La meteo, la meteo.
Esta dichosa previsión meteorológica que
retrasó el partir de Kefalonia.
Faltó arrojo para salir. Pero sobró prudencia,
nunca de más en el mar.
Y menos en una travesía tan larga como la que esperaba
hasta España de más de 1.000 millas.
Ya en Argostoli vi una meteo muy cambiante
y con pocas oportunidades para hacer una travesía con vientos y mar favorables.
Aprovechando “ventanas” salté a Sicilia. Y con otra, lo hice
hasta Cerdeña. Ahora intentaba encontrarla para, rumbo directo, poder saltar
hasta Barcelona.
Antes de salir de Grecia la previsión fue buena hasta estas
fechas.
Vientos portantes para llegar a Argostoli por levante de Kefalonia:
La situación fue mala para salir de Argostoli el 14.
Vientos y lluvias en Menorca, y otros frentes que se avecinaban por el Golfo de
León.
Vi que venían fuertes vientos en Argostoli, como así fue, donde sufrimos
el temporal de fuerza 9 en el puerto, como ya narré, con naufragio de otro
barco amigo incluido.
Y, aunque estos vientos no se veían muy importantes en
los mapas, entraban encañonados en la depresión donde se encuentra el puerto:
Había tocado esperar.
Y nunca vi bien el momento de salir,
sea por exceso como por escasez de vientos.
Pero salí.
Recorrí el sur de
Sicilia y salté a Cerdeña, a Carloforte,
como narré anteriormente, pasando
algún chubasco, y vientos no favorables.
Al final, Telémaco pudo descansar
en puerto.
El día 29 de septiembre largué amarras en Carloforte.
Eran
las 18.30 horas. El sol se puso a las 19 horas.
Calculé una navegación a 4,5 ó
5 nudos y una hora estimada de llegada (ETA) a Barcelona
a partir de las 9 de
la mañana.
Fue una travesía larga, de tres días con sus noches.
No faltó la mojama, preparada desde días atrás,
que permitió
improvisar sabrosos aperitivos.
Muchos días se estuvo secando al sol los lomos,
por lo que resultó una mojama bien seca y sabrosa, como me gusta.
La situación meteorológica había montado mar con olas de 2
metros.
Los pantocazos fueron frecuentes,
debiendo modificar rumbo para hacer
la travesía más llevadera.
El viento sopló norte, de fuerza 3.
Había un importante mar
de leva,
originado por los fuertes vientos de NW
que estuvieron soplando en
toda la zona de Baleares durante los días anteriores,
y que significó un fetch
importante.
Dudé si entrar en Menorca a descansar, en Fornells,
haciendo
la travesía más corta, o si seguir rumbo directo a Barcelona.
Tenía ganas
de llegar y abrazar a los míos.
Así que decidí seguir rumbo directo a Barcelona.
Y fue la mejor opción. Dos frentes amenazaban la travesía.
Cada singladura sería diferente.
Las altas presiones trajeron vientos de morro, y la baja posterior también.
Cada singladura sería diferente.
Las altas presiones trajeron vientos de morro, y la baja posterior también.
Tenía ganas de llegar, de terminar la experiencia.
El día 30 de septiembre y el 1 de octubre seguí navegando
sin novedades.
El viento sopló de W, fuerza 2 rolando luego a NW 2 y luego
fuerza 1.
Al bajar tanto el viento tuve que navegar a motor.
El 30 subí de
paralelo buscando un viento que no encontré,
aunque la previsión lo había
sugerido.
A las 19.30 llegó el primer frente, y comenzó a llover
copiosamente.
Pasó el chubasco.
Pasó el chubasco.
Navegué lento, apenas llegué a los 4 nudos.
Vi que las
previsiones de ETA no se iban a cumplir. Volví a calcular.
El día 1, al alba, lloviznó.
Faltaban todavía 165 millas por
delante.
El viento comenzó a soplar de NW fuerza 4 y estableciéndose en fuerza
5.
Otros problemas dificultaron la vida a bordo.
El inodoro de
popa estaba estropeado.
Como
consecuencia del temporal de Argostoli había entrado suciedad del mar
y atascó las
tuberías y la bomba.
También dejó de funcionar el inodoro de proa, por la misma
causa.
Una vez superado Menorca, y en Baleares todavía,
pude
recibir viento que permitió poner rumbo directo a Barcelona
navegando de través
primero y a un largo luego por la aleta de estribor.
El día 2 de octubre, a las 03.15 horas navego con el génova
a 3,5 nudos.
El viento rola de NW fuerza 3 a E fuerza 4 y 5.
Gano velocidad y
Telémaco comenzó a navegar a 6,5 y 7 nudos.
Sentí una ligera molestia en el brazo derecho primero,
y más
tarde en el izquierdo, de tanto trajinar con las velas y escotas.
Finalmente, diviso Barcelona.
El perfil de la costa se
distingue perfectamente.
Es una sensación especial, después de tantos días,
que
parece que ha “aparecido” pronto.
La botavara lleva todavía otro lomo secándose
en la red amarilla,
para hacer más mojama:
A las 16 horas entré en el puerto.
Lo primero que hice fue
repostar.
Llené el tanque de gasoil
—es el más barato desde Grecia, a 1,40€/l—.
Y lo hice porque es mucho
mejor tener el depósito con poco aire
para evitar la condensación que tantos
disgustos da
debido a las bacterias que genera
y que luego obstruyen los
conductos del combustible.
Una vez en tierra,
lo primero, una vez amarrado el barco en
su puesto de atraque y asegurado,
sentarme en la bañera a contemplar.
A pensar.
Respirar.
Me sentí en una “nube”,
como si todo lo pasado hubiese sido un sueño.
Pero no, otra vez aquí, y ahora con una lista grande
de cosas a reparar o
perfeccionar para tener el barco a son de mar,
y prepararlo para el año
próximo.
Y después fui a ver qué era el dolor del brazo.
Resultó ser una
lesión de los tendones, el “supraespinoso”.
Me tocó largas sesiones de
traumatólogos, radiografías, resonancia, ecografía y rehabilitación.
Ahora
estoy a la espera de saber si es o no conveniente una intervención.
“¿Pongo un
winche eléctrico o me vendo el barco?” le pregunté al médico.
“Nada de eso,
esperemos que puedas volver a navegar la próxima temporada” me contestó.