El impulso de querer sentir la aventura de vivir
navegando por la vida.

Viajar, la expresión del tiempo que pasa.

miércoles, 30 de junio de 2010

23.- Reserva Marina de las Islas Columbretes.


Sin zapatos. Sin calcetines. Rumbo Columbretes.
Ya han pasado las tormentas. Todas. La inestabilidad del invierno y primavera son ya vagos recuerdos. Mi alma está en paz. ¡Y sabía que el destino me aguardaba cosas mejores!.



Ya he guardado los zapatos de invierno. Y los calcetines. Los pantalones largos, y las camisas de manga larga. Miro los zapatos. ¡Cuánta vida y andares!. Son antiguos. Llevan años. Han estado en un montón de sitios y circunstancias. ¡Si pudiesen hablar y confesar!. Han vivido infinidad de atmósferas, compartieron multitud de sentimientos. Siempre conmigo. Unos hoy, otros mañana. Pero siempre los mismos. Y los han cuidado muchas personas: ese vendedor que me los ofreció con interés y atención, mi compra con ilusión, el zapatero que les hizo “puestas a punto”, los que los limpiaron. Siempre, desde pequeño, me gustó mirar los zapatos de las personas, y hacerme una idea a través de éstos de cómo eran ellas. Cuidados, o rotos, o limpios o sucios, el estilo, me definen bien la persona. Cuando he seleccionado personas siempre he mirado el cuidado del cabello, y sus zapatos.

Pues ahora ya no. Los guardo. Ha llegado el verano y marchamos a navegar.

Así que toca poner las amarras a bordo. Rumbo a la reserva marina de las islas Columbretes. Nos vamos del 23 al 27, aprovechando ese viernes festivo de Barcelona. Celebraremos la verbena de San Juan navegando. ¡Y qué verbena!.

Partimos de puerto a las 1530 UTC. El viento sopla de S/SE fuerza 4, rachas de 5, que nos hace difícil dejar el atraque. Pat facilita la maniobra limpiamente intentando evitar los “muertos” del vecino. Con decisión. Con iniciativas. Fuera hay marejada. Las olas rompen con potencia contra el malecón de poniente. Los bañistas de la Barceloneta, imperturbables. Atiborrada la playa. Reposto combustible y ponemos rumbo. Tenemos unas 120 millas en la proa. Rumbo 218º, una vez pasada la bocana sur del puerto de Barcelona.

Pasada la farola verde izamos velas. Toda la mayor y génova. Ceñimos. Me gusta pasar el puerto de Barcelona cerca de sus bocanas, porque me encuentro con menos compromisos con el intenso tráfico de barcos de gran tonelaje. Vamos a vela, claro, pero ellos tienen la maniobra restringida. Pasar cerca de las bocanas, sobre todo de noche, es una tranquilidad muy grande. Pasar por las boyas de enfilación del puerto, o más lejos, siempre me obliga a estar pendiente del tráfico y casi siempre a modificar rumbo o velocidad. Ahora paso cerca de las bocanas.





Faltan dos días para tener luna llena. La Luna sale por el través de babor, cuando el Sol todavía no se ha puesto por el de estribor a la altura de Torredembarra. ¡Qué espectáculo de la naturaleza!. El viento se estabiliza en fuerza 4.

Son las 1900 UTC y el viento cae. La ceñida se relaja. Ahora navego a 3 nudos, y el viento ha caído a fuerza 1. Marejadilla.

El farolillo de fondeo se enciende con el ocaso. Lo cambié por el que usaba de petróleo y así me evito izarlo y arriarlo cada día. Ahora lo cambié por uno de esos de jardín, que se carga la pila con el sol. Pero le cambié la pila por una de 2500 mAh y ahora me dura toda la noche sin preocuparme lo más mínimo.

Ahí está ya la luna. Y mi farolilla la observa.
Atento. Siempre alerta. Gracias.

Y cae la noche. Ya hemos cenado. Nos proponemos vivir la luz del día. Así, que hemos cenado. Pollo al horno y ensalada. Hemos decidido que para nosotros la verbena de San Juan va a ser mañana, fondeados. ¡Qué buena decisión cuando haces lo que quieres, sin que otros te marquen el calendario!. Nosotros, mañana. Con todo el mar ahora para nosotros. Y toda la luna. Y toda la paz. Navegamos.

