mucho de la del sur. Tenemos 14ºC en Barcelona, pero 24ºC en Málaga. Hay que ir a calentarse para abajo. El sur, el sur. ¿Qué tiene el sur?.



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Son las tres de la tarde. Es hora de darse prisa. He de ir a Barcelona, a acompañar a un amigo a una subasta.

Nunca fui a una casa de subastas. Interesante la experiencia. Una sala alargada, con sabor a antiguo, sabor a viejo rancio, con una gran colección de sillas y sillones de todas formas y estilos para sentarse. Un catálogo muy extenso de cosas variadas para subastar. Y náuticos: compás, lámparas de latón, sextantes. Poco a poco va llegando el público. Casi todos mayores de 55 años, la mayoría mujeres. Se sirven bebidas, limonadas, cubitos, refrescos. ¡Hay quien va a pasar la tarde!. Entran dos chicas jóvenes de unos 35 años, guapas, sofisticadas, arregladas, atractivas, muy atractivas, con su catálogo bajo el brazo y su tarjeta para las pujas. Todas las tarjetas tienen una numeración, previamente identificados sus portadores. La de las chicas ví que decía “69”, y me saltaron los ojillos. Y más aún cuando me pidieron de sentarse a mi lado. Jejeje. ¡Y no miento!. A Vanesa no le importó que dejara constancia:


Se subastaron varios artículos náuticos de colección: bitácoras, compases, cajas de instrumentos, sextantes. Varios. Unas verdaderas joyas de colección, dignas de admirar.

Vanesa me confesó que venía a pujar por unas estatuas. “Pata negra”. Elegante, bien vestida. Medias negras ajustadas, con botines a la moda, tacones de aguja. Reloj potente de marca, de diseño, enorme, con gruesa correa, moderno como no podía ser de otra forma. Pecosa con gracias, sugerente. Melena rizada por los hombros. Manos finas, cuidadas, uñas sin pintar, manicura. Pero masca chicle, ¡oh!. No me pega, aunque el lugar puede tolerarlo, y la edad también. Pero no. No pega, no corresponde. Las dos amigas con sus teléfono móviles conectadas en todo momento. Mensajitos. Viste camisa de seda, con finas rallas blancas y azules. ¡Marinera!, pensé yo. ¿En qué estaría yo pensando?. Un gran bolso de diseño y marca, para guardar esa gran cantidad de cosa que se acumulan en los bolsos y que casi nunca se encuentran cuando se buscan, ni el móvil aunque esté sonando. Claro, que el móvil lo tenían en la mano todo el rato. Estas chicas son lo mejor de la sala, ¡y no se subastan!. El 69 resultó que no era tal, sino 369. ¡Qué juguetón el 3!.

Poco a poco se va llenando la sala. Ningún asiento disponible. De pie por los pasillos.

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La semana ha resultado estupenda. Mirando el mar de reojo. Y el tiempo, tan cambiante. Y degustando el placer de una buena paella en esta casita tan cuca:



¡Qué vistas más bonitas y relajantes!. Decía su propietaria que aunque vivía sola, le acompañaba siempre la vista. Que la perspectiva le acompañaba, le hacía compañía.

¡Y llegó el momento de trasladar el barco al Port Olimpic!. El día no acompañaba, amenazaba lluvia, pero entrado el día. Así, que Toni me acompañó y a primera hora de la mañana largamos amarras. Apenas había viento, fuerza 2, y de norte. Así que navegamos con mar llana y a motor las casi cuatro millas que nos separaban.

Adiós, Badalona. Ahí quedan buenos amigos, Toni, Juan, Susana, Jesús, Victor, Emma. Volveremos a vernos, que no voy lejos. Volveré. ¿La semana próxima?. ¿Dentro de unos días?. Pronto, pronto.


Navegamos al través la “nueva Barcelona”, la zona del Forum, sus nuevos edificios vanguardistas.



Y enseguida en la proa tenemos el Port Olimpic, sus torres emblemáticas, y el Hotel Vela, apenas perceptible en la lejanía.

Vamos a poner las defensas y prepara la maniobra para el atraque. Avisamos por radio a la marina, y procedemos a enfilar las boyas de aproximación. ¡Ya estamos en casa!.


Y la tormenta, ya está la tormenta. Lluvia como nunca. 



En Málaga no, en Málaga hay sol radiante y me dicen que ocho grados más de temperatura. ¡No se puede tener todo en la vida!. Muchos renuncian a lo obvio, y lo que desean, por lo que les parece “les conviene”. Y, mientras, la vida pasa. Aquí sí que pasa el tren de la vida. Yo no quiero estar en la estación esperando ese tren. Quiero vivir fuera del tren. Aire, Quiero aire. Y terracitas, Y sol con unas tapitas.

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