- Hola. Buenas tardes. ¿Todo bien? ¿Cómo has estado en las Sporadas? ¿Dónde has estado?– el saludo de Dimitra, la camarera del café Remezzo en Porto Rafti, anima a volver o a no irse–.
Christós sonríe y saluda, atento a nuestra conversación, mientras sigue el juego del tavli de otros clientes. Apenas puedo cruzar pocas palabras en griego pero los gestos y sentimientos dicen que estamos contentos de volver a vernos, cosa que con el inglés podemos aclarar.
Las Espóradas no me han gustado lo que esperaba.
Skiathos
está lleno de turistas.
No hay ni un solo punto de amarre disponible en el
puerto para visitantes, todo copado por las empresas de chárter.
Sitio caro
donde más, con apenas dependientes griegos –algunos sólo hablan inglés–, que se
abastece por la cercanía de los ferries y del aeropuerto. Pero básicamente
desde que se ha puesto de moda por “Mamma Mia”.
No volveré.
La previsión meteorológica es actualmente bastante buena y dio
una previsión de vientos de fuerza 7 y 8 para dentro de dos días. Así que tocó
buscar refugio en otra isla más al norte, un buen refugio en Planitis en la
isla de Kyrá Panagiá, allí fondeamos tres barcos españoles. Largamos 60 m de
cadena y aguantamos bien el temporal, con viento pero no mar.
En Alonissos, un pequeño puerto en construcción y subida a
la Chora.
En Skyros fue todo una sorpresa. Una pequeña marina, para
apenas 12 barcos, que te ayudan a amarrar, te dan muerto, agua, luz, duchas,
lavadoras, etc. Todo no llega a 10,00€/día. La isla tiene fama de proveer de
buenas langotas. Y las disfrutamos en la taberna de Dimitri.
Participamos en un reportaje para la tv griega: españoles
diciendo “vivo en Grecia navegando en el barco, sus islas, conociendo a su
gente”.
De regreso, rumbo a Evia, al puerto de Periés. Puerto de
pescadores, con pocos fondos pero pudiendo abarloar a un pesquero, por la falta
de espacio.
Cena en la taberna de Agatha, la dueña que nos enseñó algún
baile griego.
También para poder cumplir los trámites
en la Embajada en Atenas para solicitar el voto por correo que recibiré, al
final de las Cicladas, en Monemvasia.
Aproveché para enviar desde Pireo, a mi mecánico Spiros en
Aegina, el motor fueraborda para reparar, ya que e rompieron dos piezas de la
transmisión.
Atenas ha sido mi primer día de calor.
Fui y volví con
autobús, otra gran experiencia que disfruté a tope. Me costó encontrar la
parada en Atenas pero con las ayudas de uno y otro llegué.
Con el metro fui del Pireo a la Embajada Española y luego quise
deambular caminando por Neapolis y Licabetto hacia la parada del autobús para
regresar al barco.
Mis amigos en Atenas me invitaron a un concierto de jazz
pero no me atreví a dejar más tiempo el barco fondeado en Porto Rafti.
Recorro barrios no turísticos, con mercados callejeros de
frutas, verduras, pescados,