Me despedí de los últimos fondeos de Kerkira, para poner
rumbo a la costa continental enfrente y luego, visitado Moúrtos y Parga,
navegar las 12 millas hasta la isla de Paxoí.
En Corfu había fondeado a resguardo del castillo veneciano.
Allí compartimos unas cervecitas con Fernando y Lidia del Ralip.
Kerkira, Corfu.
No sé por qué han de llamarle “Corfu” –dicen
aquí que es su nombre en inglés–
cuando en griego se llama Kerkira.
Si estamos
en Grecia, digo yo que se llamará Kerkira.
Me sorprende que los nativos lo
digan tan natural, y lo acepten como tal. Corfu o Kerkira, les da igual. Desde
luego, ha sido la influencia de la etapa de protectorado inglés de la isla.
Todo el mundo habla inglés. E italiano.
Hay turistas
ingleses e italianos por todas partes, es lo que más abunda.
También alemanes y
rusos.
Hay rincones encantadores. Como éste, con la isla de Vidho
enfrente.
Después de un vivir algo la ciudad, embarcar Pat, que vino a
compartir sus vacaciones conmigo, degustar de sus tabernas populares, no para turistas, sus
comercios y lugares –supermercados, frutería, óptica, papelería– donde todos te
asesoran, te preguntan por España, te dicen que griegos y españoles están muy
próximos, y todas esas cosas que te hacen sentir acogido y muy bien, Telémaco
decide que es necesario despedirse, por mucho que te cueste, y que hay que
navegar a otros sitios.
Por la mañana levantamos fondeo para visitar Petriti al sur
de Kerkira,
y luego poner rumbo al continente.
Allí, Platarias –casi todo
charters– y las islas de Mourtos –más charters–.
La zona de Moúrtos, preciosa.
Pero más charters. Mucho barco
“suelto”.
Y no es que tenga nada contra los “charteristas” en general, pero es
frecuente origen de problemas cuando sólo se coge un barco que desconoces
durante una semana de año en año.
O peor, cuando un grupo de amigos decide
tomarse unas vacaciones a bordo de un velero.
La velocidad, las maniobras en
puertos, el poco cálculo en los fondeos, la no previsión de los borneos, los
problemas amarrando a tierra, los enredos de las anclas y cadenas, los gritos
en las maniobras, son una pequeña muestra de cosas que pasan.
No me gustó el fondeo frente a Moúrtos
ni en el mismo puerto
por la cantidad de turistas pero pasé la primera noche.
Telémaco recorrió las
islas de Áy Nikólaos, Sivota, Mavros.
Fondeo al NE de Mavros.
En el fondeo al NE de Mavros otros tres barcos más estaban
firmes con un cabo a tierra.
Pensé que tocaba hacer lo mismo y evitar el
borneo. Telémaco también. Fue mi primera experiencia y pude resolverla sin
problema, aunque lenta por la falta de hábito y tomé nota para próximas
ocasiones.
Todo este trozo de costa hasta Parga presenta muchos
tranquilos fondeos protegidos de los vientos dominantes en esta época del año.
En Parga Telémaco compartió fondeo en Órmos Valtou con más de 40 barcos, 30 de
ellos “charters”. Joanis, barquero, con su barco-taxis lleva y trae
contínuamente a navegantes y turistas de Valtou a Parga y decidimos usar sus
servicios para conocer algo más directamente la vida de la ciudad.
Cerca de 40 años lleva Joanis haciendo lo mismo todos los
días.
Lo mejor de todo, su gente.
Su hospitalidad, su apertura, su
proximidad.
Me confunden con “italianos”, pero cuando digo que soy español,
vuelven los abrazos, los apretones, las risas. Y el fútbol.
Como en esta
tienda, donde llama a su hijo, que fue de turismo a Barcelona, para que
conociera a los españoles:
Parga es una ciudad encantadora, con un castillo de la época
veneciana muy bien conservado.
Tiene su “Café del Mar”, y sus múltiples
terracitas, y callecitas intrincadas e íntimas sin turistas, sus iglesitas, sus
patios.
La señora del supermercado enseñan las fotos de la boda de
su hija que vive en Atenas, casada con un piloto de aviación también de Parga,
y los viajes de Atenas a Parga,… explica, comparte, disfruta.
E invita a unos
dulces caseros.
Desde Parga, rumbo a Paxoí.
Doce millas. Fuerza 2, mar
rizada. Brumas.
Temperaturas en aumento hasta los 32ºC.
No hay viento para las
velas.
Así entramos en Lakka a fondear en esa preciosa e inmensa bahía de
apenas 3 metros de sonda.
