El impulso de querer sentir la aventura de vivir
navegando por la vida.

Viajar, la expresión del tiempo que pasa.

viernes, 5 de marzo de 2010

5.- Lo he decidido: me hago a la mar.

Ya está decidido. Me hago a la mar. Aquellos que me conocen no saben por qué. Y los que no, tampoco. Y yo, menos. Pero pondré las amarras a bordo el próximo día 27.



Lo hago en solitario. Por eso serán siempre bien recibidas aquellas personas que deseen vivir la experiencia del mar, y compartir unos días en otros rumbos y derrotas diferentes a los habituales. Sin prisas. Sin horarios. Sin calendario ni compromisos.

¿Alguien desearía venir a navegar, aunque sean unos días?. Si es así, enviadme un privado. Contestaré. Gracias.

Saldré de Badalona (Barcelona) para la concentración de barcos en Sitges y participar en la “Ophiusa”. Luego, me quedaré en Formentera. Y en Ibiza. Y en Cabrera. Y volveré para Mallorca y participar en su Salón Náutico a finales de abril.

Y de allí, Menorca. Y saltar a Cerdeña. Y Túnez, Sicilia, Malta. Es mi intención navegar Croacia, y Grecia, y Turquía, y el Mar Muerto. Sin prisas. Sin compromisos ni calendarios. Saboreando la historia y sabiduría de sus orillas y su gente.



Regresaré desde donde sea rumbo Cartagena, porque me comprometí en participar en la Flotilla de julio por Marruecos. Y en la de agosto por el Guadiana y el Algarve, y Cádiz, y Ceuta. El sur, el sur. Cuando vuelva a entrar en el Mediterráneo, a finales de agosto, ya pensaré qué haré y el rumbo que Telémaco tomará.

Prometo escribir el blog. Me lo han pedido varios cofrades y amigos. Lo haré. Sacaré del armario “El Crucero de Rik” del 2005.



Estoy sentado en el sofá del salón de mi piso. En la paz y melancolía de una tard
e de invierno. Veo que ha pasado el otoño y casi el invierno. Miro continuamente, tras el mirador del salón, el cielo y las nubes. Unas que avisan de viento en las capas altas, otras de lluvia, muchas señalan las entradas de los frentes. Estoy viviendo todavía los entrañables recuerdos de los últimos cinco meses navegando. Conservo en mi memoria, con la calefacción en marcha, y la lluvia que viene y va, en el silencio tremendo de mi entorno, los felices recuerdos de la Flotilla del verano a Marruecos. Y del encuentro por San Juan en Cabrera, y de mi despedida en el puerto del Garraf por los amigos de allí. Y los encuentros de Cartagena, y de Alicante. Y en Morarira. Y en el Mar Menor. Y en el Salón Náutico de Barcelona. Todos estupendos amigos hechos entorno a La Taberna, que he de reconocer es una de las mejores cosas que me ha presentado la vida en mi camino. Pensando esto, veo que ya está el crepúsculo en mi ventana, pero todavía me permite observar cómo corren las nubes vaticinando más viento y lluvia para mañana.



Cuando voy a Barcelona lo hago en coche para ver más mar desde las cuestas del Garraf. En Sitges me obsesiona el aire libre, viviendo el estado del mar en mis idas y venidas paseando solitario en sus orillas, por el Paseo de la Ribera. Y siguiendo la meteo. Y sintiendo la vida de La Taberna.

La familia, mis hijos, los amigos. ¿Qué me retiene?. Nada ni nadie me necesita. Sólo yo me necesito a mí mismo. He esperado mucho. Tres años con esta paranoia, que siempre justifico su frustración.

Cojo una y otra vez el derrotero. Despliego las cartas. Abro el programa de navegación que me permite sentirme amo del mundo, mido millas, estudio corrientes, bajo la meteo. Una y otra vez trazo en mi sueño derrotas al infinito del mar.

Amenaza lluvia. Creo que mañana llegará. De momento, cae la noche. Voy a mirar el correo.




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