El impulso de querer sentir la aventura de vivir
navegando por la vida.

Viajar, la expresión del tiempo que pasa.

jueves, 21 de julio de 2005

3 - El equipamiento de Telémaco.

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Me falta recoger la balsa salvavidas, que está en revisión. Y acudir al supermercado con la lista, para que me lo sirva en el barco el viernes por la tarde. Y las frutas y verduras para la primera semana. Pan. Combustible para el barco, la auxiliar y el farolillo de fondeo. Y gas para la cocina. ¡Y ya está!.

Del super, me interesa siempre embarcar cuanto pueda necesitar, para evitar las acaloradas de
agosto cargado con garrafas de agua, por ejemplo. Así, que suelo utilizar una hoja de cálculo donde sólo he de poner el número de días y el de personas para que me dé la relación de cuanto he de comprar para todo el crucero. Luego, mi librito de recetas de cocina, que algún día publicaré, y a ir liquidando, poco a poco, las existencias.


Saldré por la mañana, para llegar a Formentera de cara al día. 140 millas por delante. Me ilusiona llevar y probar el radar, al que le he puesto una bocina en mi camarote para no dormirme cuando menos me interese. Pero también me inquieta. ¿Detectará los peligros?. ¿Será suficiente?. Algunos me han metido miedo en el cuerpo. Pienso que cuando llegue el momento de dormir algo, lo haré un par de horas, para ir verificando la situación. Y otras dos horitas más, después. Pero no dormiré en los canales de paso del tráfico.

Llevo la electrónica, pero siempre me ha gustado navegar por estima en paralelo. Abro la carta de navegación en la mesa del salón. Pongo una de esas alfombritas antiescora. El compás de puntas. Lápices, reglas, goma. Es el puesto de mando de mi estado mayor. Marco en la carta, con un círculo, la posición del gps, y con un triangulito pequeño la estima.

A la cadena del fondeo le quité el grillete que la unía al barco y lo sustituí por una piola porque en caso de tener que abandonarlo la podría cortar fácilmente. Y lo he hecho con gran satisfacción porque me costó un par de días y mucho aceite aflojar el cierre del grillete, lleno de salitre. En caso de mala mar y querer abandonar el fondeo porque enrocara el ancla, no habría podido hacerlo. Embarqué un ancla de respeto, y cabo adicional de fondeo.

Repasé las cartas y portulanos. Sustituí las viejas y medio rotas por nuevas. Me siento más marinero con mis cartas, y examinándome con el ploter de vez en cuando.

Las líneas de vida. En cubierta y la bañera. He decidido usarlas siempre, aun con buen tiempo. Puedo tener un resbalón, un golpe, una bajada de tensión, un pequeño mareo o indisposición. Es una precaución sencilla. También, que no falten los espiches, una bomba de achique adicional, los arneses, bocinas, pirotecnia, el botiquín. El barómetro. Compás de respeto. La cabullería, el farolito para el fondeo. En fin, todo lo que está en los libros y en la experiencia de los navegantes.

He puesto la nevera a enfriar a tope. La pobre, ya lleva así un par de días. De esta forma, luego podré bajar el termostato, y economizaré baterías.

La nueva radio digital ya está instalada. Ésta ya hace tiempo. Aprovecharé para estudiarme el manual, porque la muy servicial me está tocando el timbre con bastante frecuencia, y no me aclaro qué botón he de tocar. Suerte que funcionan los canales como la anterior que tenía, y puedo hablar y responder cuando me interesa. Pero el resto de botones y funciones, pues eso, tengo que estudiar. Cuando toque puerto, que creo que será Melilla, podéis examinarme. Espero aprobar.
Ah, y también Internet. Me voy con mi portátil, al que le he puesto una conexión a Internet a través del móvil. Bueno, no sé qué tecnología es esa, pero lleva una tarjeta PCMCia o algo así, con un montón de letras y cifras. Me costó un par de días de bregar con el sistema. Aunque me juraron que era fácil, que todo era enchufar y navegar. Pero como tengo instalado un montón de cosas para el trabajo de cada día, pues parece que había incompatibilidades. Suerte que los técnicos, al teléfono, con su paciencia y la mía, y mucha imaginación por mi parte para entender o intuir lo que me decían, pues eso, logramos solventarlo. Bueno, me imagino que lo he solventado. Porque le he enviado cuatro o cinco mensajes a algunos, y nadie los ha recibido. O sea, que también tendré que practicar y estudiar esto. Me voy con la ilusión de que tendré comunicación con los amigos, siempre que disponga de cobertura, claro.

Libros para la lectura. Material para pintar. Cosas de mi trabajo para escribir y reflexionar. Recetas de cocina. Y la inspiración y el espíritu abierto, para que sea capaz de vivir y crear vida de cada momento.

Y la fotografía para fijar los momentos a recordar, y poder testimoniar a la vuelta, con una copita de ron en la popa de Telémaco, y compartir las experiencias con los amigos.

Y la pesca. Y música. Los papelitos del seguro, el rol. El pasaporte, por si las moscas. Banderas de cortesía. Y el gallardete de La Taberna del Puerto.

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