El impulso de querer sentir la aventura de vivir
navegando por la vida.

Viajar, la expresión del tiempo que pasa.

jueves, 28 de junio de 2012

38.- Kassiopi y Palaiokastritsa: Mis primero días en Grecia.


Estar en Kassiopi y encontrar personas con quien entenderme
ha sido un bonito regalo que me ha traído la vida.

Al día siguiente cogí el autobús interurbano hacia Ajarabi por 1,60€.
Me impresionó el conductor, que iba hablando con los pasajeros y mirando para atrás cuando se dirigía a uno de ellos. Me cortan el pelo por 9,00€. Me informé de las conexiones posibles a Internet. Pasé el día allí, playa, restaurante.

Esperando el autobús de regreso me invitaron los taxistas a sentarme en su banco y participar de su tertulia. Me ponen al día: su economía, su turismo, los inviernos, la vida, las costumbres. Disfruto.

En esta tienda compré especies para la cocina. Tienda naturalista, un verdadero museo-exposición

Especies de todo tipo y lugar,
artísticamente expuestas.
Una delicia de establecimiento,

Mi profesor de griego estudió economía, contabilidad, etc. y trabajó de ayudante de camarero hasta que cerró el restaurante, y luego en la construcción –donde lo dejó porque no hay ya y porque le dejaron de pagar aquí y allí, un total de 8.000,00€, a razón de 50€/día– ahora trabaja, cuando le llaman, como ayudante del oficial limpiando fosas asépticas o pintando casas.
La juventud no ve las cosas claras.
Los mayores tampoco.
Mientras, van pasando los días.

En todo el pueblo no hay red de alcantarillado:

Casa con su letrina


Una de sus varias calitas



La estancia en Kassiopi es difícil de olvidar.
He pasado una semana allí.
El contacto con la gente, sus playas, su naturaleza.
Al partir me decían “vuelve, este conocimiento no se puede acabar aquí”.

La preciosidad de mi profesor de griego:
Una mujercita que no llega a tres añitos

He disfrutado de las playas de Kassiopi, su castillo.
Me han acompañado los trinos de los gorriones,
que cantan igual que en España, como las tórtolas.
Y las gallinas. En las casas oigo gallinas.

Los caminos a las playas están cargados de jazmines que, como las sirenas de Ulises,
me van atrayendo sin cesar e hipnotizando los sentidos de tan bien que huelen.
Los pinos llegan al mar.
He oído cantar las cigarras por primera vez desde que salí de España.


En el silencio de la noche,
sentado en la bañera repasando el día y observando la proliferación de luces de Albania,
con su faro, y el manto de estrellas en el firmamento, huelo a pino.
La ligera brisa nocturna me trae olor de pinos.

Los olores a pino y jazmín, el de la hierbabuena,
el canto de los gorriones, las tórtolas y las cigarras
me trasladan a mi juventud en los campos de Cádiz,
en esas tardes de solana, con calor veraniego,
donde el tiempo todavía no transcurría y todo, todavía, parecía eterno.



Al salir del fondeo tuve que solucionar otro problema con el ancla.
Mi vecino, un francés hablando inglés, con un barco de hierro de seguro más de 40 Tn,
había largado 60 metros de cadena y había pasado por encima de la mía. Enredo.

Otros navegantes ingleses se apresuraron a ayudarme con su auxiliar y quedé libre.
Es la solidaridad del mar.

Navegando las 25 millas hacia Palaiokastritsa me crucé con  el barco de un amigo, el “Ralip”.
Él se dio cuenta e inmediatamente maniobró para ir a mi encuentro.
Quedamos los dos barcos al pairo dialogando un rato
y haciendo planes para volvernos a encontrar en Corfú dentro de unos días.

Palaiokastritsa es una maravilla.
Dicen que es uno de los fondeos más bonitos del Jónico. Tiene 16 playas.

Telémaco, procurando el fondeo



Fondeé donde me pareció más tranquilo, aunque flanqueado por muy cerca de piedras.
Pero el ancla agarró bien y vi que el fondeo era seguro.

Al fondo, Telémaco en el fondeo

Palaiokastritsa está lleno de turistas, demasiado bullicioso para mi gusto y voy cambiando de fondeos para conocerlos y disfrutarlos todos.


He subido a pie al monasterio de “Theotókos”, del siglo XII,
aunque restaurado en el XVIII.
Y visité su colección de iconos del siglo XVII.
Extraordinario. Como las vistas desde allí.




Y las vistas desde el monasterio, maravillosas:


Aguas turquesas, transparentes.
Veo en el fondo los peces, que se bañan conmigo a menos de 20 centímetros.
Desde Telémaco veo los peces en el fondo, y el ancla, y la cadena.
El ancla está casi totalmente enterrada en la arena.



El Capitán Teach me dijo “has llegado al paraíso”

Y ahora, momento de relax.
Una cervecita, por favor.
“Ena bira, paracaló” Aquí 3,50€.


1 comentario:

Vicente dijo...

Una birra palacaló!
Que bien se entiende el griego :)