El vaso helado, con horas en el congelador, es un detalle de
agradecer;
Ioannis me invita a una de estas
cervezas belgas de su nevera,
y bajo las sombrillas calurosas de este verano
comentamos las últimas singladuras
y los amigos que estos días han recalado en
Monenvasia.
Esta vez, más españoles que en otras ocasiones.
Ya había estado dos veces este año en Monemvasia.
Pero
todavía no había subido al Castillo, y lo hice ahora.
Ante mi sorpresa Giota se
acordaba de mi
y las clases de griego que me dio como gotas de miel
l año
pasado en la heladería donde trabaja.
Y hablamos del invierno, de las familias,
del trabajo,
son estas cosas que te hacen sentir en casa.
Sin prisas, navegar la costa de levante de esta parte del
Peloponeso
tiene muchos encantos.
El primero, entrar en Gerakas.
Pasar unos
días aquí, visitar en sus afueras la taberna griega, no orientada al turismo,
y
gozar del baño son cosas que se aprecian.
Más adelante Kyparissia.
Intento localizar a María, mi profesora de
griego de Barcelona,
pero todavía no ha empezado sus vacaciones.
Tengo añoranza,
envíame fotos; me das envidia, me dice.
Y así, despacio, hasta Nafplio para comenzar la Argolida.
Recuerdo mi primera visita a la zona.
Toló, Drépano, etc.
Hasta finales de septiembre Telémaco ha estado navegando
esta zona,
principalmente las islas del Sarónico y la costa de Ática hasta Cabo
Sunion.
Poros, Ydra, Ermioni, Galatás, Salamina, Kira, Epidavros, Agistri.
Moni…
Disfrutando de sus calas, unas conocidas y otras nuevas experiencias.
Este
año he visitado tres veces Korfos, pero las últimas ya no visito la taberna de
siempre.
Fondeo o simplemente amarro al pantalán público, que también tiene
agua y electricidad.
Así tengo más libertad para comprobar que hay otros muchos
sitios
también acogedores y encantadores.
La taberna donde solía ir la dejo
para turistas y las famosas flotillas.
Ahora sitios nuevos, experiencias
nuevas.
Además, ya la mejor sopa de pescado se toma en Telémaco.
Este año ha soplado fuerte el norte;
casi tres meses con
pocas interrupciones.
Meltemi.
Se ha dejado notar por Monemvasia y el sur del
Sarónico.
Angelikí, en el sur del golfo Evoikós, me dice que no es normal,
que
ha soplado muy seguido, que es incómodo,
que no le han venido a su taberna los
barcos de otras veces.
He visto muchos barcos de charter, quizás más que otros
años.
Siempre van de prisa, raramente a vela.
En los fondeos entran rápido,
como si el tiempo se les agotara.
Generalmente los alquilan por una semana y
desean hacer un recorrido, haga el tiempo que haga.
Cristina me dijo que a las
personas que les gusta navegar,
se sabe realmente si les gusta no cuando lo
dicen
sino cuando además de navegar les gusta vivir en el barco,
cuidar del
barco, pasear para ver los barcos.
Opino que una cosa es navegar y otra estar en el barco, vivir
el barco.
Vivir en el barco implica una actitud determinada antes muchas cosas.
Por ejemplo, el agua, economizar el agua, saber que no siempre podrás reponerla;
otra la limpieza del barco y su mantenimiento,
cosa que los charter se lo
encuentran hecho.
El orden interior, la nevera, la ducha;
o simplemente
cocinar; generalmente los charter suelen ir a las tabernas.
Cuando estás cinco
o seis meses viviendo en el barco no puedes ir de tabernas cada día,
se lo digo
a mis amigos con quien compartimos días navegando;
así que cocinamos.
Y a finales de septiembre
pongo fin a navegar por esta
temporada.
Saco el barco en mi varadero de Aegina y cojo la autocaravana;
empiezo una nueva aventura y descubrimientos antes de regresar a España a
finales de octubre.
Esta vez, con la autocaravana, quiero reconocer la isla de
Evia
y recrearme en su norte, lo que no pude ver esta temporada.