Ahora es medianoche y el viento ha desaparecido. Fuerza 0. Mar llana. La Luna se refleja en el mar, ahora en la proa de Telémaco. Hemos de poner el motor. A bajas revoluciones. Lo justo para avanzar sin prisa. Suavemente. Degustando la noche. Y así, poco a poco, vamos descontando millas hacia Columbretes.

Amanece y seguimos al 218º. Sólo faltan ya 50 millas. Mar rizada, y fuerza 1. Navegamos a más de 6 nudos. El cielo está totalmente despejado, con un sol impresionante. Seguimos avanzando ayudados del motor. Viento, fuerza 2 y SE.

Estamos llegando. “Estación de Columbretes, Estación de Columbretes, Estación de Columbretes, aquí Telémaco, …”. Hemos entrado en la reserva. La Reserva Marina de Les Illes  Columbretes.
Y más información en el "tríptico".
No hay problema para el fondeo. Sólo algunas boyas excluidas porque les están haciendo mantenimiento: la 5, 7, 8 y 10. Atracamos en la 6, en Puerto Tofiño, delante de su embarcadero a las 1100 UTC. Sólo otro barco en el fondeo.

Telémaco en el centro de la imagen.
Sólo dos barcos en el fondeo.

Aunque esa escala es nueva. La han hecho metálica, con una plataforma para desembarcar y pasamanos. Mucho más segura que las piedras talladas, que eran difíciles y peligrosas. Pero no podíamos usarla porque todavía no había “pasado las normas de seguridad”.

Colocamos el toldo de fondeo. Nos dedicamos al baño. Relax. Música. Lectura. Paz. Decidimos que visitaremos l’Illa Grosa mañana.
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Para almorzar, bacalao al estilo de la señora de Antequera.


Desalar el bacalao y freírlo (primero por la parte blanca, y luego por la piel). Apartarlo cuando esté doradito y poner en la fuente de servir. 
En el mismo aceite, freír un par de cabezas de ajo, cortados a rebanaditas. Se apartan doraditos y se ponen encima del bacalao.
En la sartén, se fríen a tiras medio pimiento rojo, y se pone encima de los ajos y el bacalao.
Al aceite que queda se le añade 1 cucharada de pimentón y 2 cucharadas de vinagre. Se diluye todo y se vuelca por encima del bacalao, pero fuera del fuego. ¡Y a servir!.
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Casi tres días fondeados han sido una delicia para el cuerpo y para el alma. Al día siguiente decididos preparar el dingui para acceder y visitar l’Illa Grossa.


Hoy, esta noche, será la verbena, y preparamos el barco, y lo decoramos, para la ocasión.

Al día siguiente pedimos permiso para visitar la isla. Como la escala de Puerto Tofino no podía utilizarse, dimos con el “dingui” toda la vuelta hacia el norte, para acceder por la escala del “Rossí”. Es toda una oportunidad, prohibida en circunstancias normales.

Embarcadero en la "Escala del Rossí", a poniente.
En Puerto Tofiño es una estructura parecida.
Eva, que amablemente nos guió y
no reparó en detalles.

Accedemos a lo alto y vemos a Telémaco al otro lado, en su fondeo:



Casernas restauradas y vista parcial del archipiélago

Abundan las gaviotas. Y muchos pollos jóvenes, que aún no saben volar. Todavía no es época de migraciones y no vemos muchas más especies.

Los pollos son "peleones". 
No podemos pasar porque están ellos. 
Uno le echa una "bronca" al otro. ¿cuál es macho y cuál hembra?.

La flora:





Preciosa escalera de acceso a la linterna del faro:


y las bombonas de gas, ya en desuso, piezas del nuevo museo:


Los algives:



Volvemos a Telémaco. Nos espera. Esta vez lo hacemos navegando con el “dingui” hacia levante. Así tenemos también la oportunidad de ver las escalas de “España”, y la del “Congre”, y la virgen del Carmen. Y unas impresionantes cuevas erosionadas por el mar. Entramos otra vez en Puerto Tofiño navegando entre “El Mascarat” y “La Senyoreta”. Y quisimos reconocer el “Trencatimons”, piedras casi a ras de superficie, fácil para eso, para romper timones si se desconoce. Peligro. Y de nuevo en Telémaco.


