Esta vez ha sido la definitiva.
El lunes pasado largué
amarras y puse rumbo a Grecia, al Jónico.
Me quedé trastornado interiormente cuando me fui
distanciando de Barcelona y dejé mis seres queridos. Sentí nostalgia, sí. Pero
también me sentí relajado pensando que por fin, realizaba un sueño.
La partida de Barcelona. En la proa, Cerdeña:
La derrota, saliendo de Barcelona, Cerdeña, norte de Sicilia
(Ústica, las Eólicas Alicudi, Filicudi, Salina, Lípari, Vulcano y Estrómboli).
Conocer Estrómboli y contemplar el volcán de noche es un espectáculo que no
debo perder. Luego, pasar el canal de Messina, Reggio Calabria, Rocella Ionica,
Crotone, Sant María de Leuca, Osthoni y Corfu,… y el Jónico arriba y abajo.
Hasta que la pasión me pida tregua y mi alma sienta que vive. Como ahora, que
lo siento.
La primera puesta de sol, faltan tres noches por delante:
La singladura de Barcelona a Carloforte ha sido monótona,
aunque la mar ha sido benévola y demasiado tranquila, mar y viento, para
compartir vela y motor casi a partes iguales. Navegar a tres nudos no ha sido
problema. Lo importante ha sido sentir que estaba ahí. Tan importante como
sentir lo que dejaba atrás, y lo que esperaba delante.
Mientras, alimentar el cuerpo y el alma.
Las labores de navegación han ocupado la mayor parte del
tiempo, como la alimentación y, sobre todo, la lectura. Lo más arduo antes de
la partida ha sido el avituallamiento del barco, y de la mente. Por ejemplo, la
selección de libros para leer ha sido una dura tarea que me ha llevado bastante
tiempo. Tanto como la intendencia. Será eso de cuerpo y mente equilibrados para
tomar consciencia de que existo y dar gracias por el día que vivo.
La navegación hasta Carloforte ha sido relajada, salvo las
horas de la noche que se notado la falta de sueño, motivada por la vigilia de
varios días. Ha sido fácil y cómoda, salvo el “rum-rum” del motor que ha
funcionado más de lo deseado.
Pero no ha habido ningún contratiempo digno de
mención. Claro, que la navegación directa desde Barcelona ha sido un poco
pesada. Parar en Menorca, en Fornells, hubiese sido más relajado.
Ahora pienso
en salir hacia Vilasimius y fondear para descansar antes de emprender la marcha
a las Eólicas, que representará tres días con sus noches y sin cobertura
telefónica. Pero será la última travesía larga y sin cobertura Internet porque
luego siempre estará cerca la costa, salvo el salto a Grecia que será de una
noche.
Intento encontrar los momentos para sentirme yo,
para
relajarme conmigo mismo, pero navegando no es fácil.
Han sido tres días de navegación para arrumbar directamente
a Cerdeña, a Carloforte. Descansar, aprovisionar Internet y alimentos, y
proseguir hacia las Eólicas.
Buena parte del viaje ha estado plagado de “medusas a vela”
(velella velella) lo que me ha
impresionado. Nunca había observado tal gran cantidad de ellas, y menos durante
casi todo el recorrido después de dejar Menorca en mi través de estribor:
Me siento tranquilo y en paz conmigo. Seguro. Confiado.
Al analizar las previsiones de meteo observo que se avecina
un mistral fuerte,
por lo que decido avanzar lentamente, y esperar en Cagliari
a que pase.
Así, que sobre la marcha se van introduciendo los cambios
oportunos.
Pienso que no estará cómodo Telémaco en las Eólicas con esos vientos
y las dificultades de fondeo que las islas tienen.
2 comentarios:
Buen comienzo, Rik! Sin averias y con tiempo para dormir. Ya llegarán los dias de navegación "divertida" con el Meltemi. Un abrazo desde el pantalán. Cris.
Gracias, Espero no aceptar el Meltemi ya que sólo estaré en el Jónico. ;-)
Publicar un comentario