Una tarde observo numeroso público expectante de algo.
Es un
triatlón y pasaron nadando los muchos participantes por medio del fondeo.
Las tardes en el fondeo transcurren plácidamente.
Me gusta
ver cómo se posa el sol suave y dulcemente en la montaña, detrás de los olivos
y cipreses, con el constante sonar de las cigarras, y con los edificios que
poco a poco van tomando color pastel.
Los barcos bornean sobre sus anclas, la brisa va de NW al
NE.
Balanceo suave sobre la mar rizada.
Ya la ribera está sin sol, que apenas se despide de las
laderas de levante del fondeo.
Hay silencio. Algún grillo empieza a cantar.
Se
oye alguna voz infantil en la lejanía.
La mayoría de barcos han borneado y ahora miran a levante.
Telémaco no, mira todavía a poniente.
Se despide del ocaso.
Sabe que cambiará
de posición, que también borneará, se hace el remolón.
Cree que no ha llegado
su momento.
Mira las proas de todos los demás.
Es presumido.
Sabe que también
borneará y quedará delante de todos, y le estarán mirando.
Apenas con el resplandor del ocaso, todos los “dinguis”
empiezan a moverse y a navegar hacia tierra. Abandonan sus barcos, y llevan su
tripulación bien arreglada, las señoras maquilladas.
Cenarán en cualquiera de
las múltiples tabernas.
Me quedo en Telémaco.
Disfruto pudiendo observar las
evoluciones del fondeo y su gente.
Mientras entra la noche, espero el cambio.
Bueno, no lo
espero porque soy consciente que el cambio es connatural de la vida, que la
transitoriedad de todo es lo que permite abrir la mente a la receptividad del
día y del momento.
En la lejanía, no se ve pero se percibe el “rum-rum” de un
motor que se va acercando.
Ya empieza a encenderse el farolillo de fondeo que llevo en
la popa.
¿Estás bien, Telémaco? –le pregunto.
Se balance, no me
responde esta vez.
Pero yo sé que este movimiento rítmico, suave, pausado,
acompasado, es su manera de decirme que se siente feliz.
Le noto inquieto, he
de tranquilizarlo.
Sé que nota en su interior un deseo de no para y seguir
navegando para llegar a Ítaca.
Ulises tardó veinte años, diez en Troya y diez
navegando aventuras, nosotros sólo doce.
Pero ya llegamos, Telémaco. ¡Ya falta menos!
Iremos, sí, iremos.
¡Telémaco está girando, bornea! Está ya alineado con los
otros barcos.
Anastasia, Mediterránea II, Lupa, Shamir, Naomi, Elena, y no sé
cuántos más.
Telémaco cambia de fondeo para entrar en Gaios.
La previsión
meteorológica para el lunes y martes es de NW fuerza 6.
Decido amarrar al
muelle y asegurar amarras, ya que el viento vendrá de tierra.
Encuentro un
sitio, mido distancias, y largo ancla y cadena para hacer la maniobra con
holgura.
Doy máquina atrás hasta amarrar a tierra.
Todo a la primera.
No hay,
de momento, problemas de cadenas y anclas.
El único problema que observo es que
hay ratas. Así que decido protegerme:
Otros han optado por una solución más sencilla y económica,
lo que copio para otras amarras:
Y aquí vivo las primeras experiencias de aprovisionamiento
de agua y gasoil.
Aunque para electricidad y agua hay una instalación de
torretas que facilita todo por un precio módico. Por 8€ tienes 400 l. de agua
potable y electricidad a abordo.
El de la cuba te llena los depósitos por 5€:
La pescadería, donde puedes comprar el pescado del día a las
8 de la mañana:
Las ocas por la calle:
De esta guisa, con el autobús urbano, que une Laka, Logos y
Gaios,
se puede visitar el interior de la isla por 2,5€.
Logos es pequeño, pero
encantadoras sus terracitas al mar, su demolida fábrica de jabones, y la
inquietud por proteger los gatos en inviernos.
Porque hay gatos, muchos gatos
en todas partes.
2 comentarios:
Amigo RICK, cuidado que estas sitiendo lo mismo que yo y eso me llevo a que no me mueva de GRECIA.
Me gustan tus comentarios y tu nuevo aprendizaje, me recuerda a cuando yo llegue aquí en el 2007, todas las maniobras y fondeo es un continuo aprendizaje. Un abrazo. Fernando/RALIP.V
Gracias, Fernando.
Tú me orientaste en muchas cosas. Eres uno de mis maestros.
Esta vez regresaré, ¡pero volveré!. ¡Ya lo creo que volveré!
Gracias
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