–Telémaco vamos a irnos de aquí, que este fondeo está lleno de barcos –dijo Rik.
–¿Otra vez? ¿Para dónde quieres que vayamos? –contestó Telémaco.
–Vamos a levantar el fondeo y nos iremos para Parga. –Bueno, navegar también me gusta. ¿Has mirado el viento? –se interesó Telémaco por la meteorología.
–Sí, hay previsto un fuerza 3 y 4 de largos en las últimas cinco millas y hasta entonces fuerza 2 ó 3 de través.
–Si nos vamos pronto podremos llegar a la hora del almuerzo –sugirió Telémaco.
Una vez levantado el fondeo en Antipaxos,
y sorteados los
barcos de la cala,
Rik hizo que Telémaco tomara rumbo a Parga, en el
continente,
y portara las velas con el viento por su costado de babor en una
cómoda navegación de través.
Fondeados en
la gran ensenada de Parga, bajo su castillo veneciano,
Rik recordó
las experiencias del año pasado,
pareciéndole que sólo habían pasado pocos días
desde entonces.
Allí estaba el mismo barquero, Giannis, que con su barco-taxi
le transportó a la ciudad.
en muchos sitios dan recibo,
sugiriendo al público que no paguen si no lo tienen,
presionados por recaudar
el 23% de impuestos en todas las actividades.
–Rik, ¿recuerdas que aquí te compraste la pulsera de cuero que llevas? –recordó Telémaco a Rik.
–Sí, Telémaco. Creí que se me caería antes, que no la tendría tantos meses. Ahora hace justo un año que la compré y todavía la llevo.
–Tírala ya de una vez y ponte otra nueva. Visita nueva, pulsera nueva.
–No, Telémaco. Lo que tenga que ser será. En su momento. Todo tiene su momento.
–Es la pulsera de Parga, Rik. Lo fue, Telémaco, lo fue.
Un par de
días estuvieron Telémaco y Rik en Parga para, saliendo de allí, poner rumbo
hacia Preveza
siguiendo
los contornos del continente. Rik quiso descubrir las calas y pueblos en
dirección a Preveza.
La primera cala fue la de Athanasiou, a 1,8 nM al sur de
Parga, frente a un islote con una iglesia.
Una cala solitaria.
La segunda, media milla más al sur –Ormos Ay Kiriakis–, una
ensenada de arena,
pero con explotación de playa, sombrillas, hoteles,
apartamentos.
Marcharon de allá.
La tercera fue fantástica: Ay Ioannou. Una cala solitaria,
de aguas cristalinas, toda rodeada de vegetación, acompañada por el constante
canto de las cigarras.
A la entrada, en medio de la cala, un manantial muy
caudaloso de agua dulce.
Espectacular.
Aquí se encontraron con otro barco sueco con el que
coincidieron en Malta, el SHA’SA.
En esta
tercera cala Rik y Telémaco pasaron un par de días.
Luego pusieron rumbo al
pueblecito de Ligiá.
La entrada a Ligiá es comprometida por la existencia de bajos.
Hay que estudiar
bien la carta y estar muy pendientes de la sonda.
Pero una vez sorteados los
bajos y dentro del puerto los mismos pescadores sugirieron un sitio para
amarrar y se hicieron cargo de las amarras en tierra. Tiene el puerto tomas de
agua gratis. Y electricidad, aunque Telémaco no lo necesita ya que se alimenta
sobradamente con placas solares. La sonda marca 2,5 metros.
El puerto de
Ligiá no tiene gran atractivo; sólo es un puerto, la ciudad, pequeña, está en
otro sitio. A 30 metros hay una taberna con bar musical –Taverna Skáloma
(en griego
Taberna se escribe con uve)– con muy buena música, pero el WiFi no llega al
puerto.
Tomando una
cerveza se pone el sol en el mar.
Se pone el sol, pasa el día.
En la melancolía del ocaso,
cuando Rik regresó de nuevo a Telémaco,
éste le preguntó:
–Rik, ¿por qué me pusiste este nombre de Telémaco?
–Vaya, ¿ahora sales con ésta? Ya te lo conté hace tiempo. Casi al principio del blog.
–¿Qué pasó?
–Estaba comprandote cuando murió mi padre. Y entonces, mirando sus cosas, descubrí cosas de su vida que yo desconocía. Es lo que en la Odisea de Homero le pasó a Telémaco con su padre, Odiseo –Ulises–, que marchó a la guerra de Troya y no lo conoció. Al tardar tantos años en volver, y tener su madre Penélope tantos pretendientes, decidió salir de Ítaka a ver si le daban referencias de su padre. Y fue entonces cuando en los reinos que visitó le explicaron cómo era su padre y cómo se encontraba.
–¿Y por eso me pusiste este nombre?
–Por eso, Telémaco. Ese es tu nombre. Mira lo que me ha enviado un seguidor del blogsobre tu nombre: dice que significa “el que está preparado para combatir, que es un nombre de origen griego”
–Claro, eso ya lo sabía, Rik –protestó Telémaco.
–Dice que eres intuitivo, sensato y algo orgulloso. Que tienes una gran voluntad que hace que puedas concretar tus proyectos. Que eres atento y generoso con tus afectos, a los que les das una gran importancia. Que tienes facilidad para aprender cosas nuevas ya que te interesas por todo.
–Rik, ¿seguro que es de Telémaco todo eso?
–Mira, Telémaco, sobre el amor te dice que “necesitas una pareja estable para ser completamente feliz”.
–tonterías, Rik –dijo Telémaco contrariado.
Saliendo de
Ligiá, Rik puso a Telémaco rumbo sur.
Dudaba si buscar un nuevo fondeo o entrar
en el mar de Preveza.
A Rik no le gustó el fondeo de Tanai porque lo vio poco
protegido y con muchas sombrillas y autocaravanas; una playa de arena. Tampoco
le gustó el de Two Rocks por ser pequeño, poco protegido.
Navegando un poco
más al sur ya divisó las boyas de entrada al canal de Preveza,
canal que se ha
de enfilar bastante mar adentro.
–Rik, nosotros somos una pareja de hecho –dijo Telémaco a Rik.
–¿Qué es una pareja, Telémaco? Cada uno lo entiende a su manera. Yo creo que tú y yo tenemos un rollete, no somos pareja de nada.
–¿Un rollete? ¡Qué feo suena, Rik!
–¿Qué entiendes tú por rollete, Telémaco?
–¡Eso! Es mejor aclararlo.
–Tú siempre estás ahí, esperándome. Estás a mi disposición. No te vas con otros patrones. Participas en todo cuanto te digo, me eres fiel.
–Claro, estoy contigo –matizó Telémaco.
–Pero sin embargo yo no estoy siempre contigo. Vengo a ti cuando me interesa, cuando quiero navegar, o pasar unas vacaciones juntos, o disfrutar de ti y tu compañía –insistió Rik–. Entonces estoy bien contigo. Pero cuando pienso en el día a día, entonces quiero hacer cosas en las que no quiero que participes, o a las que tú no puedes ir.
–¡Vaya! –repondió Telémaco.
–Y un día me cansaré de ti y ya no navegaré más –sentenció Rik.
–Lo sé. Sé que te cansarás de mí, Rik. Veo lo que les ha pasado a los otros barcos. Cuando hablo con ellos en los puertos o en los fondeos todos me dicen que han tenido varios dueños. Yo siempre estaré aquí para ti hasta que me abandones. Entonces no sentiré frustración ni tendré odio o rencor. No porque ahora ya lo sé. Serás tú quien decida, yo no lo podré hacer.
–Sé que me amas, Telémaco.