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Día 26. 1015 UTC. Decidimos levantar el fondeo y volver a Barcelona. Hemos pensado fondear en el Delta del Ebro, en Els Alfacs. Levantamos el fondeo y salimos a vela. Tenemos un vientecito de F2 de S. La mar, rizada. Desenrollamos el génova, se embolsa y el barco comienza tímidamente a caer y avanzar. Pat larga el fondeo y recupero nuestro cabo. Telémaco se desliza entre los otros barcos que han llegado a pasar el fin de semana. Y así, con viento suave por nuestro babor salimos de Puerto Tofiño. Por radio agradecemos las atenciones y nos despedimos “hasta la próxima”. Rumbo 330º, ahora mar rizada, F1. Vamos despacito, 2,5 nudos. Recibimos el viento a un largo. No queremos más. No queremos menos. Sólo necesitamos disfrutar de estos regalos de la naturaleza. Tenemos 45 nM hasta el Delta.

Llevamos así navegadas 15 nM. Sube el viento a F3, y pensamos que sería bueno pasar la noche navegando rumbo a Barcelona. Y sin más, cambiamos rumbo, ahora al 055º. Navegamos a 4 nudos. Silencio. Pongo música: Sarah Brightman “In Paradisum” y luego Kevin Johansen. Delicioso.



El viento está cayendo. Ahora, F1. Mar llana. Hemos navegado 25 nM a este rumbo. Nos reímos. ¡qué bien poderse reír de uno mismo!.

Para cenar, ensalada de pasta con pollo.




Luna. Luna llena. Esta noche es la noche de la luna llena. Y cae la noche. Guardias. Paz. Más paz. Se ve el mar. Se ve la noche. Se huele. Se siente. Todas las estrellas están ahí. Pat lleva dos estrellas. Bueno, dos estrellitas.


Y llega el alba. Y amanece. Y continúa la vida.





Un nuevo día. Más vida. Pat me propone ir a navegar a Croacia. Iremos, sí. Este año, el Algarve y Guadiana.

Todavía nos queda agua dulce. Hemos sido generosos con el agua, no hemos escatimado, pero su consumo no ha llegado a 6 litros persona/día. El récord está en 3,5 l. Me lo ha permitido la instalación de una toma de agua salada directa en el fregadero. Así, lavo con agua salada, y un primer enjuague, y “remate” con agua dulce. También para cocer, agua salada. Y el “suquet” de pescado.

Una cuestión importante han sido las basuras. Siempre en travesías largas, donde no tocas puerto, es un problema y hay que saber administrarlas. Hago selección de basuras. Lo orgánico puede ir al mar. Las latas, bien limpias, en bolsas de basura. Limpias porque así no producen malos olores. Los envases de alimentos, sin problemas. Cuando vamos pocas personas, como esta vez, estibo en uno de los cuartos de baño. Si no, en uno de los camarotes que no se utilizan. A malas, en el tambucho de proa.

Ya llegamos a la punta del Llobregat. Y Barcelona. A las 1845 UTC atracamos en el Port Olimpic.

Hoy miércoles, tres días después, he tenido una gran alegría. Me han llamado los Prati. Están en su cata, en Vinaròs. Tengo ganas de darles un abrazo.



2 comentarios:

Pat dijo...

The Columbretes cruise wasn’t my first one, but had nothing to do with my former experience abord a sailboat. After a hectic last term I really needed a break, but I couldn’t imagine it was going to be that awesome. Logged out from everything and everybody (no internet, mobile service, tv, ...) I plunged into a new dimension and allowed myself to enjoy the warmth of the sun on my bare skin, the coolness of the sea water, the chill of the night, sleeping rocked by the waves, sharing confidences by the moonlight, exploring new emotions and feelings, ... And the best thing? The sadness of having to put an end to the trip was surpassed by the joy of knowing there are many more chances ahead.
Thanks Captain Rik for letting me be your grummet ;-)

Unknown dijo...

Ohh!!!.